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“Estamos solos en la mayoría de los casos”

Habla el Personero que buscando jóvenes desaparecidos en Soacha encontró las primeras pistas de los falsos positivos.

Cecilia Orozco Tascón / Especial para El Espectador
14 de junio de 2009 - 03:00 a. m.

Denuncia incremento de persecuciones a madres de los asesinados y a grupos de adolescentes, “revictimización” de los desplazados y un rebrote de panfletos con órdenes de expulsión o amenazas de muerte.

Fernando Escobar, un anónimo Personero de Soacha, nunca pensó que iba a ser más protagonista de las noticias que la gran mayoría de los funcionarios del país, y se incluyen entre éstos pesos pesados de la política como los ministros y los alcaldes de las principales ciudades. Lo paradójico es que pocos se acuerdan de su nombre y su apellido. Sin embargo, no hay duda de que su cargo sí quedará grabado por mucho tiempo en la mente de los colombianos, desafortunadamente debido a un asunto trágico y vergonzoso para Colombia: la práctica criminal de ejecutar a jóvenes de los barrios marginales (13 de ellos de Soacha) para presentar sus cadáveres como bajas efectuadas en combates militares.

El Personero de esa población que se ubica en las goteras de Bogotá, fue el primero que descubrió y denunció este tipo de homicidios. Transcurrieron meses antes de que alguien le pusiera atención. Cuando al fin sucedió, la información pasó de ser un rumor local a un escándalo de tales proporciones que aún se desconocen sus consecuencias en materia de sanciones internacionales para el país.

Pero después del doloroso estupor inicial, ha empezado a evaporarse la atención pública y a enmarañarse el juicio de los responsables. El régimen, entendido como el grupo de personas e intereses que manejan las entidades oficiales, ha reaccionado con manifestaciones verbales de condena, de un lado; y con las consabidas acciones silenciosas —pero efectivas— de defensa de la supuesta “institucionalidad”, del otro. Por eso, el Personero ha vuelto a sentir la soledad del principio aunque, según acepta, en ocasiones su despacho y los habitantes de Soacha han sido acompañados por algunos órganos humanitarios, especialmente cuando el clima social de ese conflictivo entorno entra en picos de crisis, como el que se siente ahora: madres de los asesinados están siendo amenazadas, entre otras razones, para que no presenten demandas contra el Estado; grupos neoparamilitares, proguerrilleros o de origen desconocido han reactivado sus hostigamientos y tienen el foco de sus odios puesto en los desplazados, una población que es perseguida a donde quiera que vaya; la estrategia de intimidación por intermedio de panfletos amenazantes se ha generalizado y las listas de futuros muertos o con órdenes de expulsión inmediata se convirtieron en el medio más común de información. El personero Escobar denuncia todo lo anterior y habla, específicamente, de ocho adolescentes que tuvieron que abandonar de un día para otro sus casas antes de morir a manos de los sicarios, y de un informe de violencia que acaba de elaborar su despacho y que refleja el alarmante cuadro de un paraestado criminal sin control del Estado formal.

Cecilia Orozco Tascón.- ¿Hay amenazas en Soacha contra quienes denunciaron los mal llamados falsos positivos?

Personero Fernando Escobar Franco.- La semana pasada llegaron a esta Personería amenazas de atentado con objeto explosivo. No descartamos que se trate de una retaliación por nuestras denuncias en la medida en que aquí hemos hecho visible el tema de los falsos positivos. Pero como nosotros también tenemos que ver con otros asuntos humanitarios, por ejemplo, atención a grupos desplazados por la violencia, desplazamiento interurbano o protección a habitantes que han sido objeto de amenazas, no nos atrevemos a señalar cuál sea el verdadero motivo para que se desencadenen esos fenómenos. De otro lado, sí sabemos que algunas familias de los jóvenes asesinados en los falsos positivos han sido objeto, recientemente, de presuntas amenazas.

C.O.T.- ¿Cómo y quiénes fueron amenazados?

