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Murió... ¿por salir a trotar o por disentir?

A través de las fotos sus ojos desnudan una amabilidad desmesurada. Al conversar con sus amigos y su compañera la impresión que muestran las fotos se ratifica.

Sebastián Arias Espinosa
28 de febrero de 2009 - 10:00 p. m.

A Jaime Enrique Gómez Velásquez se le recuerda como un amigo de los amigos, buen contertulio y un   comprometido de la política y de la vida. Afirman que era un hombre con convicciones férreas, de izquierda, con talante conciliador y muy dado a su familia, en especial a sus hijos. Con 55 años a cuestas, Jaime Gómez fue conocido por el grueso del país el 23 de abril de 2006, un mes después de su desaparición, día cuando los medios masivos anunciaron que su cuerpo fue encontrado en uno de los senderos que acostumbraba a recorrer en las montañas de la capital.

En la versión oficial difundida se escuchó: “Asesor de Piedad Córdoba fallece en un accidente”. Sin embargo, ese no es el final de la historia de Gómez, sino el comienzo de una lucha, la que adelantan su familia y sus amigos por el reconocimiento de su memoria y de la verdad sobre las causas de su deceso.

“Jaime el bacán” —como lo llama su compañera, Lelis Archila—  salió a trotar por última vez en la madrugada del 21 de marzo de 2006. “Subíamos juntos por el Parque Nacional hasta los Tanques del Silencio después de las 5:00 a.m. Esa mañana, me cuesta acordarme de eso, yo no pude acompañarlo...  salió a las 5:20 a.m.”, recuerda Archila.

Historiador de carrera, Gómez participaba del grupo que rodeó a la senadora Piedad Córdoba desde 2003 y que la orientaba en sus accionar de oposición política.

“Estuvimos juntos en sucesos como el debate al ministro Fernando Londoño y en la elección del Polo para alcalde en 2003”, comenta Ómar Ñáñez, cercano amigo. Respecto a la seguridad, afirma Ricardo Montenegro, asesor de Córdoba: “Tuvimos una campaña complicada en 2006. Hubo amenazas, pero Jaime sabía que así es la política, y  más si se ejerce en la oposición”.

En este caso la verdad es un camino escarpado. “Al parecer hubo muchas irregularidades en el levantamiento”,  afirma Ñáñez. La investigación de una comisión de forenses independientes, ordenada por la Comisión Colombiana de Juristas, arroja una conclusión: las lesiones observadas en la humanidad de Jaime Enrique Gómez Velásquez son consistentes, llevan a la hipótesis de un homicidio; la verdad oficial no.

Al final, para aquellos que piden justicia sólo queda una frase de aliento propia del mismo Jaime Gómez: “Con paciencia y con amor se logran todas las cosas”.

Por Sebastián Arias Espinosa

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