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Cierre de la revista ‘Cambio’, golpe al periodismo de denuncia

La decisión de la Casa Editorial El Tiempo de clausurar la revista ‘Cambio’ y de cancelar los contratos de Rodrigo Pardo y María Elvira Samper, los dos directivos del semanario, causó asombro y desasosiego en el mundo de los medios.

Cecilia Orozco Tascón
07 de febrero de 2010 - 03:00 a. m.
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 Y no sólo por inesperada. También porque casi nadie creyó que las razones económicas que se argumentaron para sacarla del mercado fueran las únicas. Los dos periodistas creen que hubo motivaciones políticas.

Rodrigo Pardo, ex director de la revista ‘Cambio’

“Nos botaron y nos cerraron, pero no nos equivocamos”

Cecilia Orozco Tascón.- ¿El cierre de la revista fue una decisión abrupta que se le comunicó a usted de improviso o fue informado anticipadamente?

Rodrigo Pardo García-Peña.- El año pasado supe que la junta directiva estaba evaluando lo que llama “el modelo de negocio” y que había inquietudes al respecto. De otro lado, también me llegaban rumores sobre las molestias que suscitaba el periodismo de denuncia y análisis que hacíamos. Cambio reveló, en 2009, los vínculos de Guillermo Valencia Cossio con la mafia, los acuerdos entre Colombia y Estados Unidos sobre las bases militares y el escándalo de Agro Ingreso Seguro, entre otros temas polémicos. Pensé que estos buenos resultados bastarían para que la Casa Editorial decidiera seguir adelante con la revista. Nunca me imaginé el cierre ni mucho menos mi salida de El Tiempo. Y no fui avisado con anticipación.

C.O.T.- La clausura de una revista de actualidad tan importante como ‘Cambio’ no es una decisión que se toma de un día para otro. ¿La situación económica era tan desesperada?

R.P.G-P.- No. En 2009 hubo ganancias y para 2010 ya se habían vendido más de $1.500 millones. Aunque no soy gerente, pienso que este año, con la recuperación de la economía que se espera, las utilidades de Cambio habrían podido aumentar. Además, la evaluación de un medio no se puede limitar al aspecto económico. Hay que hacer otro tipo de consideraciones, como la responsabilidad social que implica el periodismo para la democracia y el fortalecimiento del debate público.

C.O.T.- De todas maneras, se pregunta uno si un conglomerado con tanto músculo financiero como El Tiempo no hubiera podido mantener a Cambio, dado el valor de su marca. ¿El cierre tuvo que ver con las denuncias que ustedes hicieron?

R.P.G-P.- Me he estado preguntando hasta dónde el tipo de periodismo que practicábamos en Cambio, es decir, un periodismo investigativo, de denuncia, independiente, profundo, cabe en una casa editorial como El Tiempo, o en otros grupos que tengan una relación de dependencia con el poder político. Esto limita las posibilidades de existencia de una publicación como Cambio, porque mientras los propietarios necesitan cercanía con el Gobierno, el buen periodismo necesita independencia y distancia. La revista pisaba muchos callos, semana tras semana, que causaban molestias en personas del Ejecutivo.

C.O.T.- Entonces, ¿usted sí cree que el contenido de la revista influyó en la decisión de cierre?

R.P.G-P.- Sí, el contenido influyó. Lo que no sé es cuánto. Pienso que coexistían la molestia con la línea editorial y las inquietudes sobre la rentabilidad. Esto último me lo han dicho explícitamente. Lo primero, lo sospecho por indicios y por las preguntas que me hacían desde hace un tiempo. Ahora dicen que van a hacer una revista mensual. ¿Por qué María Elvira Samper y yo no podíamos hacerla? Obviamente no gustaba nuestra línea.

C.O.T.- ¿Por ser una línea crítica y de oposición?

