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La crisis resucita a Gordon Brown

Cadáver político hace un mes, el primer ministro británico salva hoy la economía.

Walter Oppenheimer, Londres / Especial de El País de España
14 de octubre de 2008 - 05:32 p. m.

Hace un mes, Gordon Brown parecía un cadáver político. Carcomido por los sondeos, paralizado por las dudas, despreciado por la oposición y cuestionado por su partido, el primer ministro británico parecía destinado a ser decapitado políticamente en cuanto el tiempo lo permitiera. Es decir, en cuanto pasara el invierno.

Muchos analistas le concedían tan solo unos pocos meses para demostrar que era capaz de transformarse y volver a ser el político agresivo de hace unos años. Le han bastado unas pocas semanas. Desde que galvanizara a las bases en el congreso de otoño del Partido Laborista, hace poco más de un mes, Brown se ha agarrado a la crisis financiera para protagonizar una insólita metamorfosis política que le ha transformado de primer ministro a la deriva en súper ministro del Tesoro y salvador del mundo.

Gordon Brown parece estar viviendo un retorno al pasado: más que gestionar el país como primer ministro, lo que está haciendo es volver a ejercer su viejo empleo de canciller del Exchequer para salvar la economía británica y, a juicio del último premio Nobel de Economía, Paul Krugman, quizás la del mundo entero.

La fórmula británica para salvar la City --capitalizar los bancos en crisis, dar acceso a la banca a liquidez inmediata y a fondos a tres años vista-- fue hecha suya el fin de semana pasado por los países de la zona euro y el martes por el Gobierno de Estados Unidos. Un éxito internacional jamás alcanzado por Tony Blair en 10 años de obsesiva actuación exterior.

¿Significa todo eso que Gordon Brown es ahora favorito para ganar las próximas elecciones en el Reino Unido? En absoluto. Pero ya nadie se atreve a cuestionar su liderazgo en el partido y se le vuelve a ver como un hombre cuando menos capaz de ganar esas elecciones, algo impensable hace cinco semanas. En septiembre, las discusiones en la burbuja de Westminster giraban en torno a quién sería el candidato laborista en las próximas elecciones, con David Miliband como favorito de los


apostantes y Alan Johnson como tapado. O en cuándo serían esas elecciones, en 2009 o en 2010. Ahora los debates giran en torno a si la recuperación de Gordon Brown es comparable a la que vivió Margaret Thatcher en 1982 con la guerra de las Malvinas. Michael White, analista político de The Guardian, se cuenta entre los que ven un cierto paralelismo, aunque opina que aún está por ver qué ocurrirá. 'La fortuna ayuda a los valientes y los acontecimientos han obligado a Brown a ser valiente. Otros siguen ahora el liderazgo de Londres. Puede acabar en llantos. Puede salvar a Brown. Ya lo veremos', escribe en su blog.

El veterano y sosegado Peter Riddell cree que las comparaciones con Thatcher y las Malvinas son exageradas. 'Brown está ahora en una posición política más fuerte que hace unas semanas. Se ha ganado una segunda oportunidad', escribe en The Times. 'Pero', añade, 'eso es antes de que la recesión empiece a dar dentelladas, crezca el paro y vengan los aprietos de la vida real'.

Los efectos de la recesión llegarán más pronto que tarde, pero quizás para entonces Brown haya consolidado ya su recuperación. Estos días se dedica a hacer declaraciones, coloquios y ruedas de prensa a destajo. En parte para potenciar su imagen pero en parte también para explicar a los votantes que lo que ha hecho no es sólo salvar la banca, sino salvar la economía en su conjunto porque si la banca se asfixia se asfixiarán con ella las empresas, grandes y pequeñas, y los perjudicados serán todos los ciudadanos.

El lunes, Brown presentó a primera hora de la mañana del martes en Downing Street el plan de rescate de la City y luego se fue a un coloquio con banqueros y financieros en la sede de Thomson Reuters en Cannary Wharf. Un año antes había estado allí para presentar al orador de aquel día, el entonces héroe y ahora villano Alan Greenspan. En abril de 2004 estuvo en la acera de enfrente, inaugurando el nuevo cuartel general londinense de Lehman Brothers. 'Una gran compañía', dijo entonces, 'que puede hoy mirar al pasado con orgullo y al futuro con esperanza'.

El martes citó a la prensa para contar más o menos lo mismo que la víspera. Pero lo más importante no es lo que pudiera decir --lleva desde la semana pasada diciendo más o menos lo mismo-- sino el hecho mismo de que convocara a la prensa extranjera. En casi 11 años y medio en el Gobierno, Gordon Brown sólo ha concedido una entrevista a un periódico extranjero: a Le Monde, en marzo pasado, coincidiendo con la visita de Estado del presidente francés Nicolas Sarkozy.

El martes insistió en que la economía global necesita controles globales, en que 'hace falta más cooperación europea pero también más cooperación global' y, como hiciera la víspera en Canary Wharf, citó los cinco principios en que se ha de basar esa cooperación: transparencia, integridad, responsabilidad, prácticas bancarias sanas y 'un nuevo Bretton Woods, una nueva arquitectura financiera para los años venideros'.

Por Walter Oppenheimer, Londres / Especial de El País de España

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