Un viaje sin retorno

El asesinato de Evelyn Rivas, la semana pasada en Bogotá, es investigado por la Fiscalía General de la Nación.

Redacción Bogotá
22 de junio de 2008 - 10:18 p. m.

Algunos de sus amigos y su hermana Nina supieron en la mañana del sábado pasado que Evelyn Rivas comenzó su viaje sin retorno en un bus que tomó a las dos y media de la madrugada. Entonces ya estaban enterados de que la habían matado a puñaladas y que su cuerpo, desnudo, apareció en un pastizal cercano a La Candelaria, en el barrio Girardot. Por ahora, nadie sabe lo que ocurrió después de que la joven abordara lo que algunos califican el ‘bus de la muerte’.

Por lo pronto, la Fiscalía ya inició la investigación preliminar en la que recaudará las primeras evidencias para identificar a los sospechosos del crimen de esta mujer, que se dedicaba a la producción de eventos musicales.

El sábado, a las dos de la tarde en punto, algunos de los amigos de Evelyn Rivas, gente del rock a la que conocía por sus trabajos como empresaria y representante de grupos, decenas de periodistas, sus familiares y amigos, convocaron a una multitudinaria marcha para exigir que, por lo menos, se conozcan los culpables de su crimen. La reunión fue en inmediaciones del Hospital Materno Infantil, en la carrera 10ª con primera. Desde allí, la procesión salió hacia el lugar exacto en donde hallaron su cuerpo, en la calle 1C con carrera 1 este, y siguió hacia la Plaza de Bolívar.

“Yo lo que quiero enfatizar es que estamos hablando de una adolescente, una persona soltera, trabajadora, que lo único que hizo fue salir a departir con sus amigos. Entonces mi idea es sensibilizar un poco a la sociedad acerca de la inseguridad en la zona, un joven no tiene por qué aparecer muerto tras ir a divertirse. El peligro está latente, mi hermana ya falleció, pero muchos otros jóvenes siguen vivos. Las heridas mortales fueron con arma blanca; desafortunadamente no fue una puñalada o dos, fueron varias, y eso ya es cosa de personas psicópatas. Yo sí quisiera que si alguien tiene un dato, por pequeño que sea, se solidarice con nosotros”, fueron las tristes pero reales palabras de su hermana Nina ese día.

Adolorida, no quiso hablar de buses ni de violaciones porque el dolor no se lo permitió, pero sabe que entre los buses de la muerte en las madrugadas bogotanas están las respuestas que busca.

Sus íntimos de toda la vida y su hermana dijeron que el último conocido que la vio con vida la dejó en la 82 con 11, luego de haberse comido un perro caliente, y que fue en esa esquina donde abordó el bus. “Sin embargo, ese hombre no es objeto de investigación alguna”, declaró el viernes Nina Rivas. La víctima, dirían los medios de comunicación, salió el viernes en la noche a tomarse unos tragos en un bar de la Zona Rosa. Allí la vieron hasta pasadas las dos de la madrugada con tres individuos “ajenos a su entorno”, como confesó su hermana.

Uno de ellos la dejó en el bus fantasma, sin letrero de destino visible, que como los otros 300 buses fantasmas que atraviesan Bogotá en las madrugadas, llevaba las luces apagadas para, supuestamente, como afirma José, un líder sindical de taxistas, asiduo habitante de la noche, “evitar los retenes de la Policía”.

“Acá no hay ningún reglamento de horarios, cada empresa dispone de sus vehículos según sus necesidades. Lo único que sabemos es que los buses piratas son más de tres mil”, aclaró Yolima Pérez, de la Secretaría de Movilidad.


El sindicalista de taxistas explicó que “esos buses piratas salen desde el sur, generalmente con un conductor y sus “recoge-plata”, a los que llamamos patos. Buscan billete, claro, y saben que a la salida de los bares la gente prefiere ahorrarse los pesos del taxi y por eso los elige. Muchas veces, y por desgracia, los que atracan son los patos, con la complacencia del conductor. Roban, violan y hasta matan, como le pasó a esta niña Rivas, que al final de la ruta debió quedarse sola”.