F.E.F.- Tres madres que perdieron a sus hijos por los falsos positivos han dicho que tienen la percepción de haber sido seguidas. También contaron que personas sospechosas se han acercado a su residencia a indagar por ellas y que algunos otros integrantes de su familia han recibido llamadas amenazantes.

C.O.T.- ¿De qué tipo?

F.E.F.- Les hacen saber que no deben acudir a las convocatorias de las organizaciones humanitarias que tratan el tema de los falsos positivos. Ellas han dicho que también las instaron a que no actuaran contra el Estado.

C.O.T.- ¿Ha recibido información sobre amenazas a otros habitantes de Soacha?

F.E.F.- Acabamos de terminar un informe de la Personería sobre el tema. Tenemos registros de que hay 126 personas y familias de Soacha que han recibido diferentes tipos de amenazas en el período comprendido entre marzo de 2008 y lo que va de junio de 2009.

C.O.T.- ¿Qué datos relevantes tiene el informe?

F.E.F.- Los denunciantes indicaron que 78 amenazas del total de 126 provienen de grupos que ellos identifican como paramilitares; les adjudican 21 intimidaciones a las Farc, 10 a la delincuencia común, dos a agentes del Estado y en los otros 14 casos, las víctimas no pueden determinar quiénes eran los presuntos responsables. Pero lo que más nos preocupa es que después de un mes (marzo) de este año sin denuncias, hubo un incremento fuerte: 11 en abril y 26 en mayo.

C.O.T.- ¿Qué explicación puede tener este incremento?

F.E.F.- En estos meses aparecieron, con mayor frecuencia, panfletos amenazantes en los sitios de vivienda de unos sectores específicos de la población. Esa modalidad ha podido incidir en la cifra final. Hemos encontrado que un alto porcentaje de los amenazados son personas desplazadas: 81 de las 126 (ver parte superior de la página). Eso indicaría que hay una fuerte tendencia a revictimizar a los desplazados. Es significativo que en ocho casos de amenazas a desplazados, un familiar de cada uno de ellos hubiera sufrido reclutamiento forzoso en la zona de expulsión, y que otros 19 hubieran sufrido un intento de reclutamiento.

C.O.T.- ¿Ese dato final que usted anota podría indicar que los grupos armados ilegales que desean reclutar jóvenes los persiguen hasta el sitio donde se trasladan, en este caso Soacha?

F.E.F.- Nos preocupa que se esté dando el fenómeno de revictimización de las personas que han sido objeto de desplazamiento. Que de alguna manera se estén extendiendo las causas de los desplazamientos desde los territorios originales a Soacha.


C.O.T.- ¿Significa eso que los grupos persecutores tienen una organización que les permite movilizarse por el país para ubicar y perseguir a sus víctimas?

F.E.F.- No sabemos si existe esa unidad de acción. Sólo queremos poner de presente los casos que hemos conocido y no nos atrevemos a hablar de ninguna hipótesis, porque no tenemos facultades de Policía Judicial para investigar. Pero nos preguntamos si modalidades como la de los panfletos, que no sólo se está usando en Soacha sino en otras zonas, son una señal de que hay algún tipo de articulación que está permitiendo el desarrollo de una estrategia determinada.

C.O.T.- ¿No cree que los panfletos cumplen su cometido si la gente se atemoriza, aun sin saber si esos anónimos constituyen una amenaza seria?

F.E.F.- Es cierto que las amenazas escritas, incluidas las denominadas listas negras, se han utilizado en el territorio de Soacha y en Ciudad Bolívar desde hace mucho tiempo como una estrategia de intimidación o como un mecanismo de advertencia. Hay quienes consideran que los panfletos no tienen un carácter letal inminente. Pero dado lo que ha ocurrido en Soacha, en donde después de que alguien que aparece en una lista ha sido ejecutado, en la Personería hemos considerado que este tipo de amenaza debe ser tomado con muchísima seriedad. Hace unos días, en trabajo conjunto entre la Defensoría del Pueblo, Pastoral Social de la Iglesia Católica y Personería de Soacha, adelantamos una acción para retirar de la zona a ocho jóvenes amenazados. Hoy se encuentran protegidos. También hemos advertido, aunque no tenemos las cifras consolidadas, que han aumentado los homicidios en Soacha durante los últimos meses. Esperamos que los órganos de Inteligencia del Estado y la justicia nos digan si esos crímenes tenían que ver con las amenazas de los panfletos o no.

