Publicidad

Balance económico de 2007

Un grupo de expertos analiza el comportamiento de los principales indicadores en Colombia durante el año que termina.

El Espectador
02 de enero de 2008 - 04:30 p. m.

Empleo: mitos y realidades

Verónica Navas*

2007 fue el año de los mitos sobre el empleo. El primero de ellos, alimentado por los propios funcionarios del Gobierno, es que Colombia estaba presentando un crecimiento sin creación de empleo. El segundo, que se había mejorado la metodología y la precisión de las cifras de empleo, cuando en realidad lo que se hizo fue generar gran confusión acerca del nivel de desempleo durante un año. Y el tercero, que la reforma laboral no había contribuido a la generación de empleo.

Con respecto al primer mito, de un número de ocupados en 2002 cercano a 16.5 millones, se llega en octubre de este año a uno de 19.4 millones. La creación de empleo se volvió especialmente dinámica después de 2004 a raíz del impulso que experimentó la economía. Esta dinámica sorprendentemente se reversó en julio de 2006, cuando los economistas empezamos a nadar sobre las arenas movedizas de las nuevas cifras del Dane. Allí se configuró el segundo mito. Esa institución, encargada de informarnos de manera fidedigna y seria a los colombianos sobre muchas variables críticas para conocer el desempeño económico y para orientar las políticas públicas, se embarcó de manera obtusa en una reforma de la encuesta de hogares, que, al cambiar el muestreo y algunas preguntas, eliminó de la población económicamente activa y del empleo cientos de miles de personas. Como por arte de magia, de un mes a otro muchas personas aparecían que habían abandonado sus empleos y las actividades económicas. Se afianzó entonces el mito del crecimiento sin empleo. No obstante, era irreal que sectores dinámicos de creación de empleo, como el comercio y la construcción, que en términos reales estaban creciendo por encima del 15%, hubiesen dejado de hacerlo. Lo propio sucedía con la industria manufacturera y el transporte.

Con esto vino el tercer mito, que explicaba en parte esta aparente falla en la creación de empleo por la inoperancia de la reforma laboral. Hoy sabemos que las tres cosas carecen de fundamento. Una vez obtenidas las cifras comparables con la nueva metodología, se ha visto que la tasa de desempleo descendió al 10% en todo el país, muy por debajo del 16.6% del periodo postcrisis. Se ha revelado que lo sucedido luego de julio de 2006, se debió a artificios de cómo se recogen las cifras y se encuesta a los hogares, y no a que hubiese caído la creación de empleo. Por último, con esta evidencia se puede refutar, a quienes dicen saber, que la reforma laboral no sirvió.

2008, en contraste, no será el año de los mitos, sino de las realidades. La economía colombiana tendrá que enfrentar la realidad de si puede crecer sin un impulso que venga de la economía mundial y sin el soporte de la demanda venezolana. Entonces sabremos cuántos son los empleos que puede mantener la economía en la fase descendente del ciclo económico internacional, y enfrentando la turbulencia que emergería de un escenario adverso con el vecino país.

Se avecinan, pues, los dos años de "sinceramiento" en tema de empleo. Por tal razón, es que la Corte Constitucional debe abstenerse de jugar con fuego. Remover las cláusulas de la reforma laboral que permiten emplear a los más jóvenes, y que hacen más flexible la creación de puestos de las empresas, justo en el momento en que la demanda externa e interna se tornan inciertas, puede convertirse en un puntillazo fatal al mantenimiento de cientos de miles de empleos.

Los economistas que dicen saber cuántos de los millones de empleos que se han creado en los últimos seis años "no se han creado" en virtud de la reforma laboral, realmente dicen saber lo que no saben. Los abogados de la Procuraduría y la Corte Constitucional que decidan ponerles atención deben preguntarse en qué coyuntura de la economía colombiana están legislando, de lo contrario pueden complicar el panorama del empleo el próximo año.

* Analista económica, EConcept.

