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Trabajó como corresponsal de guerra en la crisis del Canal de Suez, la guerra entre Irán e Iraq y la masacre de estudiantes en la Plaza de Tiananmen en China. Ha colaborado para el “Daily Express”, el “San Francisco Chronicle”, así como para la BBC de Londres. Por su labor periodística ha recibido menciones de la Mark Twain Society, mientras algunos de sus libros documentales y ficciones han sido llevados al cine.
“El espía del Mossad”, uno de sus últimos títulos, narra la vida del magnate y espía israelí Robert Maxwell, fallecido en 1991 en extrañas circunstancias. Entre sus libros más vendidos figuran “Semillas de odio”, “Las torturas mentales de la CIA” y “Mossad, la historia secreta”. Ha sido récord con más de 45 millones de ejemplares vendidos en el mundo.
Bomba sucia
La semana pasada, durante la Conferencia de Desarme de Naciones Unidas, el vicepresidente, Francisco Santos, reveló que en los computadores de ‘Raúl Reyes’ se encontró “información enviada de un comandante a otro que indica que las Farc estaban aparentemente negociando por material radiactivo, la base principal para generar armas sucias de destrucción masiva y terrorismo”.
‘Raúl Reyes’ habría recibido el 16 de febrero de ‘Édgar Tovar’, jefe del frente 48, un correo electrónico en el que le comunicaba: “Hay un señor que me surte de material para el explosivo que preparamos y se llama Belisario y vive en Bogotá y es amigo de ‘Jhon 40’ (...) Él me manda el muestrario y las especificaciones y propone vender cada kilo (de uranio) a 2,5 millones de dólares y que ellos entregan y nosotros miramos a quién le vendemos. (...) Que sea el negocio con un gobierno para venderle arto (sic); tienen 50 kilos listos y pueden vender mucho más. Tienen el contacto directo con los que tienen el producto”.
El término de “armas sucias” ha provocado una gran confusión. En un principio el término sirvió para designar bombas de fisión de bajo rendimiento, pero hoy se utiliza para identificar los artefactos explosivos que diseminan partículas radioactivas en la atmósfera. Se trata de un arma de fácil fabricación, pues combina explosivos tradicionales con alguna sustancia radioactiva que luego de la detonación queda dispersa en la zona del ataque. “El efecto real de ese material radioactivo no es importante, pero el efecto de terror que provocaría si es preocupante”, explica Fernando Cristancho, físico experto en energía nuclear de la Universidad Nacional. El uranio enriquecido (es una de las formas químicas en que el uranio es más radioactivo) que estarían negociando las Farc no sería utilizado para crear una bomba que utilice energía nuclear, porque eso exige infraestructuras gigantescas y miles de millones de dólares. En cambio, como ha sucedido con los cilindros-bomba, podrían utilizar ese uranio para contaminar la zona donde explote el artefacto convencional. “La contaminación radioactiva no sería suficiente para matar a nadie, pero crearía pánico en la gente”, comentó un experto en energía nuclear de la Universidad de los Andes que prefirió que su nombre no se publicara.
Rebeldes chechenos han sido acusados de utilizar en 1995 una bomba sucia en Moscú, que contenía 5 kg de explosivo y como material radiactivo Cesio-137. Aunque no ocasionó ningún desastre sí fue utilizada como amenaza y demostración de fuerza. Desde el derrumbe de las Torres Gemelas se teme por el uso de estas bombas en manos terroristas.
Organización Sol Naciente
La carrera delictiva de Semyon Yukovich Mogilevich terminó en 1995, cuando autoridades británicas concluyeron con éxito un operativo en su contra después de años de investigación sobre el crimen organizado ruso en Gran Bretaña. El multimillonario Yukovich obtuvo su fortuna de una combinación de actividades ilícitas que abarcaban la prostitución, extorsión, venta de armas y tráfico de drogas, coordinadas a través de una organización conocida como el Sol Naciente.
El uranio de las Farc
Las revelaciones del computador de Raúl Reyes sobre la supuesta intención de negociar 50 kilos de uranio a través de un mediador extranjero no son la primera referencia entre las Farc y el material radioactivo.
En junio de 2001, en época de la zona de despeje del Caguán, alias el “Mono Jojoy” le dijo a El Espectador que las Farc habían autorizado el ingreso de expertos japoneses para que buscaran el material radioactivo en la Serranía de La Macarena. La historia era conocida entre los lugareños, quienes desde los años 70 escucharon versiones sobre expediciones estadounidenses a la zona. Los japoneses habrían llegado hacia 1984 en busca de materiales radiactivos, uranio y cobalto. Aunque diferentes documentos confirman que hay uranio en la Serranía, en materia científica es mucho el trecho de ahí a su extracción y a su enriquecimiento para que pueda ser usado con fines bélicos.
La gran diferencia entre las versiones de la época del Caguán y la del computador de Reyes, es que ahora se habla de negociar el uranio ya procesado. Solo así valdría los 2.5 millones de dólares por kilo de los que se habla en el nuevo documento.
Sin embargo, el portavoz de la CIA en Washington aseguró que no tiene información sobre algún interés de las Farc por usar armas sucias y el propio vicepresidente, Francisco Santos, aceptó que el gobierno colombiano tampoco posee información adicional sobre el particular.