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De armas tomar

Tras una incursión paramilitar en Ecuador, el gobierno de Rafael Correa movilizó tropas para reforzar la seguridad en la frontera. Colombia guarda silencio.

David Mayorga
07 de noviembre de 2008 - 11:00 a. m.

Tanquetas blindadas, camiones repletos de militares y altos oficiales impartiendo órdenes. Ese fue el panorama con que se despertaron ayer los habitantes de la provincia ecuatoriana de Esmeraldas, en la frontera con Colombia.

Según la prensa local, un número no determinado de soldados llegó hacia el mediodía a las poblaciones de Borbón, Chontaduro y Las Peñas con una misión: proteger a todos los ciudadanos del ataque de grupos armados ilegales provenientes del otro lado de la frontera.

Esta decisión se tomó después de la nota de protesta emitida por la Cancillería ecuatoriana, en donde le pedía al Gobierno colombiano incrementar la seguridad en su zona limítrofe ante la muerte de un persona a manos de  paramilitares colombianos en Borbón.

“Tal incursión constituye una prueba más de la falta de presencia y control militar y policial colombiano en la frontera con Ecuador”, rezaba la comunicación diplomática tras el incidente del pasado domingo, cuando hombres de las denominadas Águilas Negras abrieron fuego en una discoteca y asesinaron a Wílber Caicedo, de 38 años.


La Policía local y los pobladores también han denunciado las constantes incursiones de grupos que buscan ajusticiar a desertores, además de extorsionar a hacendados y convertir la región en un corredor para la exportación de narcóticos. Ante la gravedad de estos hechos, Ecuador elevó su protesta ante la Organización de Estados Americanos (OEA).

“La zona que va de Tumaco a San Lorenzo, en Ecuador, se ha convertido en un espacio geográfico de afluencia de narcotráfico y organizaciones criminales, donde estos actores sientan presencia ante la sociedad civil. No es nueva la escalada de violencia que se produce en la zona ecuatoriana de Esmeraldas”, sostiene desde Lima Ricardo Soberón, experto en la Amazonia e investigador del Transnational Institute, de Holanda.

El Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia aún no se ha pronunciado ante la protesta ecuatoriana, pero analistas creen que este capítulo no deteriorará la tensas relaciones entre ambos países. “Éstas se van a tener que distensionar. Lo importante es saber respetar los mecanismos institucionales a nivel binacional, además de utilizar el diálogo directo y buscar medidas de confianza mutua”, opina Martha Ardila, docente de Relaciones Internacionales en la Universidad Externado de Colombia.

Sin embargo, hay un factor que puede jugar en contra para ambos países. “La xenofobia contra los colombianos y la animadversión de Quito hacia las decisiones del gobierno Uribe pueden ser un coctel explosivo muy serio que deteriore el respeto a los derechos humanos de la población migrante y los refugiados colombianos en Ecuador”, comenta Soberón.

Por David Mayorga

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