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“…He pensado que la dirección debe pasar a otras manos”

Carlos Gaviria, presidente del Polo, se declara desencantado de la actitud mayoritaria de su bancada, que votó por un Procurador que representa un “fanatismo premoderno” y dice que conserva la esperanza de que el móvil de esa decisión no sea burocrático.

Cecilia Orozco Tascón / Especial para El Espectador
14 de diciembre de 2008 - 03:00 a. m.

La elección de Alejandro Ordóñez como nuevo Procurador General de la Nación, el hecho político más notorio de esta semana, era totalmente previsible: lo sabían los 102 senadores, quienes ya habían revelado, en su gran mayoría, que votarían por el ex magistrado. Lo sabían los otros dos candidatos de la terna, Camilo Gómez y Germán Bustillo. Lo sabían los miembros de la Corte Suprema y el presidente Álvaro Uribe. Lo sabían los medios de comunicación. Y, por supuesto, lo sabía el propio candidato del Consejo de Estado, a quien le tenían lista la fiesta de celebración desde hacía varios días.

Aún así, sorprendió el escasísimo número de congresistas que se negó a votar por él, en un acto que los demás parlamentarios consideraron como “suicida”. Ya se sabe que 81 lo apoyaron; que tres valientes no lo hicieron y lo dijeron públicamente; y que 18 se declararon impedidos (algunos de ellos con razones válidas, como Piedad Córdoba) o se ausentaron ladinamente. De esa manera, el Senado abrumó con su respaldo al candidato a la Procuraduría más polémico de los últimos años y decidió darles la espalda a los que lo objetaron con el argumento de que sus actos pasados indicarían que su filosofía ultrarreligiosa se cuela en su gestión pública, y todavía peor, que tendría tendencia a favorecer a sus amigos.

Igualmente, fue asombrosa la capacidad de convencimiento de Ordóñez, quien logró conquistar también a la oposición liberal y polista, excepción hecha de Cecilia López, Jorge Robledo y Luis Carlos Avellaneda. Los parlamentarios que parecieron abandonar la ideología de sus partidos, se disculparon diciendo que era el más calificado de la terna y que sus creencias religiosas, por sí mismas, no le impedían ganarse el cargo. Pero en privado, algunos confesaron la verdad, no sobre los acuerdos de puestos que habría ofrecido el nuevo Jefe del Ministerio Público, sino sobre el temor que les inspiran las investigaciones disciplinarias. Dicen, aunque no lo sostendrán jamás, que “el Procurador es tan poderoso que puede fregar a cualquiera cuando lo desee”, como si la facultad investigativa fuera un simple proceso de retaliaciones.

Carlos Gaviria, presidente del Polo Democrático, a quien nadie —ni amigos ni detractores— le puede negar la coherencia entre sus ideas y su conducta, comenta con inocultable desilusión la decisión de los senadores de su partido de votar por alguien que está en la orilla ideológica opuesta a la del movimiento que lidera. Pese a que trata de ser diplomático en sus respuestas, se cuidó de marcar las distancias y dejó entrever su desencanto, y todavía más: la posibilidad de retirarse.

Cecilia Orozco Tascón.- No es sorprendente que el nuevo Procurador haya sido elegido por la coalición de gobierno. Lo que sorprende es que también haya conseguido una inmensa mayoría de votos en la oposición liberal y sobre todo, en el Polo. ¿Qué opina de la posición de su bancada?

Carlos Gaviria Díaz.- Que es lamentable y sorprendente, porque el doctor Ordóñez representa algo que el Polo desea que se erradique del país: el fanatismo premoderno.

C.O.T.- Pero su opinión es compartida sólo por tres de sus senadores y la gran mayoría está del otro lado. ¿Qué repercusiones tendrá este hecho político que toca la raíz ideológica de su partido?

C.G.D.- Pienso que debe ser objeto de debate en el próximo Congreso del PDA, pues, como usted lo dice, toca de manera directa la orientación ideológica del partido.

C.O.T.- ¿No le impactó que siete senadores del Polo hayan decidido votar por el Procurador entrante?

C.G.D.- Aún no salgo de mi asombro.

C.O.T.- En cuanto concierne al Partido Liberal, se ha dicho que varios senadores de esa bancada votaron por Ordóñez por puestos. ¿También sucedió ese cambio de votos por puestos en el Polo?

