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Los desplazados del parque, toma II

El Parque de la 93 se lo volvieron a tomar los desplazados. Al final, fueron desalojados por la policía.

El Espectador
08 de septiembre de 2008 - 08:58 p. m.

Otra vez las mismas caras largas, los mismos gritos de inconformidad. Casi mes y medio después de la primera toma del Parque de la 93, los desplazados volvieron al lugar a demandar, a anhelar cumplimiento. Aquella vez, igual que ahora, pedían ayuda para cosas básicas: vivir, estudiar, tener un techo sobre sus cabezas.

La vez pasada, a finales de julio, duraron todo el día. Sólo con los albores de la madrugada y la promesa de que el alcalde Samuel Moreno iba a interceder por ellos ante Acción Social, aceptaron retirarse del parque. Pasó el tiempo y en la mañana de este lunes los vecinos del sector, los dueños del sinfín de locales comerciales de la popular zona, los vieron una vez más apertrecharse en las bancas del parque con la misma obstinación en sus miradas.

El líder de siempre, Ricardo Jiménez, voceaba con todo lo que le daban los pulmones que Acción Social les había incumplido, que los habían abandonado una vez más. Poco a poco llegaron los medios, la policía y los curiosos. Con sus niños en los brazos, los desplazados, que según la fuente superaban los 100 o los 80 o los 150, se agarraban a la férrea convicción de que gritar sirve de algo.

Hacia mediodía estaban en el parque ya atestado el ICBF, la Personería Distrital, la Defensoría del Pueblo, la Policía Metropolitana y la Alcaldesa de Chapinero. De Acción Social no había representante alguno. “Nosotros hemos venido sosteniendo con ellos mesas de trabajo. Incluso, el domingo mismo nos reunimos en el barrio Venecia para solucionar los problemas. Pero ahora sale el señor Jiménez a decir que no hemos cumplido. Él cambia el discurso cada vez que nos vemos”, dijo Beatriz Ochoa, coordinadora de desplazados de la unidad territorial de Bogotá de Acción Social.

Por la tarde la situación se iba tornando tensa con la llegada de los policías antimotines, esa suerte de fortalezas móviles que se encargan de desalojar, pacíficamente o no. Hacia las 3:00 p.m. las órdenes fueron transmitidas por los radios y el operativo se inició. Al principio, como siempre, todo comenzó con la palabra, la disuasión lenta. Después, más rápido, con la fuerza de los escudos y, cuando tocaba, con los bolillos.

En medio de los gritos y los enfrentamientos, aparecieron las esposas y a ocho personas las retuvo la Policía, entre ellos al líder, Jiménez, quien habría amenazado a la alcaldesa de Chapinero. Los siete restantes, según un oficial de la Policía, fueron retenidos porque estaban protestando en un sitio público y eso es ilegal. Algún curioso dijo, con algo de sorna: “¿Entonces las manifestaciones se hacen en la casa?”.

Los niños fueron retenidos, a su vez por el ICBF, porque no es permitido que asistan a manifestaciones, como si se tratara de una regla que regula el teatro o las funciones de cine. Las madres los acompañaron a las instalaciones de la institución y tendrán que presentarse en otras condiciones para que se los devuelvan.

Por El Espectador

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