Una pasión que vale millones

Con modelos empresariales diseñados para captar varios millones de euros y dólares, los clubes de fútbol de todo el mundo trabajan por hacer de esta pasión la más grande multinacional del mundo.

Edwin Bohórquez Aya
25 de febrero de 2008 - 07:56 a. m.

La palabra gol no es lo único que da felicidad en el fútbol mundial. Eso lo tienen claro el Real Madrid, Manchester United, Barcelona, Chelsea, Arsenal, Milan, Bayern Munich, Liverpool, Inter y Roma; los diez clubes más ricos de todas las ligas internacionales y que entendieron que el espectáculo más visto en los cinco continentes, hace rato dejó de ser simple entretenimiento, para convertirse en un campo de juego que sirve para mover miles de millones de euros.

Una pasión hecha negocio que comprueba que los genios detrás del balón, más que los jugadores —Ronaldinho, considerado uno de los mejores del mundo, puede costar cerca de 100 millones de euros al año entre salario y publicidad—, son los presidentes y gerentes comerciales de los conglomerados económicos en los que se convirtieron los equipos. El Real Madrid, base central de los “galácticos”, por ejemplo, facturó en la temporada 2006-2007, 351 millones de euros, un 20% más que el año anterior. Con ello se consolidó como el modelo más deseado, gracias al registro de sus excelentes dividendos.

Las cifras fueron presentadas en el último estudio Football Money League, realizado por la firma de consultoría Deloitte & Touche, que analiza la facturación y las estrategias de los principales clubes del mundo. El pitazo final del estudio concluye que el fútbol sigue siendo un deporte en crecimiento, en especial para las ligas inglesa, italiana y española. Tanto, que la facturación generada por los 20 clubes más ricos alcanzó 3.700 millones de euros, un 11% más de lo que registraron en la temporada 2005-2006.

Aunque los porcentajes de distribución de los ingresos están claramente divididos entre boletería, publicidad estática, mercadeo, transmisiones de televisión y transferencias de jugadores, lo cierto es que casos como el del Real Madrid son exitosos no sólo por la calidad de sus jugadores y los resultados deportivos, sino por el sólido mercado internacional en el que se mueven, un nicho más que sirve para fortalecer sus ingresos. Sus arcas cada vez más parecen bolsas repletas, no precisamente de balones, sino de euros.

En conjunto, las variables deben conducir a la participación en las grandes copas europeas. Por participar en la Champions League, el conjunto merengue recibió un cheque por ventanilla de 21 millones de euros.

Lo propio sucedió con los equipos ingleses, que entre los dividendos que obtuvieron en sus ligas internas, los campeonatos continentales y las giras internacionales, pusieron en el cotizado ranking a seis de sus más poderosas empresas futbolísticas. Cerca están los italianos y los alemanes, con cuatro clubes cada uno.

El toque-toque

Los principales clubes de la primera división de Latinoamérica juegan su propio partido en la región y desde su área chica siguen la globalizada industria del fútbol como un negocio en el cual proveen de jugadores a los poderosos. Los forman, valorizan y venden. Aunque la mayoría de ellos presenta dificultades económicas, debido a los altos costos de arrendamiento de los escenarios, impuestos y transporte de jugadores, su fuerte comercial, más que el mercadeo, es definitivamente la transferencia de pases. Brasil, Argentina y Uruguay lo tienen claro, mientras que México, Chile y Ecuador dejan que sus informes se engorden gracias a la recaudación por transmisiones de televisión y patrocinios.

Brasil fue el mayor exportador de jugadores en la temporada 2006-2007. Durante este período, 851 de sus futbolistas salieron al mercado internacional. Argentina, por su parte, registró 40 transferencias, cuyo promedio aumentó en US$ 6 millones frente a igual período del año anterior. En transmisión televisiva, la Asociación de Fútbol Argentino (AFA) anunció una renegociación del contrato con la empresa Televisión Satelital Codificada, que implicará que los clubes gauchos pasen de recibir US$ 98 millones a US$ 180 millones para la temporada 2007-2008.

A ello hay que sumarle elementos como la popularidad de clubes como Boca Júniors. El equipo xeneize recibe US$ 6 millones por llevar en su casaca las marcas de Megatone y Goodyear, mientras que River Plate recibe US$ 4 de Petrobrás. Y debemos agregar que multinacionales como Wall-Mart, Pirelli, Samsung, Quilmes y Nike dejaron, por las leyendas plasmadas en las camisetas de todos los clubes gauchos, la nada despreciable suma de US$ 24 millones en 2007, algo así como 1,2 millones de dólares por institución.

El caso colombiano

En el país no es fácil encontrar cifras consolidadas sobre el fútbol como negocio. Sin embargo, algunos estudios coinciden que en 2007 el torneo local tuvo movimientos económicos por taquillas, salarios y premios cercanos a los $730.000 millones. Tan sólo Bavaria, que es el patrocinador oficial de la Selección Nacional, a través de Águila, tiene una estrategia de posicionamiento de marca que supera los $14.000 millones en equipos como Santa Fe, Cúcuta y Deportes Tolima.

El tema de los derechos de televisión del rentado colombiano se convirtió también en otro huevo dorado de la gallina. El año pasado la División Mayor del Fútbol Colombiano (Dimayor) recibió US$ 17 millones ($ 40.000 millones) del consorcio TV Cable EPM Televisión por transmisiones del torneo local. Quiere decir que a cada uno de los 18 equipos de la primera A le tocarían $ 2.200 millones.