R.P.G-P.- Por ser independiente. María Elvira y yo no creemos en la manguala entre los periodistas y el poder. Llamar a Cambio a pedir un favor, por parte de un político, o a negociar un artículo, era tiempo perdido. Lamentablemente, la cercanía entre el poder y los medios ha hecho que los gobernantes, políticos y grandes empresarios se sientan con derecho a influir en los contenidos y a negociar enfoques. Eso no pasaba en la revista. Ahora, yo sí he sido muy radical en mi crítica a la reelección y en enfatizar que la democracia se acaba cuando quien está en el poder cambia las reglas de juego a su favor.

C.O.T.- A propósito de su posición, un ex asesor del Presidente escribió en El Tiempo varias columnas contra usted. Dijo que usted era “el jefe de la bigornia”, o sea el jefe de “la banda”. ¿Vincula la molestia que se percibe en esa crítica con su salida?

R.P.G-P.- Algunas personas le atribuyen a José Obdulio Gaviria un poder muy amplio y una vocería autorizada del presidente Uribe; otros dicen que su poder es una fábula y un fenómeno sobrevaluado. Es obvio que me detesta y dicen que es un estrecho amigo de Francisco Solé, el representante del grupo Planeta en El Tiempo. Si eso tuvo que ver con mi salida, no lo puedo saber. Me imagino a José Obdulio, al presidente Uribe y a los protagonistas de los escándalos que publicamos en Cambio, como los Valencia Cossio y Andrés Felipe Arias, muy felices con mi salida y con el cierre de la revista.

C.O.T- Aunque no se lo dijeran directamente, ¿sintió que el contenido de la revista le molestaba al grupo Planeta o a algunos de los socios en particular?

R.P.G-P.- Nosotros actuábamos de manera autónoma, independiente y sin consultar a nadie. Pensaba que las muestras externas de admiración por los éxitos periodísticos del equipo de la redacción de la revista eran suficientes para asegurar la aprobación interna. No fue así.

C.O.T.- Usted es un experto periodista y en esa condición uno no se llama a engaños: detecta en el ambiente que las cosas no están marchando. ¿Tuvo sensación de aislamiento respecto del resto de la Casa Editorial?

R.P.G-P.- No. Ese tipo de sentimientos se percibían afuera. Nos hacían preguntas sobre por qué razón nos toleraban una línea editorial diferente a la de El Tiempo. También nos llegaban rumores de que me iban a botar y de que iban a cerrar la revista. Pero como eran versiones callejeras, María Elvira y yo decidimos seguir adelante con la política editorial que consideramos ética y profesionalmente correcta. Mi abuelo (Roberto García-Peña) fue director de El Tiempo durante 42 años y de él aprendí qué es periodismo y qué es democracia. En la dictadura de Rojas, a él le cerraron el periódico porque se negó a rectificar una información que afectaba al Gobierno. Creo que destapar la corrupción, defender la Constitución y criticar la concentración de poder es lo que corresponde a la tradición histórica y liberal del periódico.

C.O.T.- Entonces, ¿se equivocó?

R.P.G.-P.- Pues nos botaron y nos cerraron, pero no creo haberme equivocado. De hecho, pienso que quienes se equivocaron fueron ellos, aunque el que esté pasando un mal rato sea yo.


María Elvira Samper, ex editora general

“Ser independiente puedeconducir a la muerte profesional”

Cecilia Orozco Tascón.- ¿Sorprendida con la decisión del cierre de la revista y la exclusión suya y de Rodrigo Pardo de ‘El Tiempo’?

María Elvira Samper Nieto.- Francamente sí.

C.O.T.- ¿Por qué cree que ustedes no fueron enterados de la crítica situación por la que presuntamente pasaba la revista?

M.E.S.- A finales del año pasado hubo ciertos mensajes que se podrían haber interpretado en ese sentido, pero lo curioso es que en 2009 la revista dio utilidades. Creo que no fuimos informados de la decisión de cerrar Cambio porque hubo —además de otros factores— arrogancia de poder. Así de sencillo, así de simple, así de crudo y así de duro es.

C.O.T.- ¿Opina que la crisis económica es la verdadera razón del cierre de la revista?

