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“Lo más desagradable fue tener que responder infamias”

Sandra Suárez habla de su retiro del controvertido cargo de Consejera para la Gestión de Acuerdos Internacionales, que ella estrenó hace cuatro meses. Afirma que su renuncia no tiene que ver con la polémica entre funcionarios de la Cancillería. Y se refiere a la mención de su nombre por un testigo de la parapolítica.

Cecilia Orozco Tascón / Especial para El Espectador
16 de noviembre de 2007 - 10:55 p. m.

Difícilmente una persona a los 37 años ha ocupado cargos públicos tan importantes como los de Alta Consejera Presidencial (en dos ocasiones) y Ministra del despacho. Por eso, cada vez que asistía a foros en el exterior, asombraba a sus colegas de otras latitudes, casi todos sexagenarios. Pero como la vida no es un camino de rosas, fue criticada con mucha frecuencia en su propio país por su presunta falta de pergaminos académicos, por las decisiones que tomó y, más recientemente, porque abandonó el puesto que asumió hace sólo cuatro meses, para aceptar una plaza en el sector privado.

Sandra Suárez, ex consejera para el Plan Colombia, ex ministra del Medio Ambiente, y ex consejera para la Gestión de Acuerdos Internacionales hasta la semana pasada, no llegó a la cumbre ejecutiva porque sí. Casi nadie sabe que ella conoció a Álvaro Uribe antes de que fuera gobernador de Antioquia. Sandra trabajaba en la agencia de publicidad que le hizo la exitosa campaña al actual jefe de Estado, cuando éste aspiraba a ser mandatario regional. Más tarde, ella fue miembro de la primera campaña a la Presidencia. Y luego se incorporó al Gobierno. Su más reciente nombramiento fue, sin embargo, el que mayores polémicas despertó, porque después de haberse retirado, hace ya un año largo, volvió a ser enganchada por Uribe para una tarea semidiplomática, que parecía haber sido inventada para ella pues no existía antes. La duda terminó incrementándose cuando se supo que se iba antes de cumplir siquiera un semestre de labor.

Otros dos factores la volvieron objeto de atención de la prensa: uno, la mención que el testigo de la parapolítica Rafael García hizo de su nombre, y dos, el cargo que asumirá en una multinacional y cuyas funciones serían éticamente incompatibles con su trabajo anterior como promotora del TLC con Estados Unidos, según han dicho algunos comentaristas. Sandra concedió dar esta última entrevista como funcionaria del Gobierno, antes de ingresar a la empresa farmacéutica de origen norteamericano Laboratorios Wyeth. La interrogué sobre lo divino y lo humano. No dio la impresión de molestarse con las preguntas, hechas a propósito para calibrar su temperamento y su preparación. Este es el resultado:

Cecilia Orozco Tascón.- En su último cargo de Consejera Presidencial para la Gestión de Acuerdos Internacionales duró cuatro meses. ¿No pensó que se podía interpretar como abandono de una tarea recién iniciada?

Sandra Suárez.- Me habría encantado estar hasta cuando se aprobara el TLC, pero consideré regresar al sector privado porque me hicieron una propuesta que me interesa. No es un abandono. Cuando regresé de Harvard, el Presidente me pidió que apoyara la gestión del equipo que estaba trabajando en la aprobación del TLC ante el Congreso de Estados Unidos. Mi rol era el de coordinar y articular las entidades que tenían que ver con los temas que los demócratas estaban poniendo en la agenda de discusión. Esa coordinación exigía una mayor agilidad en el suministro de información y un apoyo a la estrategia general. Hoy pienso que esa contribución era mucho más necesaria en los primeros tres meses porque consistía en echar a andar el engranaje y eso fue lo que hice.

C.O.T.- Se supone que para la tarea de estrategia de comunicaciones el Gobierno contrató no una, sino a tres firmas norteamericanas. Por eso y por lo extraño de la figura, su nombramiento fue interpretado como algo perturbador.

S.S.- Empiezo por la segunda parte de su comentario: cuando me nombró el Presidente, hubo muchos medios que interpretaron inadecuadamente el papel que yo iba a desempeñar. Hablaban de una gerencia o de una embajada alterna. Eso nunca fue así. Es cierto que hay unas firmas en Washington apoyando la actividad de la embajada, pero se requería que las entidades en Colombia asumieran el compromiso de darles insumos informativos tanto a la Embajada como a las firmas contratadas. Allí había un vacío.


