Con el rock destruyó micrófonos y ahuyentó auditorios. Estaba, sin ir más lejos, en el lugar equivocado hasta que alguien le dijo al oído que aquel género de guitarras estridentes, baterías marcadas y cabelleras largas no era su ambiente porque su voz, su contextura física y su espíritu se relacionaban mejor con el canto lírico. Al comienzo le pareció descabellada la idea, pero con el transcurrir de los días, el paso exigente de las afinaciones y la complejidad de las partituras, logró entender que ahí estaba su presente y su futuro.
Desde entonces el rock es sólo un amigo para el barítono Carlo María Cantoni. Bandas como AC/DC y Black Sabbath se encargan de mostrarle la magia que debe tener todo artista sobre el escenario, pero son los grandes exponentes de la música clásica los que lo acompañan día y noche. Hoy por hoy, ellos son parte de su gran familia y por eso los siente como cómplices y aliados, aunque algunos de esos extraños familiares se trazaron el compromiso de acabar con su voz al componer obras melódicas pero muy exigentes al momento de interpretarlas.
“El más complicado en el manejo vocal es Giacomo Puccini (1858-1924), cantarlo bien es muy difícil, en cambio uno puede pasarse la vida interpretando a Giuseppe Verdi (1813-1901) y sus obras no serán perjudiciales para la garganta. Por ejemplo, Pietro Mascagni (1863-1945) tiene obras bellas pero acaba con las voces de cualquiera. Lo que pasa es que muchos compositores saben mucho de armonías pero no tienen ni idea de escribir obras para cantes”, asegura esta figura del bel canto italiano que lleva muchos años pisando los escenarios más importantes del mundo.
Además del arte sonoro, Luciano Pavarotti y Carlo María Cantoni están sujetos por dos coincidencias. Por un lado, el médico particular del reconocido tenor era el padre de Cantoni y, por otro, Arrigo Pola, el primer maestro de Pavarotti, tuvo la responsabilidad de guiar los pasos de este personaje que en la actualidad toma parte del espectáculo Bellas voces de la ópera italiana, en el que comparte protagonismo con Luisa Cicirelo, soprano; María Ratko, mezzosoprano; Emilio Nania, tenor, y Giancarlo Pera, barítono.
A pesar de figurar en la Arena de Verona y de llenar escenarios como el Teatro alla Scala, para Cantoni estar en Colombia es mucho más significativo. “Cuando el artista cumple una agenda y llevas 10 escenarios en un año, así sean los más importantes, esta actividad se convierte en sólo trabajo. Estar aquí en Colombia es distinto porque me permite ver la curiosidad de las personas y eso es estimulante. Al final de cada espectáculo la gente se acerca y le hace a uno preguntas sobre lo que hace y eso quiere decir que la música les logró llegar al alma”, dice.
El reto es mayor en Colombia porque países como Argentina, Brasil y México tienen una gran tradición de ópera, gracias a la labor de los inmigrantes italianos que han tratado de mantener vigente ese gusto por el canto lírico. Según Cantoni, esta nación es mucho más cercana a la zarzuela, pero los públicos de Medellín y Bogotá se emocionan con las piezas tradicionales de la ópera y muchas veces se atreven a cantar a la par con el artista.
En Europa la ópera es percibida como una forma de arte muy completa que expresa problemas sociales y humanos. Se trata de un canto con mensaje con el que Carlo María Cantoni quiere cambiar el mundo, aprendiendo del pasado, tal como él hizo cuando abandonó el rock para poner una nota alta en la lírica.
Bellas voces de la ópera italiana. Abril 16, 17 y 18 a las 8:00 p.m. Teatro Leonardus, Carrera 21 N° 127-23. Tel.: 648 45 02.