M.E.S.- No es la razón fundamental, aunque ese sea el argumento de mostrar. Creo que hubo ingredientes políticos que no puedo probar, salvo porque sé, de buena fuente, que había miembros de la junta a quienes les parecía que no era conveniente tanto periodismo de denuncia. No se necesita tener más de dos neuronas para entender, incluso por el comunicado y por las declaraciones del presidente de la Casa Editorial, que las motivaciones económicas existían, pero que no eran las únicas.

C.O.T.- ¿Por qué dice eso?

M.E.S.- Porque no es creíble que una organización editorial de la trayectoria de El Tiempo tenga que cerrar una revista que dio utilidades, aunque se diga que no eran suficientes. Uno se pregunta si es posible que al  monstruo de las comunicaciones le haya quedado grande un negocio tan pequeño. Es muy difícil pensar que no hubo poderosas razones políticas que influyeron en esta decisión.

C.O.T.- En otras palabras, para usted es claro que el contenido de la revista le generaba problemas a la Casa Editorial y que ese factor ayudó a acelerar el cierre.

M.E.S.- Sí, porque estábamos pisando callos en un país donde cada vez es más difícil la disidencia y donde la arrogancia del poder brota desde tantos flancos. Como le digo, no tengo pruebas para demostrar lo que digo, pero había mucha información filtrada, muchas cábalas y mucho rumor sobre el futuro de Cambio.

C.O.T.- ¿No es paradójico que al buen resultado periodístico de la revista le siga la decisión de clausurarla?

M.E.S.- Por supuesto que sí. El año pasado dimos golpes noticiosos realmente importantes. Y justo cuando nos encontrábamos en el centro de la opinión y de la información, ordenan clausurar la revista sin darnos siquiera tiempo para terminar la edición que preparábamos, porque nos llamaron cuando estábamos en pleno cierre. Todo el equipo quedó absolutamente desconcertado y debo confesar que Rodrigo y yo también, por la forma como nos ‘decapitaron’.

C.O.T.- ¿No es muy duro para ustedes dos —con antiguas vinculaciones familiares con ‘El Tiempo’— que los saquen de esa manera?

M.E.S.- Claro que sí. No puedo dejar de preguntarme cómo El Tiempo, que ha sido un medio de gran tradición liberal, asume el costo que pagará por este deterioro de imagen y credibilidad. Tanto el abuelo de Rodrigo, Roberto García-Peña que fue director del  periódico, como mi abuelo, Luis Eduardo Nieto Caballero, pusieron el pecho al igual que el doctor Eduardo Santos cuando el periódico fue clausurado y sus instalaciones incendiadas; en su sala de redacción se luchó contra la dictadura, se resistió en medio de los años más aciagos de la violencia y se defendió el pensamiento libre. ¿Este grupo es el mismo que cierra una revista que ha hecho su trabajo con transparencia y con una agenda exclusiva nacida de la convicción de que hay necesidad de fiscalizar cada vez más el poder? ¿Es en las manos de esta casa liberal donde se le decreta la muerte a un medio independiente?

C.O.T- ¿Cree que los ataques que sufrió la revista por parte de altos ex funcionarios del Gobierno pesaron en la decisión de ‘El Tiempo’ y de Planeta?

M.E.S.- No tengo información para decir que no o que sí, pero sí siento que el periodismo colombiano está llegando a un punto de inflexión muy grave. No me atrevo a decir más.


C.O.T,- Apenas ustedes publicaban sus investigaciones, se le hacían fuertes críticas a la revista, incluso de personas que escriben en el periódico. ¿Diría que ustedes fueron minados desde adentro?

M.E.S.- Desde adentro y desde afuera. Es cierto que hubo columnas  muy agresivas contra Rodrigo o contra la revista en El Tiempo. Y el candidato Juan Manuel Santos dijo, hace pocas semanas, que éramos unos idiotas útiles. Que la gente saque  sus propias conclusiones.

C.O.T.- Precisamente, usted escribió una columna para responder esa expresión del ex ministro Santos…

M.E.S.- Así es y no me la perdona…

C.O.T- Justamente a eso iba. ¿Cree que él tuvo que ver algo en esta decisión?