Tasa de cambio

Andrés Restrepo*

Hace un año, en este mismo especial de El Espectador, dijimos que todas las condiciones de los mercados apuntaban a una depreciación del peso después de cuatro años de apreciación sostenida del peso respecto al dólar. Hoy queda claro que la capacidad de predicción del valor del dólar a un año vista no es nuestro fuerte, y lamentablemente las noticias a nivel general de los analistas económicos del mercado no son mucho mejores: de acuerdo con la encuesta de expectativas del Banco de la República adelantada en diciembre de 2006, el promedio de encuestados esperaba una tasa de cambio de 2.362 pesos por dólar en diciembre de 2007, cuando en realidad hoy se ubica alrededor de los 2.000 pesos por dólar.

De hecho, 2007 dejó varias lecciones al momento de intentar entender el mercado cambiario. La primera, es que la tendencia de la tasa de cambio no puede modificarse ni con intervenciones en el mercado por parte del Banco de la República ni con restricciones parciales al endeudamiento externo o a las inversiones de portafolio. El Banco de la República compró en forma discrecional en el mercado cambiario más de 4.500 millones de dólares entre enero y abril de 2007 con el fin de frenar la caída en la cotización del dólar, sólo para observar cómo la tasa de cambio caía de 2.236 pesos por dólar (promedio en el mes de enero) a 2.009 pesos por dólar (promedio en el mes de mayo). Respecto a las medidas adoptadas por el propio Banco de la República y el Ministerio de Hacienda para frenar la apreciación, implementando un depósito al endeudamiento externo y a la inversión de portafolio, puede decirse algo similar: a la cotización del dólar poco le importaron. Si bien el ingreso de dólares por estas vías prácticamente desapareció, el comportamiento de la tasa de cambio no reaccionó al alza.

La segunda lección es tal vez más valiosa al intentar proyectar lo que sucederá en 2008: lo que mueve la tasa de cambio son los acontecimientos de los mercados externos, concretamente los estadounidenses. A lo largo de 2007, el único episodio de depreciación del peso se dio entre junio y septiembre, cuando la tasa de cambio pasó de 1.900 pesos por dólar a inicios de junio a 2.180 pesos por dólar en la primera semana de septiembre. Este comportamiento no se dio por las intervenciones del Banco de la República en el mercado (de hecho, éstas se suspendieron desde el mes de mayo) ni por las restricciones al endeudamiento y a la inversión de portafolio (medidas que se tomaron a finales de mayo, cuando la tasa de cambio estaba en 1.980 pesos por dólar). Las noticias fueron las que empezaron a mostrar los efectos de la crisis hipotecaria sobre los mercados financieros internacionales y los temores de su impacto en el resto de la economía lo que determinó que el peso se depreciara casi en 17% en sólo tres meses.

¿Qué implica todo esto?

En primer lugar, que la evolución de la crisis hipotecaria y sus efectos sobre el ritmo de actividad económica en Estados Unidos se sentirá de forma directa sobre la tasa de cambio. Si efectivamente la economía estadounidense entra en recesión en los primeros trimestres de 2008, no sería raro que observáramos una tasa de cambio por encima de los 2.300 pesos por dólar antes de junio. Por el contrario, si los recortes en la tasa de interés de intervención de la Reserva Federal continúan y logran evitar un escenario de crisis económica, enfrentaremos un amplio diferencial entre las tasas de interés externas y locales que alentaría el ingreso de divisas y profundizaría la apreciación del peso. En Corficolombiana creemos que la desaceleración de la economía estadounidense será mayor a la que hoy esperan los mercados y que por tanto la tasa de cambio alcanzará en promedio los 2.190 pesos por dólar a lo largo de 2008.

Sin embargo, creemos que la principal característica del mercado cambiario en 2008 será la volatilidad. Los meses de junio, julio y agosto de 2007 nos mostraron la fuerza con la que se dan estas correcciones en el mercado local. El hecho de que la economía colombiana enfrente un déficit en cuenta corriente que seguramente superará el 4% del PIB en 2007, acentúan este riesgo en la medida en que nuestro desequilibrio externo nos hace más vulnerables a este tipo de turbulencias.

En 2007 el mercado cambiario confirmó que predecir su comportamiento en un horizonte de un año es prácticamente imposible. Sin embargo, para 2008 parece que esta imposibilidad será cierta incluso para la semana siguiente.