C.O.T.- ¿En las recientes amenazas escritas hay características diferentes?

F.E.F.- Es la primera vez que se conoce un modelo similar de amenaza que se activa en varias partes del territorio colombiano simultáneamente. Los panfletos también circularon, al tiempo, en diversos sectores de Soacha: Comuna Cuatro, en Altos de Cazucá; Comuna Seis, Comuna Tres y Comuna Uno. Este fenómeno no se había dado antes aquí.

C.O.T.- En cuanto al contenido de los escritos amenazantes, ¿hay alguna variación notable?

F.E.F.- Los panfletos continúan ocupándose de sectores sociales específicos, lo que hace pensar en un proceso de la mal llamada “limpieza social”, que amenaza a prostitutas, homosexuales, expendedores y consumidores de droga y también tienen como objetivo de amenazas a los más jóvenes de la población.

C.O.T.- El ex ministro de Defensa Juan Manuel Santos dijo en su momento que quien recibiera un panfleto debería romperlo en la cara del que se lo entregara. ¿Es posible y, sobre todo, es conveniente que la víctima asuma esa actitud?

F.E.F.- Eso depende de las concretas circunstancias y del temor que se pueda derivar de la amenaza. En cuanto a la conveniencia de actuar directamente, preferimos que el evento sea puesto en conocimiento de la autoridad.

C.O.T.- ¿Pero es conveniente asumir actitud de confrontación frente al asesino?

F.E.F.- No creo de ninguna manera prudente hacerlo, pero respeto la opinión del ex ministro.

C.O.T.- ¿Por qué tuvo que salir huyendo de Soacha el grupo de jóvenes al que se refirió y qué edad tienen ellos?

F.E.F.- Son ocho jóvenes que están entre los 12 y 17 años de edad, salvo uno que tiene 19. Recibieron amenazas en el sentido de retirarse de la zona o ser asesinados. Ellos pusieron esos hechos en conocimiento de la Personería y la Defensoría. Discretamente, decidimos ayudarlos a salir, sin comentar el asunto con las autoridades de policía, pues fue una petición que nos formularon ellos y sus familiares. Y, en estos casos, hemos tratado de actuar acatando las recomendaciones que nos hagan los ofendidos para evitar incurrir en un riesgo innecesario o para que no se interprete mal alguna acción que hagamos.

C.O.T.- ¿Le comprendí mal o este grupo de jóvenes pidió no informarle a la policía local?

F.E.F.- Entendió bien. Ellos querían que el caso se manejara directamente entre la Defensoría, la Personería y los organismos humanitarios.

C.O.T.- ¿No querían uniformados?

F.E.F.- Desafortunadamente no aceptaban que hubiera participación de algunos órganos del Estado. En términos generales, la comunidad de Soacha conserva una buena opinión de las Fuerzas Armadas, pero algunos sectores tienen ciertas reservas en la medida en que los habitantes no sienten que les otorgan credibilidad a sus denuncias. También es posible que los falsos positivos hayan afectado una parte de la institucionalidad y de la imagen de los organismos de seguridad.

C.O.T.- ¿No es extraño que niños de doce, trece o catorce años fueran amenazados de muerte?

F.E.F.- Por supuesto que sí.

C.O.T.- ¿En esta tarea de protección de la población amenazada la Personería a su cargo cuenta con el apoyo de organismos nacionales e internacionales de derechos humanos o está sola?

F.E.F.- La verdad es que la gestión que adelanta la Personería municipal es muy solitaria. Hemos logrado un acompañamiento importante de la Defensoría del Pueblo en temas específicos, y de organizaciones humanitarias internacionales como Acnur, con cuyos funcionarios instalamos una campaña de prevención de reclutamiento el año pasado. Coyunturalmente, cuando hemos solicitado apoyo de la Policía Nacional, también lo hemos obtenido. Pero en la mayoría de los casos estamos solos.

