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Bogotá se oscurece

Puente Aranda y Chapinero son las localidades más afectadas por la contaminación ambiental.

María Camila Peña
12 de marzo de 2009 - 11:00 p. m.

Altas temperaturas, días cada vez más grises, menor calidad de oxígeno, la agudización de enfermedades respiratorias y la presencia de nuevos virus como la malaria u otras enfermedades tropicales en Bogotá, son algunas de las consecuencias del oscurecimiento global, un fenómeno ambiental que es  producido por la combustión de gases resultantes del flujo vehicular  y las industrias.

Durante cerca de un año un grupo de investigadores de la Universidad Nacional se puso en la tarea de establecer las consecuencias del ozono troposférico (O3), un gas incoloro que se produce por las quemas de combustible, vapores de la gasolina y solventes químicos, y pudo establecer que en las zonas donde hay fábricas y alta circulación de vehículos –como Puente Aranda, Chapinero y Fontibón– las temperaturas eran seis grados más altas que en el resto de la ciudad. También se detectó que en estas localidades los días son más oscuros. “Nosotros quisimos  investigar el fenómeno de las islas de calor en Bogotá. Con imágenes satelitales capturadas mediante sensores remotos, pudimos establecer la presencia de gases contaminantes en las diferentes zonas y sus efectos en la radiación solar y la temperatura”, explicó el geógrafo de la Universidad Nacional Ricardo  Castro, uno de los investigadores del estudio.

Las mediciones se hicieron durante febrero de 2007. En los registros del 23 de febrero, a la una de la tarde, por ejemplo, se establece que mientras en Cazucá la temperatura era de cerca de 16 grados centígrados, en el parque Simón Bolívar las mediciones llegaron a los 22 grados. Según el estudio, las zonas menos afectadas por este fenómeno fueron el norte y Ciudad Bolívar.

Orlando Velandia, director de control y seguimiento ambiental de la Secretaría de Ambiente, explicó que “el oscurecimiento global es el resultado de la creciente contaminación ambiental, del material particulado (PM10) y los gases efecto invernadero. De esta forma, la radiación que sale de la Tierra se queda atrapada, aumentando las  temperaturas, y a la vez,  impidiendo que  los rayos solares ingresen a la Tierra”.

 Este fenómeno disminuye la calidad del oxígeno, hace más lentos los procesos de fotosíntesis, debido a la disminución de los rayos del sol, y por lo tanto origina  una baja producción agrícola; además, la baja luminosidad puede llegar a tener efectos en la piel de los seres humanos y en la absorción de vitaminas. “El incremento de las  temperaturas hace que aparezcan nuevas enfermedades en la ciudad, características de los climas tropicales, como la malaria o la leishmaniasis, ya que se generan las condiciones para su desarrollo. También pueden aumentar los casos de enfermedades respiratorias, como ha ocurrido en los últimos meses en la capital por los cambios del clima”, dijo Castro. 

Según los investigadores,  este proceso de calentamiento de la ciudad se viene presentando desde los años 70 y 80,  cuando se comenzaron a configurar las zonas industriales en la capital. Para Castro, el Distrito debe tomar medidas urgentes con el fin de mitigar los impactos de las industrias y mejorar la calidad de los combustibles.

Según la Secretaría de Ambiente, a finales de mayo del año pasado los sectores privado y público firmaron un manifiesto de lucha contra el cambio climático en el que los diferentes entes se comprometieron a trabajar articuladamente para reducir las emisiones de gases contaminantes. De la misma forma, el alcalde Samuel Moreno firmó un pacto con el presidente de Ecopetrol para lograr que la ciudad tuviera combustibles más limpios. “El año pasado, en un mes promedio se generaban 76 micro gramos de PM10 por metro cúbico. Hoy en día el nivel particulado ha bajado un 17%”, aseguró Velandia.

Este lunes el Distrito le entregará a la ciudad un software para que las industrias puedan calcular sus emisiones de CO2, y de esta forma tomar medidas en pro del medio ambiente, con el fin de  que la Bogotá del futuro no sea una ciudad infernal y sombría como lo pronostican las investigaciones.

Por María Camila Peña

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