*Gerente de Investigaciones Económicas de Corficolombiana


Política fiscal

Eduardo Sarmiento Palacio

A finales de 2006, la economía avanzaba a tasas del 8% que generaban una gran euforia. Y no faltaron quienes las interpretaran como un milagro tipo asiático. Señalé que se trataba de un desempeño que no era sostenible, pues excedía las posibilidades de la economía y se manifestaba en revaluación y déficit creciente de la balanza de pagos. Así, en los primeros meses del año la economía empezó a echar chispas, la inflación se elevó y la revaluación se acentuó, y en el último trimestre el crecimiento cayó a cerca del 5%.

Infortunadamente, las autoridades económicas nunca entendieron la coexistencia de los dos fenómenos. Dentro de la concepción tradicional, dieron por sentado que la inflación era un problema monetario y la revaluación y el déficit en cuenta corriente un problema fiscal. La realidad era muy distinta. En ambos casos se trataba de un fenómeno externo originado por la enorme liquidez mundial, las bajas tasas de interés internacionales y la modalidad de cambio flexible.

Montado en el falso diagnóstico, el Gobierno procedió a enfrentar la coyuntura dentro del criterio de inflación objetivo elevando las tasas de interés y la conformación de una comisión de conocidos economistas para formular recomendaciones fiscales que permitieran enfrentar las presiones inflacionarias y la revaluación.

Por desgracia, la comisión no partió de un diagnóstico sobre las condiciones de la economía, sino que entró a actuar con el diagnóstico universal de libro de texto de que la inflación es un problema monetario y el déficit en cuenta corriente un problema fiscal. Si bien el Gobierno no adoptó la totalidad de la propuesta en forma puntual, aceptó la visión general y tomó varias de las recomendaciones centrales, como las privatizaciones, el recorte del gasto en 1.5 billones de pesos, y la reducción del déficit fiscal. De todas formas, los miembros de la comisión acataron la decisión del Gobierno y aparecieron en coro revelando un acuerdo en lo fundamental.

Como también lo señalé, esas determinaciones no estaban en capacidad de reducir las diferencias de tasas de interés ni la revaluación ocasionadas por la modalidad de tipo de cambio flexible y las condiciones externas y agravadas por la política monetaria. Lo cierto es que las recomendaciones de la comisión y la acción de la Junta del Banco de la República no lograron los objetivos macroeconómicos de control de la inflación, crecimiento y estabilidad cambiaria. Por el contrario, la inflación superó la meta, el crecimiento se frenó al final del año y el déficit de cuenta corriente llegará al 4% del PIB, el más alto de América Latina. Aún más preocupante, la economía queda desguarnecida para enfrentar la caída de la actividad productiva en EE.UU., el control de cambios en Venezuela y la inestabilidad financiera mundial.

Ante el descuadre, los organismos multilaterales y algunos de los autores de la comisión se han precipitado a culpar la política fiscal de los resultados. Más aún, recomiendan aplicar un choque fiscal para propiciar la devaluación y moderar las tasas de interés. Es lo único que faltaba. En un momento de desaceleración de la economía, agregar a las altas tasas de interés y al déficit en cuenta corriente un choque fiscal, sería replicar las tres espadas de Damocles que llevaron al colapso de 1999.

De nuevo, los hechos se han encargado de demostrar que los desaciertos económicos no son un aspecto de personas sino de teoría y modelo. Basta sumar y restar para advertir que un déficit fiscal de 0.5% no puede ser el responsable de un déficit en cuenta corriente del 4% del PIB y de mucho más en el próximo año. Mientras se persista en el diagnóstico de que las altas tasas de interés y la revaluación se originan en el déficit fiscal, la receta de cualquier mortal resulta peor que la enfermedad.

¿Qué ha debido hacerse?

No faltarán quienes digan que es muy fácil dar soluciones cuando ya ocurrieron los eventos. Pero ese no es el caso de esta columna, porque muchas de las propuestas se formularon antes de que se adoptaran se registraran los acontecimientos. Ante todo había que reconocer que la causa de la revaluación, de la explosión de la demanda y la inflación de bienes no transables estaba en la entrada de capitales. En términos generales, se planteaba la aplicación de controles mediante el establecimiento de depósitos de divisas a la totalidad de los ingresos de capitales, y no a una pequeña fracción, e intervenir el tipo de cambio en forma anunciada. En este contexto, se habría contenido la demanda, revertido la revaluación y, lo más importante, moderado levemente el crecimiento, a cambio de hacerlo más sostenible.