C.O.T.- ¿La diplomacia paralela no fue incómoda para la embajadora Carolina Barco y para usted?

S.S.- La incomodidad se produjo pero no dentro del Gobierno, sino por las especulaciones de la prensa. Jamás hubo una sustitución de funciones. Era claro que la vocería frente al Congreso y a los congresistas norteamericanos estaba a cargo de la embajadora. Nunca intenté asumir tareas que no me correspondían. Tengo que expresar mi gratitud por el apoyo que me dieron la embajadora y el Canciller.

C.O.T.- A propósito del ministro Araújo y de la embajada en Washington, ¿qué tiene que ver su retiro del Gobierno con la controversia que hay entre funcionarios y el hijo del Canciller?

S.S.- El 20 de octubre, cuando tomé la decisión de retirarme, conversé con el Presidente. Viajé a Washington al día siguiente y le informé a la embajadora sobre la decisión que había tomado. Todos los hechos a los que usted hace referencia son posteriores a mi renuncia y no tienen nada que ver con ella.

C.O.T.- ¿Usted tenía pasaporte diplomático?

S.S.- Sí.

C.O.T.- Se lo pregunto porque su cargo no parecía encajar en los roles diplomáticos tradicionales. Se dijo que hubo desconcierto en la embajada americana en Bogotá.

S.S.- Muchos de los consejeros presidenciales tienen pasaporte diplomático. Nunca supe que en la Embajada de Estados Unidos aquí hubiera existido alguna confusión al respecto.

C.O.T.- ¿Y en la Casa de Nariño? Era extraña su situación porque después de ser ministra con funciones propias, usted llegaba a un cargo en la mitad de algo y de nada.

S.S.- Se equivoca. Inmediatamente después del anuncio se hizo rápidamente una reunión con el Presidente y quienes íbamos a hacer parte del comité coordinador para establecer las tareas específicas a las que me iba a dedicar. Desde el principio mi rol estuvo claro.


Presunta incompatibilidad

C.O.T.- Algunos comentaristas han dicho que su paso a un puesto de "asuntos públicos" en una multinacional farmacéutica que tiene interés en los negocios dentro del TLC, puede significar un conflicto ético porque usted viene del Gobierno ¿Qué responde a esa crítica?

S.S.- La situación es clarísima: el Tratado se firmó el 22 de noviembre de 2006. Durante esa negociación nunca participé en ningún tema que tuviera que ver con el sector farmacéutico. Luego, cuando vino la discusión del protocolo modificatorio que se firmó el 28 de junio de 2007, yo ya no pertenecía al Gobierno. Admito que puede haber una confusión por la actividad de impulso y aprobación del Tratado que hice en estos meses. Pero eso nada tiene que ver con el contenido de lo negociado que, repito, ya estaba firmado.

C.O.T.- La labor que usted tendrá que ejercer frente al Gobierno colombiano es la de defender los intereses de esa multinacional ¿No les da, así sea en parte, la razón a sus críticos?

S.S.- ¿Por qué lo dice?

C.O.T.- Porque cuando deba gestionar asuntos ante el Gobierno, es evidente la influencia y el acceso privilegiado que va a tener.

S.S.- No lo veo así. Nunca estuve en el sector de la salud ni en el de protección social. Claro, adquirí una trayectoria importante en el Gobierno, pero lo que voy a hacer ahora no tiene que ver sólo con el Ejecutivo, sino también con el Congreso. Allí puedo desempeñar un papel muy interesante. He consultado varios abogados y ellos me han dicho que no hay ningún problema de incompatibilidad o de inhabilidad.

Lo más desagradable

C.O.T.- En forma sorprendente, el llamado testigo estrella de la parapolítica, Rafael García, la mencionó en una de sus declaraciones diciendo, según informes de prensa, que usted era el enlace con los gobernadores de Magdalena y el Cesar para acuerdos con alias Jorge 40. ¿Alguna autoridad judicial ha requerido su declaración?