C.O.T.- ¿La Alcaldía de Soacha acompaña a la Personería en la defensa de la población o no?

F.E.F.- Tenemos la sensación de que hay una lectura diferente por parte de la administración municipal en Soacha sobre este problema social.

C.O.T.- ¿En qué consiste la diferencia de ‘lectura’?

F.E.F.- Por ejemplo, cuando nosotros hablamos de los riesgos de la población joven o de los riesgos de los panfletos, siempre nos han contestado que no hay homicidios relacionados con los panfletos o que no se puede afirmar que haya un carácter letal detrás de las simples amenazas escritas. Entendemos que la administración municipal adelanta unos programas de intervención social en los territorios. Y en el caso de la atención humanitaria a los desplazados, trabajamos articuladamente.


C.O.T.- Pero no me contestó: ¿La Personería se siente acompañada por la Alcaldía o no?

F.E.F.- Esa es una pregunta bien compleja de contestarle.

C.O.T.- ¿Y eso que quiere decir?

F.E.F.- Que no es posible agotar en unas líneas la complejidad de la problemática social de Soacha y las distintas miradas que suscita. Me preocupa que la acción de la Personería terminé desgastada y sin credibilidad.

C.O.T.- A mí me parece que lo que pasa es que usted está arando en el desierto.

F.E.F.- No. Es posible que seamos optimistas, pero la visibilidad que le han dado los medios de comunicación a esta situación social tan grave hace pensar que se está avanzando y que se castigará a los responsables.

C.O.T.- A propósito, ¿la seguridad democrática ha llegado alguna vez a Soacha?

F.E.F.- La seguridad democrática es una estrategia implementada principalmente para zonas de conflicto armado. El tema de Soacha es considerado como un tema de seguridad ciudadana… La verdad, no sé de qué otra manera contestarle. Excúseme usted.

C.O.T.- No se preocupe, Personero. Ya me respondió.

Uno de los colombianos más amenazados

Fernando Escobar es uno de los funcionarios con mayores riesgos de perder la vida en el país,  por el ejercicio de su cargo:

C.O.T.– Las amenazas contra usted y la Personería, ¿se han incrementado y son más peligrosas ahora?

F.E.F.– Hay amenazas contra la Personera delegada para los Derechos Humanos, contra una contratista que trabaja temas relacionados con desplazamiento forzado, y contra mí. Desde noviembre pasado a la fecha, he recibido cinco amenazas. Unas, se las adjudicaban grupos paramilitares de Cundinamarca; otras, llegaron a nombre de las ‘Águilas Negras’; en algún momento llegó una supuestamente de la columna Teófilo Forero, y otras han sido anónimas. Allí dicen que están esperando el momento para acabar con el “sapo del Personero”. La Policía Nacional y el Ministerio del Interior me aportan un buen esquema de seguridad. 

C.O.T.– ¿Cómo se ha alterado su vida en los quince meses que lleva en la Personería?

F.E.F.– De manera muy negativa por la restricción para acudir a sitios públicos y por las dificultades para compartir con la familia. Tampoco estaba preparado para el nivel de exposición en los medios que me ha tocado asumir. Nunca nos imaginamos la dimensión que iban a tomar los temas de Soacha.

C.O.T.– ¿Había pensado alguna vez que le tocaría vivir este rol?

F.E.F.– Absolutamente no. Jamás me imaginé terminar viviendo semejante situación.

Los perseguidos

Un informe elaborado por la Personería de Soacha con datos de 2008 y lo transcurrido de 2009 muestra un fuerte rebrote de la violencia y las amenazas. Un dato significativo es el de la persecución a los desplazados: de 126 amenazas, 81 se hicieron contra esa población. De esas 81 amenazas, 41 fueron ejecutadas por neoparamilitares y 30 por las Farc.

Por Cecilia Orozco Tascón / Especial para El Espectador

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