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El Pibe ya tiene un buen reemplazo

Yoreli Rincón es la armadora del equipo nacional, que se estrenará ante Dinamarca. Su mamá jugaba fútbol de salón en Piedecuesta y “era una recalidosa”.

Luis Guillermo Ordóñez O.
25 de octubre de 2008 - 10:00 p. m.

Hace tres meses cumplió 15 años pero no los quiso celebrar con fiesta de gala y vestido rosado. Prefirió quedarse en la concentración de la selección femenina Sub 17 de Colombia, que desde el próximo martes participará en el mundial de la categoría, en Nueva Zelanda.

A diferencia de otras jovencitas de su edad, Yoreli Hazleidi Rincón Torres no sueña con vestirse de princesa y ser presentada en sociedad, lo que quiere es liderar al equipo nacional hacia la conquista de la Copa Mundo.

Luce el número 10 en la espalda y su talento en la cancha no tiene límites. Por eso no deja de imaginar que se convertirá en futbolista profesional y llegará a alguna liga femenina de Europa.

“Pero antes  quiero ganar el Mundial, ese es el único objetivo que nos hemos planteado con el cuerpo técnico y mis 20 compañeras”, dice la armadora colombiana, quien nació el 27 de julio de 1993 en Piedecuesta, Santander.

De tal palo tal astilla

Yoyis, como le dicen, comenzó a practicar el fútbol por insinuación de su hermano Daniel y su mamá, Graciela, quien curiosamente también jugaba. “Era recalidosa”, explica su hija, “hasta la iban a buscar a la casa para que participara en diferentes campeonatos y yo corría detrás a verla. Preferíamos irnos a sus partidos que salir a comer o al cine, ese era el plan familiar”.

El único de la casa que no juega es don Elber, el papá, quien sin embargo está muy vinculado al deporte, pues tiene una fábrica de balones llamada Golber.

“Nunca me faltó con qué jugar”, comenta Yoreli, quien dejó de entrenar un par de años. “Me cansé de practicar con niños de mi edad y con la selección de Santander, porque no había opciones de progresar, me aburrí”.

Pero su primer entrenador, Víctor Hugo González, se dio a la tarea de enviar videos de su pupila a las ligas de Bogotá, Antioquia y Tolima, las abanderadas en el balompié femenino.

Las dos primeras nunca respondieron, pero la tercera le propuso que llevara a la niña a Ibagué para una prueba. Con apenas 12 años, a Yoreli le bastaron 15 minutos y un par de gambetas para impresionar a los dirigentes, quienes de inmediato le propusieron que se radicara en esa ciudad.


“Allá vivo con otras cinco niñas en la casa del técnico, John Agudelo. La liga nos da estudio, alimentación y un auxilio para transportes y otros gastos”, dice con suficiencia a pesar de su corta edad.

En Ibagué combina los entrenamientos con sus estudios en el Liceo Nacional, en donde está becada. “Entro a noveno grado”, cuenta.

Su primera vez

Ya con el fútbol como su prioridad, a Yoreli no le costó mucho destacarse en torneos nacionales y el 3 de diciembre del año pasado fue convocada por primera vez a la selección de Colombia Sub 17.

Recuerda que “eran como las 10 de la noche y cuando me dieron la noticia me puse a llorar”. Después de una etapa de preparación, quedó en el grupo que viajó al suramericano en Chile y que finalmente se coronó campeón.

“Allá fue donde realmente me di cuenta de que era buena para esto, que tenía futuro, pues fui elegida como la mejor jugadora del torneo”, señala orgullosa la santandereana, quien además anotó tres goles en esa cita continental.

Después de eso se propuso conseguir el título mundial y cree sinceramente que Colombia tiene con qué. “Nos preparamos todo un año para eso, trabajamos muy duro y estamos seguras de que lo podemos lograr”, dice antes de explicar que “la mayor virtud del equipo es que es muy unido y tiene mentalidad ganadora, siempre piensa en lo más alto”.

Del aspecto futbolístico destaca que “somos muy ordenadas tácticamente y muy buenas tocando a ras de piso, nos bailamos a todo mundo”.

En el suramericano, además de sobresalir en todas las estadísticas, el seleccionado que dirige Pedro Rodríguez impresionó por su dinámica y su buen trato de la pelota. “Y yo demostré lo que tenía. Soy consciente de mi rol en la cancha, me gusta esa responsabilidad de liderar al equipo, de pedir el balón y crear opciones de gol, de mostrarme, ser protagonista”, dice Yoreli, quien conoce bien a los equipos rivales: “Son muchachas muy altas, grandes y fuertes. Hay que jugarles con velocidad y por abajo”.

Después del mundial definirá qué rumbo tomar, aunque tiene claro que quiere seguir jugando. Sin embargo, tal vez descanse un par de días y decida celebrar sus 15 años en una gran fiesta y vestida de rosado, como cualquier niña de su edad, amante del Ipod, el computador portátil, los chats, el voleibol y el reggaetón.

Por Luis Guillermo Ordóñez O.

 

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