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Un director en obra

Néstor Eugenio Ramírez empieza sus días a las 4:00 a.m. para supervisar personalmente los diferentes frentes de construcción que hay en la ciudad. No le asusta el cargo que desempeña.

Santiago La Rotta
17 de abril de 2010 - 09:00 p. m.

Mientras Néstor Eugenio Ramírez inspeccionaba las obras de construcción de andenes en la calle 127 con carrera 15, cuatro personas que pasaban por el lugar hacían, más o menos, el mismo comentario: “Mírelos, ahí viendo cómo rompen más la ciudad”. Minutos antes, una de las ingenieras de los trabajos dijo, al ver a Ramírez comprando agua en una panadería del sector: “No, qué miedo, es el director. Yo no quiero entrar allá”. Un compañero la consoló. Nadie salió herido.

El nuevo director del IDU lleva menos de una semana en el cargo, pero sabe que su figura inspira un amplio rango de sentimientos: miedo, incluso rabia, en algunos contratistas; indiferencia, odio quizá, en muchos ciudadanos y una suerte de conmiseración por parte de amigos, familia, conocidos y colegas. Al mismo tiempo que Martínez le decía “Sí, yo lo hago” al alcalde Samuel Moreno, muchos otros decían: “No, ¿por qué lo hace?”.

Desde esta semana, Ramírez cambió el traje y la corbata por el casco blanco, las botas negras con amarillo y el chaleco azul que dice en letras grandes IDU. El día comienza a las 4:00 a.m. Antes de las 7:00 a.m. ya ha metido los pies en una docena de charcos y dado otro buen número de órdenes para acelerar el paso en las 36 obras de valorización, los 29 frentes de obra de la fase III de Transmilenio, seis distritos de conservación de la malla y las múltiples excavaciones de andenes, renovación de redes de servicios, mantenimiento de losas que hay a lo largo y ancho de la ciudad.

Alguna vez les preguntaron a los ciudadanos de Manizales cómo querían que fuera el próximo alcalde. Los resultados de la encuesta, según los amigos de Ramírez, encajaban en el perfil del ingeniero civil, a quien no se le había ocurrido postularse para un cargo de elección popular porque “para eso se necesitan votos y yo dudaba de que mi mamá votara por mí”. La idea les quedó sonando a otros compañeros, quienes insistieron e insistieron hasta que lo convencieron de lanzarse. Ganó. Alcalde por accidente, casi.

El contratista que tiene enfrente frunce el ceño cuando Ramírez dice, en voz alta, que la obra está atrasada, bastante atrasada. En su primera semana, Ramírez se ha esforzado por dejar clara una idea: las cosas van a cambiar en el IDU. Según él, las obras con retrasos y problemas pueden sacarse adelante, pero sólo si se minimiza el tiempo que se toma el Instituto para resolver las dificultades. “En vez de escribir una solicitud, esperar a que esté autorizada, notificarla, es más sencillo llegar a la obra, consultar con el departamento jurídico y hacer lo que se requiera”. El contratista regañado asiente y afirma que las decisiones tomadas ese día ahorrarán la mitad del tiempo en trámites.

En otro frente de obra, un contratista dice que un grupo de ingenieros puede resolver un problema; el verdadero problema viene cuando llega un abogado. Todos ríen. Es un chiste, un chiste mitad cierto. Si bien el plan no es prescindir de los abogados (¿porqué entonces qué harían con medio edificio vacío?), la idea sí es agilizar las cosas, acelerar a fondo la maquinaria de la construcción pública.

“Alcalde, me va a hacer dar un infarto”. Ramírez acababa de escuchar que Samuel Moreno le proponía que dirigiera el IDU. Sobrevino un pequeño escalofrío. Era miedo, al menos un poco. Sabía que declinar la oferta no era una opción. “Acepté el puesto, porque hay que tener el valor civil para sacar a la ciudad adelante. Al alcalde Moreno le dije que yo también sabía qué era trabajar bajo presión. Me dijo que era justamente lo que necesitaba”.

¿Va a alcanzar el tiempo para terminar las obras?: “Yo estoy seguro de que sí. Hay algunos trabajos de valorización que, hay que ser realistas, no terminaremos. Pero el compromiso que adquirí con el Alcalde, y con la ciudad, es terminar la fase III y varios otros proyectos, como los distritos de conservación”. Ramírez es optimista. Dice disfrutar lo que hace. ¿Hay mucha diferencia entre manejar una ciudad como Manizales y el IDU?: “Sí, esto es mucho más complicado”.

Por Santiago La Rotta

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