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“Me sentí como un novillo acorralado”

En medio del escándalo por las presiones que recibió del Gobierno, Vallejo habla de las tensiones con el Presidente y de la mala jugada de su amigo Fabio Echeverry.

Mariana Suárez Rueda / Edwin Bohórquez Aya
08 de enero de 2008 - 01:17 p. m.

Cuando Jesús Vallejo apenas cumplía sus dos primeros años como Embajador de Colombia en Chile, recibió una llamada del canciller Fernando Araújo en la que le solicitaba la renuncia. Sin embargo, 14 meses atrás Vallejo ya sospechaba de esta inminente decisión. La razón: "Un favor político que debía el presidente Uribe al ex ministro de Ernesto Samper, Carlos Julio Gaitán". Desde entonces envió más de diez cartas al Gobierno manifestando su inconformidad y poniendo sobre la mesa los graves antecedentes de su sucesor.

Hoy, fuera de la embajada, Vallejo habló con El Espectador no sólo acerca de su salida, sino del enfriamiento en su relación con el presidente Uribe y de la mala jugada del que consideraba su amigo Fabio Echeverry, quien para Vallejo fue quien orquestó su salida.

¿Fueron compromisos políticos los que lo sacaron de la Embajada en Chile?

Creo que el presidente Uribe tenía comprometido el cargo con Carlos Julio Gaitán desde hace ya dos años y medio, porque él participó activamente en su primera campaña y en la reelección. Por eso pasó su cuenta de cobro, a mi manera de ver, de una forma muy desagradable, empujando a ver cuándo me sacaban. El Gobierno estaba tan apurado, que cuando cumplí dos años en la Embajada recibí la llamada del canciller Araújo. Estaba muy urgido de que Gaitán llegara para la instalación del Foro de Biarritz que coordinaba Ernesto Samper. Muchos colegas me decían que si yo era amigo del Presidente por qué me estaba atacando.

¿No le creyó al Presidente cuando dijo que a los embajadores los nombraba por dos años?

Nunca me dijeron que estaba nombrado por dos años. Y si hacemos la lista de embajadores, hay muchos con cinco años de trabajo. Fue una disculpa, porque eso no está en ninguna ley. Me llamó la atención, poco antes de los dos años, que D'artagnan, que es muy amigo de Gaitán, escribiera un artículo sobre los retos del nuevo Canciller, diciendo: "¿Canciller, usted si va a ser capaz de sacar a los embajadores que cumplan dos años?

¿Está molesto con el Presidente?

Cuando uno está prestando un servicio hay que tener ciertas consideraciones. Uno sabe que estos puestos son de libre remoción y nombramiento, pero que esté una persona empujando y empujando, no es nada fácil; más aún cuando esta persona se identifica con los peores enemigos que uno tiene, porque para nadie es un secreto la batalla que yo libré contra Samper. Finalmente me sentí como el novillo en el deporte chileno: acorralado.

¿Entonces se enfriaron sus relaciones con Uribe?

Creo que sí. Le tengo mucho aprecio. Apoyo la mayor parte de su Gobierno, pero comete errores muy graves y protuberantes, y en este caso los está cometiendo. Como subordinado suyo debo hacerle ver sus errores.

En los corrillos políticos dicen que usted se había aferrado al cargo...

Yo ya me quería ir por una razón muy simple: mi familia es muy unida, mis hijos me hacían mucha falta y era un sacrificio estar solos en Santiago, y con nuestros hijos en Medellín y Bogotá. Ya era tiempo de volver, pero no de la forma en la que me sacó el Gobierno.

¿Por qué dice que fue Fabio Echeverry el que promovió su salida?

Eso es vox populi en Bogotá y Medellín. Cuando llevaba diez meses en la Embajada ya me quería sacar. Varios de mis amigos le reclamaron por lo que estaba haciendo, y él, con su soberbia, les respondió que yo ya había cumplido mi misión. No entiendo la razón por la cual Fabio se dedicó a tratar de sacarme de la Embajada para beneficiar a Gaitán, si trabajé con él en la Andi, fui su jefe de departamento jurídico y me tenía una confianza enorme. Cuando le dije que me iba a ejercer mi profesión, se le empañaron los ojos. Fue una relación cordial y amistosa.

¿Qué tanto afecta el nombramiento de Gaitán en las relaciones binacionales?

Los círculos sociales de Chile han expresado su desazón, y hay una razón de mucho peso: Samper es un hombre que está absolutamente desacreditado en Chile. Los amigos de Samper no son bienvenidos allá y más aún con la acusación valerosa del exsuperintendente Laguado sobre el manejo de Gaitán en las investigaciones contra el Cartel de Cali. Él las entorpeció al frustrar las diligencias que se habían iniciado para identificar el entramado de sociedades a través de las cuales se desenvolvía la acción de los hermanos Rodríguez Orejuela.

¿Tiene noticias de cuándo se va a posicionar el nuevo Embajador?

No se ha nombrado, y creo que no se puede hacer hasta que quede clara su situación en la Superintendencia de Sociedades. Ese señor no debería aceptar la Embajada, porque en Chile nos reciben muy afectuosamente, nos quieren mucho pero desconfían de nuestro talante moral.

¿Recibió respuesta del Gobierno a las cartas donde manifestaba que no debían nombrar a Gaitán?

Al Presidente le he mandado más de diez cartas haciéndole comentarios, algunos muy fuertes, y no he recibido ni una sola respuesta. La última vez que hablé con el Presidente fue cuando nos despedimos después de la Cumbre Iberoamericana.

Y ahora, ¿qué se va a poner a hacer?

Ejercer mi profesión, discursos universitarios, y si me abren un espacio en la prensa, seguir escribiendo.

Por Mariana Suárez Rueda / Edwin Bohórquez Aya

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