Asumir la dirección del Instituto de Desarrollo Urbano (IDU) se ha convertido en el terror de los funcionarios públicos, ya que de alguna manera es una tarea titánica. Sobre ellos recae la responsabilidad de todas las obras de infraestructura de la ciudad, lo que incluye aciertos y desaciertos de una de las instituciones más visibles del Distrito. Los directores del IDU terminan su labor o en la gloria o en el patíbulo: en el paredón de la opinión pública o en el ojo del huracán de las investigaciones disciplinarias.
Durante la alcaldía de Enrique Peñalosa, el chivo expiatorio fue Andrés Camargo Ardila, quien durante tres años dirigió el IDU y terminó salpicado por los escándalos de los problemas con las losas de la troncal de Transmilenio en la Autopista Norte (que poco después de reparadas comenzaron a romperse). Camargo fue detenido el 7 de febrero de 2008 por presuntas irregularidades en los contratos de construcción de la troncal de la calle 80 con Avenida Boyacá durante su gestión. Finalmente, tras cuatro meses de prisión, fue dejado en libertad.
Ahora el turno es para la saliente directora, Liliana Pardo, quien desempeñó esta labor por más de tres años y sale en medio de fuertes cuestionamientos a su gestión por parte de varios concejales y con investigaciones disciplinarias en su contra.
Como directora del IDU, Pardo tuvo que aguantar el chaparrón de sucesivos escándalos: los atrasos de la tercera fase de Transmilenio, que llevaron a la cesión del contrato de dos de los tramos de obra a la empresa Conalvías; los desfases en el cobro del impuesto de valorización, un proyecto que comenzó durante la alcaldía de Luis Eduardo Garzón y que obligó a que la Contraloría iniciara una auditoría contra esta entidad y que terminó reventándole en las manos a la hoy ex directora del IDU.
En su carta de renuncia, Pardo entregó un balance de su gestión: “La ejecución presupuestal del IDU durante los últimos años fue superior al 95% y hoy en la ciudad hay obras en ejecución por $2,4 billones”. En el mismo documento explicó que el motivo de su irrevocable renuncia es de carácter personal.
Tras esta renuncia deja a Bogotá con triunfos y derrotas. Por un lado, queda, aparentemente, solucionado el problema legal con el ICA (Ingenieros Civiles Asociados), que después de diez años de pleito renunció a ejercer acciones legales contra el Distrito, además de asumir un pago a la ciudad por un millón y medio de dólares como indemnización por los problemas legales surgidos por un contrato de mantenimiento vial. Sin embargo, el contralor Miguel Ángel Moralesrussi, advirtió que este dinero no es suficiente. Por otra parte, ante las irregularidades que tuvo que enfrentar Pardo, el contralor recordó que sobre la funcionaria pesaba una orden de embargo de su salario.
Liliana Pardo se va con una sombra de duda por los varios inconvenientes con los contratos suscritos con el Grupo Nule, entre los que se cuenta, además de la fase tres, el de mantenimiento vial del Distrito Sur y que, según la funcionaria, podría ser cedido la próxima semana. También queda en el aire el escándalo por los retrasos que se presentaron en la construcción de los andenes de la calle 116, por mencionar alguno. Pardo deja la oficina, al igual que su antecesor, con investigaciones disciplinarias abiertas y le da paso al nuevo director del IDU, Néstor Eugenio Ramírez, quien a partir de este jueves se sienta en la silla caliente.
El nuevo director del IDU
Menos de 24 horas después de la renuncia de Liliana Pardo, el alcalde Samuel Moreno nombró en el cargo de la saliente directora a Néstor Eugenio Ramírez Cardona, ingeniero civil y quien, en 2001, se desempeñó como alcalde de Manizales. Asumió las riendas de esta ciudad luego de la alcaldía de Germán Cardona. El nuevo director del IDU, quien deberá finalizar la construcción de la tercera fase de Transmilenio, entre otras cosas, ocupaba la gerencia de la Empresa de Renovación Urbana desde 2008.