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¿Estafa verde?

A través de una página de internet, la empresa Futuro Verde ofrece un jugoso negocio: cultivo de plantas aromáticas. Sin embargo, más de 40 de sus clientes aseguran que se trata de un fraude milimétricamente planeado.

Redacción Medio Ambiente
08 de noviembre de 2007 - 02:46 p. m.

Un amigo fue quien primero les habló a Hernando Plata y Catalina Salamanca sobre Futuro Verde, una empresa que a través de internet ofrece proyectos, asesoría técnica y comercialización para exportación de plantas aromáticas. Sus promotores se declaran expertos en una agricultura orgánica sana y económica, ecologistas enamorados de la tierra y discípulos de una filosofía de la abundancia. Denominan a su estilo Agricultura Sensitiva y lo explican a través de textos y videos como Sol y Malezas, en los que proscriben el arado con discos, el desyerbe y los abonos e insecticidas químicos.

No resultó difícil entusiasmar a Hernando y Catalina. La siembra de su amigo en el Tolima, con créditos del Fondo Emprender, era un negocio en marcha. Por otra parte, los directivos de Futuro Verde, Miguel Caro Vargas y Luis Ardila Núñez, parecían universitarios preparados, ambiciosos y serios. Así que decidieron embarcarse en el negocio de las plantas aromáticas.

Futuro Verde hizo una primera visita, por la que cobraron un millón de pesos al predio que Catalina y Hernando tenían en los Llanos, conceptuando que era perfecto para el propósito, con suelo y luz apropiados. Aseguraron durante la visita que podrían proveer plántulas a una empresa extranjera en el Vichada, además de pintarles un negocio ecológico, limpio y redondo.

Con ganancias garantizadas de $20 millones anuales por hectárea, Catalina y su socio gestionaron un crédito familiar, renunciaron a sus trabajos en Bogotá y se internaron en el llano para cultivar 15 hectáreas. Por el proyecto, Futuro Verde cobró $16'875.000. Era un proyecto elaborado en computador, minucioso y bien presentado, con gráficos de inversión y flujo de caja mes a mes. Calculaban en miligramos las cantidades de minerales requeridos por planta.

Acordaron visitas técnicas mensuales a $98.000 por hectárea para garantizar calidad y volúmenes de producción. No parecía demasiado caro, dadas las perspectivas. Les cobraron un curso de capacitación por $1'110.000 más, en el cual les enseñaron videos y les recomendaron leer libros como Los Cuatro Acuerdos. El mensaje era: completa paz espiritual para trasmitírsela a las plantas. Miguel Caro Vargas y Luis Román Ardila Núñez, los dueños de la empresa, rebosaban simpatía y seguridad empresarial. Sus técnicos Luis Parra, Camilo Martínez y Howard Vente, eran personas sencillas y con experiencia.

En apenas seis meses, Hernando y Catalina alcanzaron a perder $150 millones, antes de darse cuenta de que habían sido estafados. "De principio a fin todo el proyecto resultó un fraude. Todo era una habilidosa y bien montada mentira. Incluso los estudios de suelos eran inventados. Los costos de producción estimados en menos de un millón de pesos por hectárea, en la cruda realidad ascendían a $5 millones, por las onerosas labores de desyerbe, abonado y lucha contra plagas. Las inútiles visitas técnicas eran sólo un pretexto para cobrar. Los estimativos de producción estaban absurda y calculadamente inflados", comentan hoy los arrepentidos jóvenes empresarios.

Al tercer mes, cuando debería extraerse la primera cosecha, no había nada que cosechar. Sin embargo, Futuro Verde insistía en que todo iba bien. Que había que perseverar, incrementando las visitas técnicas. Ordenaron construir un invernadero y ofrecieron montar una planta secadora. Advirtiendo ya evidentes incoherencias y contradicciones, Hernando y Catalina contrataron una investigación privada que pronto mostró que otras cuarenta unidades "productivas" activas, en otros lugares del país, estaban todas quebradas. Esa parecía la explicación al celo con que la empresa ocultaba nombres y direcciones de otros clientes.

El pasado 5 de septiembre, un grupo de 12 clientes de Futuro Verde, decepcionados por el negocio y con la clara sensación de haber sido estafados, pudo al fin reunirse en un apartamento en Bogotá para contarse sus historias. Ese día llegaron a la conclusión que Futuro Verde vivía de vender proyectos falsos, plántulas caras (diez veces su valor comercial), cursos de "capacitación" inservibles, asesorías de mentiras y la ilusión de exportaciones masivas a jóvenes empresarios del agro, sin experiencia agrícola ni comercial.

Futuro Verde siempre tenía una excusa: decían que era por no haber seguido al pie de la letra sus recomendaciones, la inexperiencia o mala suerte. "Comprobamos que ellos recurren al testaferrato, pues ordenan los cobros a nombres de familiares o terceros para no capitalizarse y evadir a la DIAN", comentó uno de los asistentes a la reunión. "También que los contratos son amañados y sinuosos y que en vez de precios aproximados de compra del producto ofrecen unas fórmulas algebraicas ininteligibles".

Carlos Betancourt fue otro de los inversionistas que perdió sus ahorros. Hace dos años contactó a Futuro Verde. Cuatro meses después de alquilar una finca por cinco años para sembrar las plántulas, los técnicos de la empresa dijeron que la finca no era viable, a pesar de que los estudios iniciales indicaban que sí lo era. Luego de trasladarse a otra finca y una inversión superior a los $70 millones, Carlos y sus socios habían perdido 90.000 de las 100.000 plantas de romero, ruda y tomillo que habían sembrado.

"Su estrategia es capturar incautos a través de la agricultura limpia. Capturar gente que quiere hacer negocios motivados por una ideología ecológica", dice Carlos Betancourt.

Brenda Díaz fue otra de las víctimas. "Perdí casi $15 millones. Mi historia es la misma de las otras personas que contrataron con Futuro Verde". Al amigo que inició a Catalina y a Hernando en el negocio, las pérdidas le ascendieron a $180 millones. A otro, que también gestionó créditos de Minagricultura, lo estafaron en $100 millones. En el Quindío, algunas de estas personas recopilan más información.

La página de internet sigue funcionando (Productos Orgánicos Futuro Verde) invitando a más clientes sin ninguna advertencia de lo que ha pasado con estos cultivos. De hecho, Catalina y Hernando enviaron a alguien supuestamente interesado en el negocio a preguntar si las tierras del Llano serían aptas para un proyecto y los directivos de Futuro Verde le dijeron: ¡claro, allá tenemos nuestra plantación estrella de 15 hectáreas. No damos abasto a exportar!

"Cuando los confrontamos con cifras, dijeron que nos devolverían unos millones para que no interpusiéramos litigios y no divulgaran nada de lo sucedido", comentó Catalina. Sin embargo, quienes asistieron a la reunión en Bogotá, prefirieron darle otro curso a la historia. La Fiscalía de Villavicencio ya abrió la investigación por el supuesto delito de estafa.

El Espectador se comunicó con el señor Miguel Caro Vargas, pero se abstuvo de responder preguntas sobre estas denuncias. "El tema ya está en los estrados judiciales. Vamos a esperar el veredicto de la justicia y cuando salgan los resultados, nos pronunciaremos", comentó.

Por Redacción Medio Ambiente

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