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Sector automotor cambia de marcha

Camilo Llinás Angulo, presidente de la Asociación Colombiana de Fabricantes de Autopartes (Acolfa), está preocupado, pero no amilanado. Ciertamente, las amenazas que se ciernen sobre el sector son inmensas. Pero también es un hecho que la industria no está desahuciada.

Hugo Sabogal / Especial para El Espectador
18 de febrero de 2008 - 05:16 p. m.

Reconoce los golpes recientes. Por un lado está la decisión del gobierno venezolano de sólo permitir la importación de 18.000 vehículos ensamblados en Colombia (56.000 en 2007), generando un reacomodo interno que, inevitablemente, implicará más de 1.000 despidos y recortes en la producción. Y, por otro, figura la anticipada merma en la demanda local, como resultado de la amenazante avalancha recesiva en Estados Unidos.

Las previsiones de Llinás para 2008 apuntan a un camino inclinado y pedregoso, pero él —un economista pragmático— dice que, más allá de lamentarse, hay que tomar fuerzas y lucidez para enfrentar varios cambios profundos que vienen en camino y que podrían representar más una oportunidad que una amenaza.

Sentado en el restaurante Donostia, no muy lejos de su oficina, localizada en el Centro Internacional de Bogotá, habla con medida y sin apuros. Sin duda, su paso por varios cargos públicos le ha otorgado la habilidad de decir siempre lo justo.

Con cifras frescas en la mano, anticipa una caída en la producción nacional de unos 23.000 vehículos (de 178.640 unidades en 2007, a 155.783 en 2008). Y dice que, con excepción de Colmotores, que proyecta crecer su volumen en 10.000 aparatos (de 70.121 en 2007, a 80.000 en 2008), las otras dos ensambladoras, CCA y Sofasa, caerán, respectivamente, en 13.840 y 18.890 unidades anuales. Y las cifras de exportación, que se habían mantenido en ascenso continuo y significativo desde 2005, descenderán, en 2008, a 22.122 unidades, después de haber alcanzado su cúspide en 2007, con 69.418 despachos.

Los cálculos de Llinás, empero, apuntan a un moderado ascenso en el consumo interno, pasando de 260.881 vehículos en 2007, a 282.851 en 2008. Este breve repunte correrá por cuenta del sector importador no ensamblador, que aumentará sus ventas de 100.249 automotores en 2007, a 105.261 en 2008. Los modelos ingresados por las ensambladoras, sin embargo, caerán de 51.410 unidades en 2007, a 43.929 en 2008. Desde luego, la lectura es clara: la bonanza se está desacelerando.

Momento de cambios


Advierte que es momento de tomar nota de cambios mayores, como el replanteamiento estratégico de la industria a escala global. Dice, por ejemplo, que los grandes fabricantes estudian planes para reducir sus portafolios de ensamblaje en las filiales latinoamericanas —incluidas las colombianas—, con el fin de especializar la producción y los mercados. “La tendencia es dejar un modelo por planta, con el cual se abastecerá no sólo el mercado local, sino el de exportación”. En el fondo, todo esto apunta a que los negocios se vuelvan más rentables y especializados, una manera de asegurar la supervivencia.

Y aunque existe la opción de cerrar todas las plantas y dejar en manos de los importadores el abastecimiento automotor, como en el caso de Chile, Llinás descarta de plano esa opción para Colombia. “Primero, tenemos un mercado tres veces mayor que el chileno, y segundo, la demanda en el área de influencia de Colombia (Región Andina y Centroamérica) continuará aumentando, lo que les da a las plantas nacionales un interesante potencial de expansión”. Las cifras de Llinás revelan que el consumo en el área andina ascendió en 2007 a 822.093 vehículos, frente a una capacidad de producción nacional de 178.640. “Hay espacio para crecer en este entorno ampliado”. Pero, para garantizar la competitividad, habrá que actualizar tecnologías, incorporar avances y, quizás lo más importante, superar debilidades como la deficiente infraestructura vial y de puertos.

En el caso de las autopartes, Llinás anticipa que también hay cambios en el camino, gracias a un trabajo conjunto del Gobierno, los fabricantes, las ensambladoras y la Corporación Andina de Fomento. El propósito es elevar el sector a estándares globales de producción, calidad y servicio. “Hasta hace poco tiempo, la producción de piezas estaba en manos de empresas familiares, enfiladas, casi exclusivamente, a baterías, bujías y algunas partes plásticas y sintéticas. La idea es que todas estas firmas se transformen en plantas modernas y avanzadas, volcadas tanto al mercado interno como al externo.

Pero quizás el componente más llamativo es la llegada de productores de repuestos y accesorios de talla mundial, especializados en vidrios de seguridad, cables eléctricos, ejes y filtros. “Todos producen para Colombia y exportan al mundo. El impacto de la presencia internacional ha sido enorme”. Dicha mezcla de producto ha fortalecido el portafolio de la oferta nacional y ha puesto a Colombia en un lugar estratégico entre sus competidores del área andina, donde el consumo de estos productos por parte de la industria se fija más en la relación calidad-precio que en favorecer segmentos específicos de producción nacional. “Esto ha hecho que todo el sector mejore y se guíe por reglas de competencia internacional. Por eso hay razones para esperar buenos tiempos para el sector en el futuro”.

Quién es


Es economista del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, con una especialización en banca comercial. Ha ejercido la presidencia de organismos sectoriales de autopartes a escala andina y latinoamericana. Fue viceministro de Comunicaciones y secretario de Gobierno de Bogotá.

Muy personal


Se desempeñó como presidente de la Plaza de Toros de Santamaría, pero no es un gran aficionado a la fiesta brava. Tampoco es gomoso de los carros. Sus intereses están en el tenis, el fútbol y el ciclismo. Su debilidad musical son los corridos y las rancheras, y es un gran conocedor del género.

Personajes que admira


Se declara adepto del ex presidente Julio César Turbay Ayala, de quien aprendió de liderazgo y equidad. Y destaca el ejemplo de vida del torero César Rincón, quien mostró cómo surgir de la nada.

El menú


No es goloso. Acepta una entrada de pimentones asados, y la disfruta. Es amigo del filete de róbalo con verduras, acompañado de un Torrontés argentino. Pasa al café, sin hacer escala en el postre.

Por Hugo Sabogal / Especial para El Espectador

 

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