El Magazín Cultural
Publicidad

El estilo honesto de Cuerda

José Luis Cuerda, uno de los grandes guionistas, productores y directores del cine español,  compite en Cartagena.

Liliana López Sorzano / Enviada Especial Cartagena
05 de marzo de 2009 - 11:00 p. m.

Es de los pocos directores de cine, por no decir el único, que ha salido de Albacete en la Mancha, más de la de Sancho Panza que la de  Don Quijote. Vivió el franquismo, época que aún pesa para algunos y que gravita esporádicamente en forma de fantasma. Los girasoles ciegos es, después de la Lengua de las mariposas, su segunda película ambientada durante el régimen de Franco, esos años donde se fundía el pecado patriótico con el pecado católico, donde la moral civil era idéntica a la moral religiosa y donde se gritaba con la mano alzada: ¡España una, España grande, España viva, viva Franco! Por alguna extraña razón, que para José Luis Cuerda resulta más bien evidente, la prensa española no ha tratado mucho el tema, alentada quizá  por los poderes que no quieren que se sepa realmente lo que pasó en la guerra.

Cuerda estudió derecho, ese que él llama sarcástico, y lo dejó al tercer año porque de derecho tenía muy poco. Su carrera audiovisual la desarrolló en la televisión, primero en los servicios informativos, después en la programación cultural y hasta cubrió partidos de fútbol sin conocimiento y gusto por este deporte, pero convenía que le pagaran el doble por comentar la cancha del estadio. En 1982, debutó en la gran pantalla con Nones y pares y desde entonces, no ha dejado de hacer el cine, ya sea desde su papel de productor, de director o de guionista.

En el fondo, siempre quiso escribir guiones y así lo ha hecho con sus películas. “Donde mejor lo paso impunemente es escribiendo guiones, porque sé que tengo una segunda oportunidad en el rodaje para mejorar lo que tengo allí escrito. Sin embargo, donde se produce una mayor tensión erótica es dirigiendo porque ves que aquello se está haciendo realidad”.

Su película está basada en el único libro, Los girasoles ciegos, que escribió Alberto Méndez,  éxito editorial y ganador de varios premios. Apenas se publicó, Cuerda recibió muchas llamadas de gente aconsejándole hacer la adaptación al cine. Fue justamente esa insistencia la que provocaba su resistencia a leerlo porque no le gusta aproximarse a una obra para ver si tiene una adaptación dentro.

Según Cuerda, en todas las historias hay una película, porque tratan del ser humano en su más terrible manifestación. Sin embargo, a él le gusta leer los libros para disfrutar de la literatura porque la otra lectura le resulta muy vicaria. Quien lo animó finalmente fue su amigo y productor Fernando Boveira, quien también trabajó en la película.

Guiones a cuatro manos

Escribir y adaptar el guión junto con Rafael Azcona, como lo había hecho en La lengua de las mariposas, fue más deleite que trabajo, porque ante todo supieron gozarse la vida con humor, con el corazón a sus anchas y con el bienestar que produce mostrarle los dientes al sol partidos de la risa. “Trabajar con él era un aprendizaje continuo, un privilegio, porque era tener contacto con la mente más lúcida que jamás haya conocido.


Yo tenía 60 y él 80 años bien entrados y envidiaba su juventud, su curiosidad, su interés y su emoción”. Cuerda sabe mejor que nadie la agonía y el sufrimiento que produce un cáncer de pulmón, porque su esposa había fallecido del mismo mal un año antes. Azcona murió con la película terminada. Cuerda fue de las últimas personas en verlo y alcanzó a decirle que los actores les habían hecho un gran regalo y favor.

Cuerda y Azcona decidieron que la cuarta historia del libro era la ideal para hacer una película como ellos querían, que tuviera una  narrativa lineal y que no creara ningún tipo de distracción con respecto al estilo. Cuerda no escatima en palabras para sentar su posición de fastidio al respecto. Asegura que gran parte de esta confusión se debe a que la crítica especializada considera como valor añadido la caligrafía vistosa, de apariencia extraña, de planos lentísimos y duraderos, de ausencia de diálogos y de personajes filmados desde la lejanía.

Así como la pintura figurativa sufre injustamente el rótulo de ‘pasada de moda’ frente al arte contemporáneo, el cine narrativo también se ha llenado de un halo de desprecio. “Cuando he hecho cine experimental, he explorado con lo que hay dentro del plano, pero no con los planos, ni con los encuadres, ni con la duración del mismo, me sigue pareciendo caligrafía. Es como la entrada a la ceremonia de la confusión que no sé qué salida tendrá, pero a mí no me va a pillar en este punto, allá ellos”, confiesa sonriendo.

En el cine, a Cuerda  le gusta tratar todo lo que pasa en el núcleo familiar, porque es ahí donde todo lo peor y lo mejor se manifiesta en el ser humano. “Hay una frase famosa que dice mi ‘mama me mima’ pero hay otra que dice ‘mi mama me puede joder la vida’. Es tan verdad como la primera, sólo que es menos gratificante manifestarlo. Si alguien te puede hundir en la vida es tu seno familiar, a lo largo de todos sus procesos”.

Según este director, el séptimo arte consiste en abrir unas ventanas por las que se asoman unos actores que nos hacen creer que son unos personajes que tienen la complejidad y las contradicciones que poseen los seres humanos con más espacios internos que externos, siempre respetando la inteligencia y la sensibilidad de la audiencia.

La película, de una estética visual elegante y entrañable, trata de una familia que tiene que vivir ocultando a su padre, interpretado por Javier Cámara, quien no ha salido de un apartamento en cuatro años por ser un amenazado de la despiadada persecución ideológica del caudillo de España.


Los personajes de esta historia viven la vida tangencialmente, en un ritual de esperas, de sentimientos contenidos y amores imposibles. Transitan por el mundo con miedo, resignados, cobijados por la luz de la nostalgia y susurrando en voz baja.

La religión, una vez más, habla el idioma de la represión como en la Lengua de las mariposas, visión que comparte Cuerda en la actualidad porque cree que las religiones han sido los artefactos mentales y espirituales que más daño han hecho a la humanidad. “Soy agnóstico pero con tentaciones de practicar el ateísmo beligerante todos los días un par de veces”.

Sin intenciones de narcisista, este largometraje es el que más orgullo le produce y el que puede repetir muchas veces sin encontrar mayores cosas que le disgusten. Mas allá del reflejo complaciente, es, sin duda, una magnífica historia, bellamente adaptada, de actuaciones que resaltan en medio de los colores profundos de la tristeza, que merece ser vista.

‘Los girasoles’, obra de Alberto Méndez

Una vez más, las historias reales y dolorosas de la Guerra Civil Española vuelven a tomar un espacio en las letras con la fuerza desgarradora de una verdad oculta y negada por muchos años.

Con esta breve novela que entrelaza cuatro relatos de vida, el madrileño Alberto Méndez (1941-2004), fundador de la editorial Ciencia Nueva, ganó de manera póstuma el Premio de la Crítica y el Premio Nacional de Narrativa en España.

Una de estas historias pequeñas pero dolorosas, que trae Alberto Méndez a la literatura, se convirtió en una película que, cómo La lengua de las mariposas  y La belle époque, se suma a las obras del séptimo arte que recuperan la memoria de los años más duros para España.

Por Liliana López Sorzano / Enviada Especial Cartagena

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar