De ahora en adelante su casa será América Latina. Saltará de São Paulo a México D.F. y de Buenos Aires a Bogotá. Sólo de esta manera sentirá que su nuevo trabajo tendrá la investigación y la búsqueda deseadas para que sea significativo.
Esta arquitecta nunca ejerció su profesión como tal, porque desde sus cursos de historia del arte en la universidad su interés principal se fue desviando. Su primer trabajo fue en el Museo de Bellas Artes de Caracas como coordinadora de exposiciones donde escribía pequeños textos de sala y trabajaba muy de cerca con los artistas. Tuvo la suerte de ser la responsable de montar la retrospectiva de la reconocida artista Cindy Sherman, a quien venía siguiendo desde hacía mucho tiempo.
Como su preocupación era especializarse en curaduría, se fue a Nueva York a hacer el programa que ofrecía el museo Whitney. Después de dos años, volvió a Caracas, esta vez al Museo Alejandro Otero, que se enfocaba en arte contemporáneo. Ahí hizo una exposición que tenía como tema central la utopía, la idea de la ciudad y de lo urbano. La exposición viajó a Chicago, Bruselas y Nueva York. “La idea era invitar a artistas a que pensaran en la casa ideal. Era un ejercicio que se había hecho mucho en la arquitectura, pero no en el arte. Quería contraponer la visión utópica de la arquitectura respecto a este tema y la visión real de los artistas”.
Volvió al Museo de Bellas Artes, donde había empezado, pero tuvo que salir del país “por obvias razones”, asegura, y en los últimos años vivió en Puerto Rico, donde dirigió la colección privada de Moisés y Diana Berezdivin. Julieta se encargó de darle una definición a la colección, de hacerla crecer en una dirección coherente y de abrir un espacio para exhibirla. Recuerda que uno de los logros fue haber adquirido una instalación del año 73 del ya fallecido artista brasileño Helio Oiticica: Cosmococa 1: Trashiscapes.
Ahora, en su nuevo cargo como curadora de la colección latina del Tate, quiere incorporar obras que dialoguen con las existentes y no hacer una representación exhaustiva del arte latinoamericano.
Esta colección se creó hace seis años y su primer curador fue el mexicano Quatemoc Medina, quien duró más de los tres años que establece el cargo, porque tenía que sentar bien las bases y darle continuidad a su trabajo. “Yo estoy llegando a una colección que está hecha de obras producidas en esta década, pero la idea es incorporar obras anteriores, siguiendo esta línea de diálogo que tiene el Tate”, asegura Julieta.
Siempre le ha gustado intercalar su trabajo de curadora de exposiciones con la de colecciones. Para Julieta, una curaduría acertada y exitosa debe tener al artista como protagonista y debe resaltar la obra y no la curaduría. “Creo que las mismas obras deben crear plataformas discursivas para dialogar con las otras y yo soy una facilitadora de esas plataformas, mas no es mi discurso el que se está sobreponiendo a esas obras”.
Según esta línea, a Julieta le interesa dejar mucho las estructuras abiertas para que el espectador tenga todas las lecturas posibles y por eso el tipo de texto que pone al lado de las obras no es demasiado explicativo, sino que son textos de otros artistas que no necesariamente se vinculan a esa obra y dan otra mirada. Esta curadora estuvo invitada por Colombia es Pasión y otros galeristas en el marco del proyecto “Pasión por el arte”. El programa tiene como objetivo promover a los artistas y al arte contemporáneo colombiano.
Siendo una persona que ha recorrido América Latina a través del arte, considera que a pesar de que México y Brasil son los países con mayor presencia artística, por la fuerza de sus instituciones y la bienal de este último, el panorama en Colombia es positivo y se respira un buen ánimo.