“A mí me ocurrió algo similar, aunque por fortuna puedo contar la historia”, recordaba ayer una usuaria de bus, que el domingo 15 de junio se subió en uno rojo y verde pasadas las seis de la tarde. “Cuando lo paré, en la Boyacá con 26, iban unas 10 personas, pero luego se fueron bajando. Yo iba para la 180 y era la última”. Entonces se levantó de su asiento y timbró dos veces, como de costumbre. Sin embargo, el conductor no se detuvo. Por el contrario, aceleró. “Fui y le toqué en el vidrio de su habitáculo de seguridad, pero el tipo aceleraba más y más. Me miraba por el espejo, se reía y continuaba”.

Por fin, varios potreros más adelante de su destino, el bus dejó a su pasajera en medio de la nada. “Era como de treinta y pico de años, con el pelo negro y las cejas muy pobladas”.

El año pasado, según datos de Medicina Legal, hubo 6.856 homicidios en las calles de las ciudades colombianas, 18 por cada día. Entre las 10 de la noche y las seis de la mañana mataron al 47 por ciento de las víctimas. Los asesinatos con arma blanca fueron 1.859, un promedio de cinco cada 24 horas, y las violaciones que terminaron en muerte, 11.

El homicidio de Evelyn Rivas quedó registrado en cada una de estas categorías. Infortunadamente, nadie lleva las estadísticas de robos, asaltos sexuales y muertes dentro de los buses fantasmas, y pocos hablan del tema. “Eso no es de mi jurisdicción, yo no tengo nada que decir al respecto pues no sé nada”, dijo sobre el mediodía de ayer Ricardo Ospina, uno de los líderes del sindicato de colectivos de Bogotá.

Prisión perpetua

Este miércoles, la concejal Gilma Jiménez se presentará ante la Fiscalía General de la Nación para exigir que aquellos que violen, maltraten, asesinen o exploten a menores de 14 años sean condenados a prisión perpetua. La concejal, acompañada por el Fiscal, el Procurador General, la directora del ICBF, y Rafael Santos, Rodrigo Pardo, Alejandro Santos, Yamid Amat, ‘Pirry’, Martha Ordóñez y Juan Martín Caicedo Ferrer presentará una iniciativa de referendo que busca modificar el artículo 34 que prohíbe las penas irredimibles como el destierro y la prisión perpetua.


‘‘“Acá no hay ningún reglamento de horarios, cada empresa dispone de sus vehículos según sus necesidades”. Yolima Pérez Secretaría de Movilidad

Compromiso de transportadores

El pasado 14 de mayo de 2008, la Secretaría Distrital de Movilidad envió una comunicado a las empresas de transporte público colectivo, con el fin de que se realizara una revisión más minuciosa en los procesos de contratación de conductores, para garantizar que quienes ocupen estos cargos sean personas idóneas y adecuadas.

De igual forma, una de las propuestas que la Secretaría ha planteado  para que las empresas ejerzan autocontrol de sus conductores, es implantar un sistema de puntos negativos por cada infracción.

De acuerdo con las cifras que maneja la Secretaría Distrital de Movilidad, durante el primer trimestre de 2008 las empresas que presentaron el mayor número de accidentes fueron La Sociedad Universal Automotora de Transportes S.A. con 58 casos, Transportes Panamericanos S.A. con 57,  Compañía Nacional de Microbuses S.A.  y la  Cooperativa Integra de Transportadores Pensilvania con 43 accidentes. 

Tres mujeres son asesinadas al día en Colombia

De acuerdo con cifras publicadas por el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, en 2007 fueron asesinadas 1.207 mujeres en todo el país. Asimismo, se registraron 11 muertes por violación; de éstas, nueves fueron mujeres.

De las 1.207 víctimas, 18 venían o iban para el trabajo, tanto en transporte público como privado. Asimismo, 17 de ellas murieron por causa de un arma blanca. Ocho perecieron en un atraco callejero. “Presuntas colaboradoras de un grupo ilegal”, fue la actividad que desempeñaba la mayoría de las mujeres asesinadas. Sólo hay una periodista registrada.

Sin embargo, en la frialdad de la estadística se quedaron los casos de 826 mujeres que murieron y de las cuales aún no se sabe nada: ni por qué, ni cómo, ni qué hacían y, a veces, tampoco quién fue.

Allá, en el olvido de los datos, quedaron sus muertes, anónimas, perdidas entre un mar de muertos por el cual pocos responden y por el que muchos lloran. Hay 67 casos en los que no se sabe quién lo hizo, mientras  los culpables pasan tan inadvertidos como sus propias víctimas.

Por Redacción Bogotá

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