M.E.S.- No lo sé, pero él sí debería responder esa pregunta.

C.O.T.- La expectativa que tiene el grupo Planeta de obtener un canal de televisión, ¿influyó en la molestia por el contenido crítico de la revista?

M.E.S.- No descarto que nos hayamos convertido en una piedra en el zapato. Hay muchos ejemplos en la historia del periodismo en que consta que se entregaron cabezas a cambio de negocios. No puedo sostener que la expectativa del canal haya sido una de las razones para que el contenido de Cambio molestara tanto, pero sí es una de las preguntas que nos han hecho a Rodrigo y a mí insistentemente.

C.O.T- ¿Cree que la libertad de prensa en Colombia se está deteriorando?

M.E.S.- Sí. Y no lo digo porque les prohíban explícitamente a los periodistas hacer o decir algo, sino porque son tantos los medios que están muriendo y los recortes que se están haciendo, que los periodistas se autocensuran sin que nadie les diga nada. El cierre de Cambio es un mensaje para muchos medios y reporteros. El mensaje de fondo de esta decisión  es que ser independiente, decir lo que se piensa y cuestionar el poder puede conducir a la muerte profesional.

‘Cambio’ nació española y muere española

La revista Cambio 16 Colombia nació de la mano de la sociedad empresarial española Cambio 16, presidida por Juan Tomás de Salas, influyente periodista madrileño, hoy fallecido. El semanario se imprimió por primera vez en Bogotá en 1993. Los socios colombianos del proyecto eran Daniel Samper Pizano, Darío Restrepo Vélez y Patricia Lara, entre otros periodistas. Se vincularon al nuevo medio famosas firmas: Antonio Caballero, Alberto Donadío, Germán Espinosa, Alfredo Molano y Darío Jaramillo. El éxito de los primeros números posicionó rápidamente la revista como una de las más fuertes de la época.

Años más tarde, Patricia Lara compró la totalidad de la empresa, que después fue transferida a un grupo compuesto por Gabriel García Márquez, su esposa Mercedes Barcha, María Elvira Samper y Roberto Pombo, actual director de El Tiempo. Este periódico adquirió la revista hace poco y le dio cobertura económica dentro de su organización. La Casa Editorial El Tiempo fue vendida, a su vez, al emporio español conocido como grupo Planeta. Hasta la semana pasada la decisión de cerrar Cambio definitivamente y de convertir la revista semanal en mensual, modificando por completo su contenido, era absoluto secreto. Rodrigo Pardo y María Elvira Samper, directivos del hebdomadario, fueron inexplicablemente despedidos.

Dos periodistas prestigiosos

Rodrigo Pardo es tan conocido por sus actividades periodísticas como políticas, aunque en los últimos años abandonó la carrera pública para dedicarse a los medios de comunicación. Pardo García-Peña es politólogo de la Universidad de los Andes y tiene una maestría en Relaciones Internacionales de la universidad norteamericana Johns Hopkins. Fue consejero presidencial, canciller de Colombia y embajador en Venezuela y Francia. Su carrera como periodista también es larga: analista y columnista de varios diarios, editor de El Tiempo, subdirector de Semana y director de El Espectador y de Cambio hasta la semana pasada, cuando le anunciaron el cierre definitivo de la revista.

María Elvira Samper es filósofa de los Andes, pero siempre ha ejercido el periodismo. Ha hecho y presentado diversos programas de televisión y radio. Fue propietaria, además de la revista Cambio, en una etapa anterior a la actual, del Noticiero QAP de televisión que rompió esquemas en presentación y concepción de noticias. Trabajó durante muchos años como editora, en la decana de las revistas colombianas, Semana, competencia directa de Cambio. Curiosamente, fue la única de los socios antiguos de la revista que permaneció en el medio. Al igual que Rodrigo Pardo, María Elvira fue sorprendida con la noticia de la clausura de Cambio y de la terminación tajante de su contrato.

Por Cecilia Orozco Tascón

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