Comercio exterior

Germán R. Verdugo*

Este año el comercio exterior colombiano exhibió un gran dinamismo como reflejo del alto crecimiento de la demanda, aunque el incremento de las importaciones superó ampliamente el de las exportaciones, prendiendo algunas señales de alarma sobre la salud de la economía si esta situación persiste o se intensifica.

Según los datos más recientes del Dane, a septiembre de 2007 la balanza comercial colombiana registra un déficit de US$ 1.125 millones, siendo el saldo negativo más alto observado desde 1998, cuando el déficit totalizó US$ 2.900 millones. Este resultado es producto de un crecimiento anual del 18.1% de las exportaciones en los primeros nueve meses del año, mientras que las importaciones lo hicieron en 27% durante el mismo lapso.

Sin embargo, esta situación no ha sido propia de este año y más bien es una tendencia de la historia económica reciente. De hecho, como proporción del PIB, las importaciones pasaron de representar el 17% en el año 2000 a 28% en 2007, mientras que las exportaciones se mantuvieron muy estables, alrededor del 20% durante dicho periodo.

Al realizar un análisis más detallado, hay particularidades importantes para destacar. En primer lugar se encuentra el amplio impulso que dio Venezuela, nuestro segundo socio comercial, a las exportaciones colombianas en la medida en que el crecimiento del consumo en el país vecino se mantiene alto (gracias a los altos precios del petróleo y al alto gasto público) en medio de un escenario de fuerte desestímulo a la inversión.

En efecto, mientras al cierre de 2006 Venezuela participaba con el 15% de las ventas externas de Colombia, al cierre del tercer trimestre de 2007, este indicador ya superaba el 15%. Adicionalmente, el comercio bilateral (importaciones más exportaciones) con el país vecino el comercio externo total se incrementó del 8.5% al 9.8% en el mismo periodo.

Cabe anotar que las exportaciones hacia Venezuela son casi exclusivamente no tradicionales, donde se destacan los bienes industriales, que representan el 85% del total de ventas externas industriales en lo corrido de 2007. Asimismo, Venezuela es el principal destino de las exportaciones agroindustriales y de productos agropecuarios no tradicionales, pues representan el 32% y el 66% de este tipo de exportaciones, respectivamente.

En contraste, la situación con EE.UU., que es el principal socio comercial de Colombia, se ha venido deteriorando en la medida en que el superávit comercial descendió considerablemente en 2007, mientras que el comercio bilateral ha perdido terreno, al cierre de 2006, al pasar de 33% del total de participación en el comercio exterior a un 30% al cierre del primer trimestre, además bastante lejos del 43% alcanzado en 1999.

Vale mencionar que hacia EE.UU. existe una concentración importante de exportaciones tradicionales (café, petróleo y derivados, carbón, ferroníquel), puesto que éstas equivalen al 68% del total de ventas externas hacia ese país. No obstante, EE.UU. es destino importante de otros rubros como flores y esmeraldas, que representan más del 70% del total de exportaciones, mientras que en rubros como confecciones, manufacturas de cuero, productos de café y demás industria liviana participa con proporciones superiores al 20% del total.

Por otra parte, cabe anotar que en 2007 los principales socios comerciales de Colombia fueron, en su orden, EE.UU., Venezuela, China, México y Brasil, los cuales representaron el 57% del comercio exterior total. De estos cinco socios sólo tenemos superávit con Venezuela y EE.UU., mientras que con los otros tres el déficit se ha venido ampliando.

Las exportaciones han tenido alto dinamismo con estos socios excepto con EE.UU., cuyo crecimiento ha sido prácticamente nulo, mientras que las ventas hacia México han caído 13% en lo corrido de 2007. Entre tanto, las importaciones han crecido por encima del 30% en el último año, con la única excepción de Venezuela, donde, al cierre del tercer trimestre, las importaciones registran una caída del 4%.

