Lejos de las demandas de la industria, una profesora brasileña, especializada en moda de la Universidad del Estado de Santa Catarina, decidió hacer realidad sus investigaciones sobre cómo crear una moda más responsable y ecológica. Fue así como Neide Köhler Schulte buscó en las grandes compañías textileras aquellos retazos que se pierden como basura, y confeccionar nuevas prendas “sin que se vieran hechas de pedazos”.
Pero sus años de investigaciones y su obsesión por aminorar los daños que toda la cadena productiva del vestido generaba al ambiente agrotóxicos, tintes químicos, entre otros, Neide encontró que en Brasil y en otros países como India, China, Tanzania, Estados Unidos, Perú y Colombia crecía una fuerte tendencia en el uso de algodón orgánico.
“Son cultivos de algodón que mantienen la fertilidad de los suelos sin el uso de pesticidas tóxicos ni fertilizantes genéticamente modificados”, explica la diseñadora brasileña, quien incluyó este tipo de materias primas como la base para la colección que en su mente estaba cocinando.
Luego vendría un descubrimiento más que haría que definitivamente su creatividad no se viera cohibida por su interés de hacer prendas ecológicas. En las entrañas de Brasil se abría camino un procedimiento poco conocido: el reciclaje de algodón. “Este proceso es muy interesante, consiste en utilizar retazos y prendas que no se usan y deshacerlas hasta convertirlas de nuevo en una mota parecida al algodón y con la que se vuelven a hacer hilos.
No se les añade tinta, el color es el original del retazo —la separación por color lo hacen las comunidades de personas desempleadas—, luego es desmanchado, se le da un poco de poliéster y sin intervenir el medio ambiente tenemos de nuevo materia prima para confeccionar”, asegura Neide.
Con esta variedad de procedimientos creó una colección completa que con tonos muy particulares, materiales de texturas novedosas y cortes conceptuales irrumpiría en el ámbito del diseño brasileño con fuerte impacto.
Esta propuesta, que abre la pasarela de la Semana Internacional de la Moda de Bogotá, este martes a las seis de la tarde, se convierte en la mejor evidencia de que la industria de la moda no tiene por qué sacrificar la estética por ser ética.
Salón Futuro de Corferias, 6:00 p.m.