C.G.D.- Conservo la esperanza de que ese no haya sido el móvil y desecho esa posibilidad como un mal pensamiento, pero a veces me asalta el temor de que los hechos puedan contradecirme abruptamente.

C.O.T.- El senador Petro cantó su voto por el ex magistrado Ordóñez y pareció disculpar en público su propia contradicción con sus principios anteriores y con los del Polo, diciendo que las creencias religiosas no pueden ser un obstáculo. ¿Comparte la opinión de que las objeciones contra el Procurador electo se limitan sólo a su religión, o será que Petro ya empezó a calentar motores para ser candidato presidencial?

C.G.D.- Veo con preocupación que muchas personas, incluidos algunos dirigentes del Polo, no han logrado distinguir entre las creencias religiosas, que son profundamente respetables, y el fanatismo que está excluido, por principio, de la convivencia civilizada de una sociedad pluralista. Sobre la última parte de su pregunta nada puedo afirmar, pero en materia de contradicciones sí no hay lugar a sorpresas.

C.O.T.- La columnista y escritora Florence Thomas, simpatizante del Polo, anunció que muchas mujeres se retirarán de su partido por la decisión de votar por Ordóñez.


C.G.D.- Entiendo cabalmente el desencanto de una mujer tan lúcida como Florence Thomas, que cree hallar en el Polo espacio para su lucha por una causa tan legítima y prioritaria, y de súbito encuentra que los congresistas del Partido parecen subestimar esos propósitos. Pero yo le aconsejo que no tome esa decisión apresurada, pues tengo la convicción de que ni la mayoría de los dirigentes, ni la mayoría de los militantes, comparten la actitud de la mayoría de la bancada. Pienso que ese ha sido un ‘lapsus’ que no debe llevar a descreer en el Partido.

C.O.T.- ¿Qué repercusión real cree que tendrá, entre los militantes del Polo, la votación de la mayoría de su bancada por el doctor Ordóñez? ¿Se retirarán muchos?

C.G.D.- Por las reacciones que he conocido y los mensajes que he recibido, sí es evidente que hay un gran desencanto entre la militancia. Yo espero que no tomen la decisión de abandonar el partido por lo que sin duda es una incoherencia con su proyecto ideológico, pero son accidentes que suelen ocurrir en la práctica política. Justamente, es una militancia vigorosa la que debe indicarles a los congresistas del partido cuál es el rumbo correcto trazado en el Ideario de Unidad y la necesidad de rectificar en el futuro conductas como la que venimos analizando. Por eso yo exhorto a la militancia a no abandonar las banderas en un momento crítico, pues su concurso es esencial para recuperar el rumbo correcto.

C.O.T.- Si usted hubiera podido votar, ¿cómo lo habría hecho?

C.G.D.- Me parece que el doctor Bustillo, una persona ilustrada y respetable, aceptó el rol que le asignó el Gobierno: contribuir pasivamente a la conformación de la terna. Yo habría votado por Camilo Gómez: conservador, serio, que ha dado muestras de su compromiso con la paz, objetivo esencial de la Constitución del 91.

C.O.T.- Es decir, entre dos conservadores se queda con el que parece tener mayor amplitud de pensamiento y tolerancia. ¿Lo interpreto bien?

C.G.D.- Desde luego. Eso significa que el reproche que le formulamos al doctor Ordóñez no radica en su actitud conservadora, sino en lo que insisto en llamar un fanatismo religioso premoderno, incompatible con el respeto por las ideas y actitudes ajenas.

C.O.T.- Me impresiona que los presidentes de los partidos de oposición, César y Carlos Gaviria, no parecen tener el control y manejo de sus respectivas bancadas. ¿Es así?

C.G.D.- En el Polo existe una dirección colegiada y se respeta profundamente la autonomía de la bancada parlamentaria. No pido más potestades que las que tengo, y tampoco deseo tenerlas. El respeto al ideario determina que situaciones como la presente sean excepcionales.

C.O.T.- Pero en este caso no se ve respeto por el ideario. ¿No le molesta esa falta de coherencia de su partido?

C.G.D.- Desde luego, no puedo negar mi inconformidad y mi molestia, compartida además, casi unánimemente, por el comité ejecutivo del PDA y por un sinnúmero de militantes.

