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Ni el asilo protege a ‘Pitirri’

Tres ex congresistas y un ex gobernador procesados por el escándalo parapolítico tienen un delator en común: Jairo Castillo Peralta, Pitirri, un ex paramilitar de Sucre asilado en Canadá.

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Redacción Judicial
25 de abril de 2008 - 07:58 p. m.
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Todos a quienes ha mencionado enfrentan líos judiciales. El parlamentario Erik Morris: condenado; el ex senador Álvaro García Romero: llamado a juicio; y el ex gobernador de Sucre Salvador Arana: prófugo. El último implicado por su dedo acusador fue precisamente el primo del Presidente y director del partido Colombia Democrática, Mario Uribe Escobar, a quien la Fiscalía le dictó orden de captura el martes pasado.

Paradójicamente ese mismo día, mientras el país despertaba con la noticia de la medida de aseguramiento de Uribe Escobar y su fallido intento de conseguir asilo político en Costa Rica para evadir la mano de la justicia, una inquietante comunicación le llegó a Canadá a Jairo Castillo Peralta. De manera muy sucinta el jefe de la oficina de Protección de la Fiscalía, José Gilberto Martínez Guzmán, le advirtió que “por información de inteligencia se tuvo conocimiento de que hay dos personas que viajarían a ese país en calidad de turistas con el fin de atentar contra su vida”.

Lo curioso del documento, fechado el 22 de abril de 2008 con el rótulo de “reservado-urgente”, es que se le pide a Pitirri “poner en conocimiento de las autoridades de ese país la situación planteada con el fin de que se tomen las medidas del caso y se extreme su seguridad”. El testigo estelar de la parapolítica vive como cualquier cristiano en Quebec, no tiene ninguna clase de protección —más allá de la lejanía con Colombia—, y trabaja en oficios varios para subsistir junto a su familia. Por eso, su preocupación con la comunicación de la Fiscalía.

“Yo le agradezco a la Fiscalía todo lo que ha hecho por mí, pero, ¿no debería ser esa entidad la encargada de tramitar ante las autoridades canadienses esta delicada información?”, le dijo a El Espectador Pitirri. Según él, el ente acusador le ha pedido que maneje esta información con el mayor sigilo, “pero yo sé que el silencio es mi mayor enemigo”. Sostuvo que su vida corría peligro, hoy más que nunca, por los resultados en las investigaciones de la parapolítica que se han derivado de sus acusaciones, pero —aseguró— “me encuentro desamparado por el Estado colombiano.

También le confesó a este semanario que es muy probable que pueda terminar asesinado, que teme por su vida y que probablemente muchos estarán diciendo: “Sí ve, eso le pasa por ‘sapo’ ”, pero “es la única manera de descubrirles el tanque a las ratas y no dejar el futuro de nuestros hijos viviendo la vida que hemos venido viviendo nosotros”. Pitirri señaló que sus declaraciones ante la Corte Suprema de Justicia y la Fiscalía han sido veraces “porque yo quiero que el país conozca la telaraña del paramilitarismo”.

Pues las verdades que ha revelado este ex miembro de las autodefensas sobre los alcances del maridaje de la clase política con el paramilitarismo no sólo lo obligaron a exiliarse en 2001, sino que hoy ni siquiera su permanencia en Canadá es garantía suficiente para no ser silenciado. Muchos son sus enemigos. Y él lo sabe. Por ahora, la Fiscalía trata de establecer quién dio la orden de asesinar al testigo estelar de la parapolítica. La Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia también fue informada de esta delicada situación. Las alarmas ya están prendidas. No puede ser que el ventilador parapolítico se apague así.

Por Redacción Judicial

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