El deporte más popular en Colombia, al igual que en el resto del mundo, es tan significativo para los patrocinadores, que ellos mismos cuentan su experiencia: “El fútbol es un excelente medio de comunicación que nos permite llegar de una manera efectiva a los consumidores. Son hinchas que vibran y sienten con su gran pasión. Además, a través del deporte fomentamos los atributos de la marca, como la pasión, frescura y la colombianidad”, explica la compañía.

El Deportivo Cali, considerado por los dirigentes nacionales como el club más organizado de los 18 equipos de la Primera A, ha entendido que en su modelo empresarial juegan un papel muy importante los patrocinadores. Por ello, esta semana presentó “la alianza comercial con motocicletas Honda. Su sello saldrá en la parte trasera de la camiseta y en las medias. También tiene alianzas comerciales con la Industria de Licores del Valle y la empresa de telefonía Tigo, que estará igualmente en la camiseta y la pantaloneta”, comenta Marco Antonio López, gerente general del Deportivo Cali.

A las arcas del club vallecaucano entran cada año entre $ 2.500 y $ 3.000 millones de sus patrocinadores. En el plan de negocios del equipo verde, en los próximos meses comenzará a figurar su nuevo estadio, un activo que de acuerdo con sus proyecciones producirá cerca de $40.000 millones al año.

Por su parte Millonarios, un club que ha pasado por varias crisis económicas, recibió “el año pasado alrededor de $ 4.000 por publicidad”, comenta Juan Carlos López, presidente del equipo, quien sostiene que entre sus rubros de ingresos también figuran las taquillas, la carnetización de socios y publicidad estática y en camisetas. Y la participación en torneos internacionales engorda las arcas. El equipo azul recibió el año pasado más de $ 2.000 millones de la Confederación Suramericana de Fútbol, por su participación en la Copa Suramericana, y una cifra superior en taquillas.

Pero si algo está claro es que “en Colombia, como en todo el mundo, el fútbol es un negocio, cuyas bases se deben consolidar sobre una sana estructura administrativa”, explica Ramón Jesurún, presidente de la División Mayor del Fútbol Colombiano. Y agrega: “El negocio va de la mano con los progresos tecnológicos. Las mejoras en la transmisión por televisión vía satélite y la creación de canales deportivos de cable y la internet, han propagado enormemente las audiencias, convirtiendo este deporte de masas en un poderío económico”.

Sin embargo, las mayores trabas que hay en el fútbol colombiano no son precisamente las tarjetas rojas, sino la legislación. Así lo considera Luis Bedoya, presidente de la Federación Colombiana de Fútbol: “La Ley Marco del Deporte, de 1985, obligó a que todos los equipos se convirtieran en corporaciones sin ánimo de lucro. En 1995 se dio la posibilidad de sociedades anónimas, pero sólo para los equipos que se crearan después de esa fecha. Hoy, la mayoría son sin ánimo de lucro. En el fútbol moderno eso no incentiva a que lleguen inversionistas, porque no hay lucro. Además, la ley también prohíbe que el club tenga más de una disciplina deportiva y no se pueden desarrollar esquemas como el de Brasil y Argentina, donde por ejemplo, tienen regatas, esgrima, voleibol, baloncesto y fútbol, todo bajo la misma marca”.

Lo cierto es que el fútbol, ante los ojos del mundo, está signado por el poder del dinero y la pasión se vuelve un rubro económico que mueve paralelamente las industrias aérea, hotelera, turística, de confección y tecnológica, entre otras. Algo que en Latinoamérica ya se entendió y por eso, para ligas como la colombiana, dejó de ser un mero espectáculo para convertirse en un negocio tan redondo como la misma pelota de juego, sin duda el más conocido ícono del deporte mundial.

Un concepto esperado

Por estos días, los dueños y accionistas de los clubes profesionales de primera y segunda división del fútbol colombiano están expectantes. La Sala de Consulta y Servicio Civil del Consejo de Estado deberá emitir un concepto sobre el derecho de propiedad de los equipos y esta opinión puede causar un vuelco en el sistema de propiedad imperante en el país.

En concreto, el Consejo de Estado deberá conceptuar si los equipos de fútbol en Colombia deben funcionar como entidades sin ánimo de lucro o como sociedades anónimas, pues hasta ahora lo han hecho a su conveniencia. Como no existe una norma de obligatorio cumplimiento y son débiles los sistemas de fiscalización y control, el hecho impide la capitalización de los clubes.

Según entendidos en el tema, de fijarse una directriz específica al respecto se pondrían contra la pared buena parte de los clubes que hoy neutralizan la posibilidad de que nuevos socios participen en la administración de los equipos. Es más, hay clubes profesionales donde en pocas manos están todas las decisiones económicas, deportivas y administrativas, situación que también impide que los equipos superen la permanente crisis que los agobia.

La consulta fue realizada al Consejo de Estado por la ministra de Cultura, Paula Marcela Moreno Zapata, a solicitud de Everth Bustamante García, director del Instituto Colombiano del Deporte. Aunque el concepto no obliga al Ejecutivo, los puntos de vista del organismo judicial sí podrían impulsar un cambio total en el manejo económico que hoy se le da a la mayoría de los equipos de fútbol en Colombia.

Por Edwin Bohórquez Aya

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