C.O.T.- ¿No se siente incómodo con la soledad en que parece encontrarse frente al pragmatismo político de los suyos?

C.G.D.- En un país donde el talante pragmático es el que prevalece, casi no hay ámbito en el que uno no se sienta solo. Por fortuna, la soledad no me incomoda.

C.OT.- Si la actual posición del Polo de realismo-pragmatismo se acentúa, ¿qué haría entonces?

C.G.D.- Lo que usted llama realismo-pragmatismo es más bien el desprecio por las ideas. Yo jamás militaré en esa antifilosofía y por eso digo que no tengo temor de volver a mi soledad.

C.O.T.- ¿Significa que ha considerado retirarse porque la camisa del Polo ya no se ajusta al partido moderno que usted se imaginó?

C.G.D.- No puedo pretender que mi discrepancia con esas decisiones significa que la razón me asiste. Desde luego, no puedo ocultar mi desencanto con lo que ha ocurrido en este episodio en el que se ha puesto a prueba la consistencia ideológica del partido y ha salido mal librada. No obstante, sigo creyendo que el grado de unidad que se ha conseguido no puede arrojarse por la borda, pues el Polo está llamado a cumplir un papel esencial en el país. Siempre he creído que mi presencia en las instancias directivas es accidental y, aun antes del contratiempo, he pensado que la dirección debe pasar a otras manos.


C.O.T.- ¿La denominada ‘realpolitik’ estará borrando las fronteras entre los partidos y se están acabando los propios partidos?

C.G.D.- Creo que la “desideologización”, es decir, el abandono de supuestos y propósitos que guíen la acción política, es negativa, pero parece ser el clima prevaleciente en nuestro país y en nuestro tiempo. El Polo nació como un antídoto, pero no es fácil navegar ‘viento en proa’.

C.O.T.- La opinión de la prensa fue muy crítica del nuevo Procurador. ¿Por qué hay ese distanciamiento tan hondo entre los comentaristas y el Senado? ¿Quiénes se equivocan?

C.G.D.- No me gusta hablar de errores o de equivocaciones en esta materia, porque encuentro dogmático ese lenguaje. Prefiero hablar de coherencia o incoherencia con la ideología que se dice profesar. Creo que los columnistas que se han mostrado críticos con la elección de Ordóñez, desde una perspectiva liberal e independiente, han señalado de manera inequívoca la incoherencia en que han incurrido los senadores liberales y los del Polo que votaron por él. Desde esa perspectiva, me identifico con ellos.

C.O.T.- El ex senador Germán Vargas Lleras sostuvo que el Polo se reduce a Bogotá y a ‘algo’ de Nariño. Y dice que ha sido un desastre en la administración. ¿Cree que le asiste alguna razón?

C.G.D.- Los proyectos de contenido social son menos visibles y menos rentables en términos mediáticos. Ese factor lo aprovechan los adversarios del Polo, con sus propias aspiraciones, para demeritar la gestión de Garzón, que fue buena, y desconceptuar una administración que sigue los mismos rumbos, y ha recorrido apenas una cuarta parte de su itinerario.

C.O.T.- Garzón no encaja en la disciplina de ningún partido, y menos en la del Polo. ¿Qué harán con él finalmente, lo dejarán irse o tratarán de convencerlo de quedarse?

C.G.D.- No está en mi agenda, ni en mi carácter, impedir que aun las personas más calificadas tomen las decisiones que, a su juicio, resulten más acordes con sus propios intereses.

C.O.T.- El presidente Uribe ha logrado imponer en el país su agenda. ¿Qué impacto ha tenido esa que podríamos llamar omnipresencia presidencial, en los partidos de oposición y en concreto en el Polo? ¿Consiguió hacerlo entrar en crisis al menos en ciertos temas?

C.G.D.- Si acogiéramos la propuesta de Uribe, posiblemente obtendríamos mejores resultados en las encuestas de opinión, pero estaríamos claudicando en nuestros propósitos. Claro que para algunos, ese camino puede ser tentador.

C.O.T.- Me refiero a que en la “era Uribe” el país se ha “derechizado”. ¿La premisa anterior es cierta o simplemente se destapó un “carácter nacional” que antes estaba oculto?

C.G.D.- Me parece que Uribe ha obrado como un catalizador positivo de un proceso de derechización que viene de tiempo atrás.