En conclusión, el comercio exterior colombiano tuvo un alto dinamismo en 2007, con una importante concentración hacia Venezuela y EE.UU. como destino de las exportaciones y con una alto incremento de las importaciones desde Brasil, Chile y México. Más allá de establecer si la revaluación ha sido una causa de la situación actual que se refleja en un creciente déficit comercial, lo cierto es que el dinamismo de la economía colombiana (alto consumo, alta inversión) es la principal razón del comportamiento reciente del comercio exterior.

* Director de Investigaciones Económicas - Correval S.A.


Inflación

Álvaro Andrés Camaro*

No cabe duda de que cuando hacemos el balance de lo que fue el desempeño económico del país a lo largo del 2007 el resultado no puede ser mejor. Un crecimiento económico que, desafiando los cálculos de importantes estudiosos, estará sobre el 7%; un déficit fiscal bajo control gracias al buen ritmo de aumento del producto y la importante gestión de la DIAN, exportaciones en un nuevo récord histórico y una tasa de desempleo que poco a poco avanza hacia la meta de un solo dígito.

Sin embargo, la inflación, que en los últimos años se había convertido en la variable de mostrar por su sujeción estricta a las metas fijadas por el Banco de la República, en el 2007 perdió su cauce y por cuenta del alza en los precios de los alimentos y la energía, así como por la fortaleza de la demanda agregada, alcanzará un nivel no visto en cerca de cuatro años, al tiempo que interrumpe un marcado ciclo descendente que tenía lugar desde 1996.

En medio de esta coyuntura, como era de esperarse de un Banco Central que actúa bajo un esquema de inflación objetivo buscando maximizar el crecimiento del producto y la generación de empleo, se han incrementado las tasas de interés básicas de la economía en 14 ocasiones, lo que en magnitud asciende a un ajuste de 350 puntos básicos. Al mismo tiempo, la autoridad monetaria aumentó los encajes requeridos de los intermediarios financieros, con lo cual buscaba frenar el crecimiento del crédito en una serie de medidas que coinciden con lo que se está haciendo en otros países que se encuentran en un ciclo de presión inflacionaria que en el fondo comparte muchos de los factores que se han dado en Colombia.

Si bien es cierto que la economía reacciona con rezago a las decisiones de política monetaria adoptadas por el Emisor, reconociendo que ya se observan algunos efectos en materia de la dinámica de crecimiento de la cartera bancaria y en especial de la de consumo, en 2008 aún existen riesgos que se deben monitorear de cara a llevar la inflación a una senda de largo plazo entre un 2% y un 4%. De un lado, los precios de los alimentos tienden a registrar un ciclo de oferta estacional en los primeros cuatro meses del año, que podría ser especialmente marcado en algunos tubérculos, situación que generaría dolores de cabeza dada su importancia en la canasta familiar y la dieta de los colombianos. Lo anterior sin contar con el efecto que las necesidades de sustitución de fuentes de energía seguirán teniendo en los precios de bienes básicos como el maíz, el trigo o el azúcar.

Paralelamente, los elevados precios del petróleo que a pocos días del cierre del año bordean los US$ 100 por barril, así como la política que esperamos ejecute el Gobierno para llevar las cotizaciones de la gasolina a niveles internacionales, se convierten en otra fuente de presión sobre la inflación. Vale la pena recordar que si bien factores puntuales de oferta no se manejan mediante movimientos en el costo del dinero y muchas veces escapan al control de la autoridad monetaria, tienen repercusiones en el momento en que alteran las expectativas de inflación de los agentes para quienes el hecho de no haber alcanzado la meta en 2007 genera dudas sobre la verdadera capacidad de retomar una tendencia descendente en los precios de la economía.

Si bien es cierto que la inflación de bienes no transables, aquellos que no son susceptibles de intercambio con el exterior, ha venido cediendo recientemente, aún se encuentra en niveles bastante alejados del rango superior fijado como meta por el Emisor en 4,5% para el próximo año. Es probable que en la medida en que la economía pierda ritmo se genere un ajuste a la baja en las presiones que se dan por fortaleza en la demanda agregada, lo cual esperamos sea bastante notorio en el segundo semestre de 2008. No obstante, algo que genera mucha inquietud es lo que pueda pasar con la inflación de bienes transables y regulados, los cuales, pese a la revaluación del tipo de cambio durante 2007, no presentaban una dinámica de descenso clara. Por ahora, nuestro pronóstico para la inflación al cierre de 2008 es del 4,5%, número que si bien es apretado frente al punto medio de referencia del 4%, permitiría retomar el movimiento bajista en el nivel general de precios de la economía.