S.S.- Una cadena radial dijo que a pesar de que las declaraciones de Rafael García en la Comisión de Acusación estaban bajo reserva, se había podido establecer que él había mencionado mi nombre diciendo que yo había apoyado las campañas de esos gobernadores. Inmediatamente contesté que no conocí a los gobernadores en la campaña y que jamás había hecho política local. Después García aclaró que lo habían malinterpretado. Al parecer lo que realmente dijo fue que los gobernadores buscaron una alianza con la ministra para nombrar a los directores de las corporaciones autónomas. Pero yo había expedido un decreto para nombrarlos por concurso y ellos fueron escogidos finalmente por la junta directiva que preside cada gobernador en ejercicio. En esa junta de diez miembros, el Gobierno Nacional tiene dos. Y esas corporaciones se llaman autónomas, precisamente porque lo son. Nadie me ha llamado para declarar pero, por supuesto, explicaré lo que me soliciten.

C.O.T.- ¿Qué es lo más desagradable de su paso por el Ejecutivo?

S.S.- Es muy desagradable tener que estar respondiendo a las infamias y a las acusaciones temerarias. Pienso que el desacuerdo es normal en política, pero de ahí a hacer afirmaciones que pongan en riesgo la honra, la perspectiva profesional de una persona y hasta su integridad, hay una distancia muy grande y es algo irresponsable.

C.O.T.- ¿No cree que ése es el ambiente que ha generado el mal carácter del Presidente?

S.S.- No me parece. El Presidente es muy contundente y por eso algunas veces se puede entender mal su contundencia. Pero eso es distinto a que los críticos del Gobierno desaten una cacería de brujas.

C.O.T.- El Jefe de Estado ha sido hasta injusto con ciertos opositores y en varias ocasiones ha hecho afirmaciones muy delicadas. Probablemente por eso quienes ejercen la oposición se sienten con autoridad para atacar de la misma manera.

S.S.- Claramente yo no soy la persona para opinar sobre ese tema. Lo que puedo decirle es que creo que el Presidente ha puesto la cara en todas las circunstancias, ha dicho lo que ha tenido que decir y ha salido en el momento en que ha tenido que defender, por ejemplo, los principios y valores democráticos.

C.O.T.- ¿Entonces supongo que está de acuerdo con la segunda reelección de Uribe?

S.S.- (Risas) ¡Huy!... Esa pregunta... No voy a hacer ningún comentario al respecto.

¿Sexismo?

C.O.T.- En los mentideros políticos la descalificaban un poco despectivamente diciendo que usted era experta sólo en cosméticos.

S.S.- (Risas) Empecé a trabajar en una agencia publicitaria. Luego trabajé como directora de comunicaciones en una empresa de celulares. Después fui gerente de marca durante cuatro años en una multinacional que tiene varias líneas comerciales de cosméticos y aseo personal. Tal vez a eso se refieren mis críticos. Estudié publicidad y tengo un posgrado en estudios políticos y otro en mercadeo internacional. Recientemente hice una maestría en administración pública en Harvard. Aunque las mujeres nos preparemos mucho, con frecuencia intentan desacreditarnos. En eso hay algo de ataque al género femenino y algo de contenido político de las personas que no son amigas del Gobierno.

C.O.T.- Más allá de cualquier prejuicio, el ministro de Medio Ambiente debe ser un gran conocedor del tema. Tal vez por eso a usted no le dieron crédito.

S.S.- Después de estar año y medio en el Gobierno a cargo de los temas sociales del Plan Colombia, me sentía preparada para asumir nuevos retos. Cuando el Presidente me ofreció la oportunidad de asumir un ministerio, consideré que tenía la capacidad para hacerlo. Como soy una mujer estudiosa, sabía que iba a aprender rápido y a poder manejar los temas de mi cartera.

C.O.T.- De cualquier manera, hubo muchas críticas. Recuerdo por ejemplo una por haber derogado una norma que prohibía que ingresaran al país desechos peligrosos. Se vinculó esa decisión con el interés particular de los negocios de un colega suyo del gabinete.

S.S.- Cuando uno es responsable de otorgar licencias, siempre hay dos caras de la moneda: la de quienes están a favor de un proyecto y la de los que no quieren que se lleve a cabo. Hay muchos temas ambiguos que los ambientalistas llevaban discutiendo por años. Nosotros les imprimimos gerencia y pasamos de la retórica a la acción. Para contestarle su pregunta sobre los desechos, siempre estuve segura de que había actuado como debía ser. La Fiscalía investigó las denuncias, falló y me dio la razón. Desafortunadamente, cuando hay acusaciones se hace un gran despliegue, pero cuando concluyen a favor del denunciado, nadie lo publica.

Por Cecilia Orozco Tascón / Especial para El Espectador

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