C.O.T.- El trámite del referendo ha resultado finalmente muy accidentado. ¿Cómo cree que terminará este capítulo?

C.G.D.- El referendo es un instrumento que se ha propuesto para lograr un propósito que, por fortuna, cada vez es más improbable, cualquiera sea el mecanismo que se elija.

C.O.T.- ¿Las que parecieran ser evidentes faltas de rigor en la financiación de la campaña por el referendo son, a su juicio, una demostración de cómo se mueve la maquinaria del poder presidencial, o el señor Giraldo actuó solo?


C.G.D.- Sería pueril y tonto pensar que detrás de la campaña por el referendo y de los artificios oscuros que la han acompañado, no se encuentra el mismo Presidente.

C.O.T.- ¿Cuál es el escenario que usted se imagina para las elecciones de 2010, Uribe candidato o uno de sus delfines?

C.G.D.- Alguno de sus delfines, no necesariamente el más leal a las promesas del Mesías.

C.O.T.- ¿Y quiénes serán sus rivales? ¿Usted se ve en esa competencia y ve a César Gaviria?

C.G.D.- No veo a ningún Gaviria en esa competencia, ¿no le parece un gran alivio?

C.O.T.- ¿Por qué estuvo tan lacónico en sus respuestas?, normalmente usted no es así.

C.G.D.- Más bien lamento que muchas respuestas hayan sido demasiado extensas. La síntesis me fascina y me siento feliz cuando en pocas palabras puedo expresar con claridad lo que pienso.

Argumentos a favor de Alejandro Ordóñez en el Senado

1.- Ser el jurista más experimentado de la terna que se presentó ante el Senado.

2.- Su  trayectoria en la Rama Judicial.

3.- Haber tenido la dignidad de presidente del Consejo de Estado y ser el candidato de ese tribunal y no de la Corte Suprema.

4.- Su larga “campaña” ante los senadores, que se inició mucho antes de que su nombre fuera seleccionado.

5.- La coincidencia entre su ideología y creencias religiosas y las del presidente Uribe, que no sólo le despejó su camino y le garantizó los votos de la coalición, sino que generó como efecto inesperado la anulación anticipada del candidato del Jefe de Estado.

6.- Pertenecer al Partido Conservador (que se está quedando con puestos clave del Estado). Y haber logrado su apoyo frente a los otros dos candidatos conservadores.

7.- Tener fama de ser “amistoso” con los parlamentarios.

8.- Haber tenido experiencia político-electoral, lo que lo hace más cercano a los congresistas.

9.- Ser el ponente de una sentencia que conceptuó que un parlamentario que firmó el Pacto de Ralito no incurrió en conflicto de interés cuando votó a favor de la Ley de Justicia y Paz. Y que, en consecuencia, no había motivo para que perdiera la investidura.

10.- Haber sido criticado por los medios de comunicación.

Argumentos en contra de Ordóñez por fuera del Senado

1.- Ser un fanático católico, intolerante con otras religiones y filosofías.

2.- Haber participado en la quema de libros porque expresaban ideas contrarias a sus creencias.

3.- Haber escrito un libro abiertamente homofóbico, titulado Con los fallos de la Corte Constitucional sobre el libre desarrollo de la personalidad y la ley de unión homosexual: Hacia el libre desarrollo de nuestra animalidad.

4.- Asegurar en ese libro que “cuando estemos, ya fuere en el ejercicio judicial o en la actividad administrativa, ante la inminencia de aplicar una norma contraria al Derecho Divino o al Derecho Natural, no debemos olvidar las enseñanzas clarificadoras del texto perenne: la norma jurídica recibe su autoridad… del hecho de expresar el derecho natural, no del mandato dictado por un amo…” (pág. 78)

5.- Haber hecho campaña clientelista.

6.- Ser ‘blando’ con la clase política.

7.- Haber contado con el apoyo implícito de los otros dos órganos que nombraban candidatos, lo que invalidaba el proceso de elección.

8.- Su cercanía con el controvertido ex ministro Fernando Londoño, destituido e inhabilitado por la Procuraduría.

10.- La suspicacia en ciertos sectores de que llegaría a revocar importantes decisiones del procurador Edgardo Maya.

Por Cecilia Orozco Tascón / Especial para El Espectador

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