*Vicepresidente técnico de Stanford Bolsa y Banca.

Producto Interno Bruto

Julián Pino*

Resulta muy satisfactorio abordar el tema del crecimiento económico para Colombia, sobre todo al observar su comportamiento durante los últimos cinco años, ya que éste ha superado las expectativas y pronósticos, incluso de los más optimistas. Para esto, resulta oportuno hacer un breve repaso de las principales cifras sobre el tema.

El año pasado se obtuvo un crecimiento del 6.8%, cifra muy superior al 4.7% presentado en 2005 y a los que la economía mostraba al inicio de este decenio, cuando éste apenas bordeaba los 2 puntos porcentuales. En lo corrido del año, el avance sigue sorprendiendo por su fuerza alcista: en el primer y segundo trimestre se obtuvieron variaciones en el PIB de 8.40% y 6.87%, respectivamente. Durante el tercer trimestre, el crecimiento llegó al 6.65%.

Es clave mencionar que el crecimiento colombiano tiene un alto componente de inversión, lo cual permite identificarlo como un proceso económico saludable. Esto, a su vez, se traduce en sostenibilidad en el tiempo, condición que nos debe ocupar en mayor modo, dado que existe una gran diferencia entre un crecimiento basado en el estimulo brindado por el Gobierno a través del gasto público, y la forma en que lo venimos haciendo en el país, es decir, mediante la inversión y el consumo de los hogares.

Otro factor importante es la necesidad de un entorno macroeconómico estable, en el que desempeña un papel primordial la tarea de un Banco Central independiente comprometido con la consecución de las metas de inflación de largo plazo y la eliminación progresiva de escenarios con fuertes volatilidades en los precios, además de favorecer la confianza de los inversionistas.

Además del reto del desempleo, otro desafío relevante que tendrá el país en 2008 será mantener los altos niveles de confianza que muestran en la actualidad los consumidores e inversionistas. Y es que la mejora en la percepción de seguridad ha llevado a que estos índices de confianza registren niveles históricamente altos, tal como lo muestran las últimas Encuestas de Opinión del Consumidor elaboradas por Fedesarrollo.

Asimismo, es indudable la continua mejora que se ha tenido en materia de seguridad y de fortalecimiento de las instituciones.

Lo que viene

Diversos análisis coinciden en que se aproximan tiempos difíciles, debido principalmente al cambio en el contexto externo. En primer lugar está la amenaza de recesión que afronta la economía estadounidense, nuestro principal socio comercial. Aquí vale la pena mencionar que si bien la crisis hipotecaria ha sido un factor negativo muy fuerte que ha afectado el desempeño de esta economía, también es importante anotar que aspectos claves como el PIB y la creación de empleo en EE.UU. muestran cifras que no parecen propias de una economía próxima a la recesión, sin pasar por alto la evidente desaceleración.

En segundo lugar se encuentra el ruido político que se ha generado con nuestro segundo socio comercial, Venezuela. En este aspecto, ya todos conocemos el deterioro de las relaciones políticas y las preocupaciones se centran en el riesgo latente de una ruptura de relaciones comerciales.

Para finalizar, es necesario decir que, aunque ya se presentan los análisis y artículos anunciando el 2008 como un año muy difícil, ningún análisis o pronóstico anticipó los excelentes resultados obtenidos estos últimos años. Es más, los anuncios sobre riesgos de recesión vienen de tiempo atrás, aunque el factor predominante ha sido la continua revisión al alza de las proyecciones de diversos organismos, tanto locales como externos, ante las continuas sorpresas positivas en los datos de crecimiento de la economía local y mundial.

Con lo anterior no se pretende hacer la vista gorda al cambio en las condiciones. No, el mensaje que se quiere dejar es que, aunque hay que estar conscientes de que los riesgos, tanto externos como internos, se han venido incrementado, siempre hay que analizar de forma detenida y obrar sin dejarse paralizar por las predicciones de catástrofes financieras y sí estar atentos a las oportunidades que continuamente brindan los mercados.

* Analista de Mercados. InterBolsa.

 

Por El Espectador

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar