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Desplazados completan 15 días en la Procuraduría

Ochenta y cinco familias piden que les entreguen el dinero de los proyectos que les prometieron el año pasado.

Alfredo Molano Jimeno
29 de junio de 2010 - 10:23 p. m.

Hace seis años Aideiby Obando llegó a Bogotá con sus dos hijos, su esposo y tres meses de embarazo. Traían un atado con todas sus pertenencias: una muda de ropa, un par de ollas para cocinar y la ilusión de una vida mejor, de un trabajo digno, de una casa modesta, de escuela para sus niños. Venían con esas ideas que acompañan a los recién llegados: progreso, dignidad y oportunidades. Salieron de la Palma, Cundinamarca, donde tenían una pequeña casa campesina. De allí la guerrilla los sacó en 2004.

“Han sido seis años duros, de mucha lucha y angustia. De hambre, de frío y de rabia, porque aquí nos sentimos discriminados y engañados, nos sentimos ajenos y olvidados”, relata con los ojos encendidos y la mirada firme. Hoy Aidé, como la llaman sus compañeros de infortunio, es la líder de un grupo de desplazados que ya completan 15 días instalados frente a la Procuraduría General de la Nación, en la capital. Sin cambuche ni plásticos esperan a que el Distrito les cumpla las promesas de ayuda económicaque hizo hace más de un año. Los niños corretean tras un balón pinchado, como si sintieran la fiebre mundialista que se tomó los hogares del mundo que tienen televisión.

Hace una semana, allí estaban instaladas 43 familias, hoy son 85. Como dice la canción Disculpe el señor, de Joan Manuel Serrat, “llegan más y más pobres, y siguen llegando. ¿Quiere usted que llame a un guardia y que revise si tienen en regla sus papeles de pobres? ¿O mejor les digo como el señor dice: bien me quieres, bien te quiero, no me toques el dinero?”, una canción que bien podría retratar la circunstancia del desplazamiento forzado en Bogotá.

La mayoría de desplazados de este grupo está inscrita en el Registro Único para Población Desplazada de Acción Social y permaneció ocho meses de 2009 en la Plaza de Bolívar, antes de que los trasladaran al Parque III Milenio, tomado durante cuatro meses por cerca de dos mil desplazados. La toma finalmente terminó en julio de ese año con un desalojo pacífico y concertado, pero a su vez con una sensación por parte de los “afectados” de engaño y desilusión, pues el Distrito, en boca de la entonces secretaria de Gobierno, Clara López Obregón, les prometió que se les entregarían 400 subsidios de $5 millones cada uno para proyectos productivos, plata que hasta el sol de hoy no ha llegado. Según Aideiby, el acuerdo para el desalojo del parque también incluyó a 600 familias que se encontraban en los alojamientos dispuestos por el Distrito. “A pesar de este acuerdo, Acción Social dice que el trato sólo aplica para quienes quedaron inscritos en la toma”, añade. La Administración dice, sin embargo, que les ha cumplido.

Como si no fuera suficiente con el destierro, entre este grupo de desplazados se encuentran un niño de cinco años con cáncer, un adulto con leucemia, un discapacitado con síndrome de Down en silla de ruedas y una señora que arrastra una bala de oxígeno de la que pende su respiración.

Pero el panorama de atención a la población desplazada en el Distrito también ha tenido avances, como lo explica Marco Romero, director de la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento (Codhes): “Bogotá ha avanzado mucho en políticas de atención a los desplazados: el presupuesto, la cobertura en salud y la educación se han aumentado, lo que hace de la capital una de las ciudades que más ha avanzado en este campo; sin embargo, esto no es suficiente y falta mucho; se necesita que se establezcan políticas de largo aliento y que se haga un trabajo desde las raíces, para que a las víctimas de esta guerra se les garantice una vida digna y una reparación integral”.

Según cifras de Acción Social, hoy en Bogotá hay 265.470 desplazados, mientras que las cifras de Codhes registran 441.468 personas. Lo peor de estas cifras es que día a día llegan más víctimas de este conflicto en busca de oportunidades.

Por Alfredo Molano Jimeno

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