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Juan Luis Guerra habla sobre su nuevo disco 'Asondeguerra'

El trabajo musical número once en la carrera del artista de República Dominicana se estrena el 8 de junio.

Juan Carlos Piedrahíta B.
05 de junio de 2010 - 03:35 a. m.

El gesto siempre es el mismo. Juan Luis Guerra sube a la tarima, se lleva una mano a la oreja y canta afinado. La actitud, contrario a lo que pasa con su música, se repite una y otra vez. Ese procedimiento convertido en una especie de amuleto es tan característico como su barba o sus casi dos metros de altura.   

Su figura dominicana comenzó a conocerse en el mundo a mediados de la década de los 80, cuando era el discreto integrante del grupo 4.40. A los pocos años, su talento sobresalió y el público entendió que el personaje más alto, el hombre que vestía de negro y sombrero elegante, soportaba toda la carga armónica del cuarteto. Pronto sus composiciones le abrieron el canal alterno al merengue tradicional y la bachata comenzó a ser tenida en cuenta como estilo latino.

El martes 8 de junio se lanza al mercado discográfico su nueva creación, Asondeguerra, en la que aparece Juanes como invitado especial y Guerra incursiona en la interpretación de un rap.

‘Asondeguerra’ es su disco número once, ¿con tanta experiencia ya se le volvió costumbre publicar discos?

Cada trabajo exige concentración, porque yo creo que cada disco es una especie de legado que uno deja plasmado en la historia y se debe poner todo el cariño que se merece algo que no tiene fecha de caducidad. Un álbum es una responsabilidad y lo trato de  trabajar al máximo, sin guardarme nada.

Ya estamos familiarizados con el primer sencillo ‘Bachata en Fukuoka’, ¿por qué decidió lanzar este tema primero?

Desde que la compuse me pareció que Bachata en Fukuoka era una canción fresca, y aunque es una bachata su sonido es diferente. Yo quise mostrar todo lo que pasé durante mi visita a Fukuoka y eso la hace una historia real, porque, por ejemplo, vi a los japoneses cantando y bailando mi música y eso me llenó de inspiración para componer el tema.

Son once temas los que integran este trabajo. ¿Se quedaron algunas composiciones por fuera?

Se quedaron muchas canciones por fuera.

En ‘La guagua’ usted canta rap, ¿fue complicado incursionar en este estilo tan diferente al suyo?

Con este tema quería innovar un poco y por eso propuse un poquito de rap en el medio. En esta guaracha-son se me ocurrió cantar algo de rap y me parece que salió muy bien, porque es una canción con mucho contenido social, pero a la vez muy agradable de escuchar.

En ‘Asondeguerra’ están todos los matices de Juan Luis Guerra. En el disco está el innovador, el cantautor con compromiso social, pero también se hace presente el hombre consagrado a Cristo, con un bolero llamado ‘Mi bendición’.

Esa canción es una suerte de bolero mezclado con bachata. Sin embargo, todo la estructura armónica es de bolero, pero me cuidé de que el disco fuera bastante variado; por eso incluí bachata, merengues como Apague y vámonos y No aparecen, pero también hay mambo. En Asondeguerra hay para todos los gustos.

Y también está el tema ‘La calle’...

Claro. En el disco está La calle, una canción a la que yo he denominado como rock, reggae y cumbia, en la que participó Juanes, y ambos quedamos muy satisfechos con el resultado final. Él aquí tocó guitarra y fue muy divertido, porque hay un solo suyo y un solo mío. Disfrutamos muchísimo haciendo esta grabación.

¿Cuando compuso esta canción tenía contemplada la participación de Juanes?

Pensé en vincular a Juanes después de terminar el proceso de composición. En el estudio la escuchamos y pensamos que era la canción ideal para que él participara. Por eso lo invitamos y Juanes, que es muy colaborador, accedió y la pasamos de maravilla.

Volviendo a los matices del disco, están ‘Cayo arena’ y ‘Lola’s mambo’, que se acercan al sonido del latin jazz, ¿o no?

Cayo arena es un tema mío como músico. En todos los discos trato de tener alguna composición de mayor exigencia musical, y cuando lo tuve en mi cabeza me puse en la tarea de arreglarlo al estilo del jazz. En él están todas mis influencias, con Charles Mingus a la cabeza. Ese tema lo disfruté muchísimo como músico. Lo mismo pasó con Lola’s Mambo, un tema instrumental en el que quise invitar a un gran trompetista norteamericano llamado Chris Botti. Estas dos composiciones son una licencia que me di para recordarme los sonidos del jazz.

¿Por qué cierra el disco con ‘Caribbean Blues’, un ‘bonus track’ en inglés?

En ese tema se refleja el amor que le tengo a ese idioma.


¿En el momento de componer tiene en cuenta el gusto de sus seguidores?

En el momento de componer no pienso en nada. Simplemente me dejo llevar por el corazón y me gusta sentir lo que estoy experimentando en ese instante. Mi intención es que todas las canciones gusten, pero el momento de la creatividad es tan sublime que sólo recibo un dictado de los sentimientos.

¿Y cómo sabe que una canción está lista?

Es difícil decirlo y es complejo tomar la decisión, porque uno siempre está buscando algo para mejorarla. Sin embargo, uno piensa en que llegó el momento de soltarla y la deja libre.

‘La llave de mi corazón’ fue la producción anterior, ¿qué semejanzas y qué diferencias hay entre los dos álbumes?

Cada uno refleja un momento distinto, pero tienen en común mis ganas de innovar. Y sin duda el que viene será totalmente diferente.

En alguna oportunidad usted comentó que estaba en la búsqueda de la excelencia musical. ¿Cómo va ese proceso?

Lo que yo hago para perfeccionar la excelencia musical es escuchar mucho a Bach y a Mozart, pero también a Beethoven y Mahler y todos esos grandes maestros que la consiguieron. Yo, por ahora, estoy en camino.

Usted estudió música en el Conservatorio Nacional de República Dominicana, Filosofía y Letras en la Universidad Autónoma de Santo Domingo y Composición y Jazz en el Berklee College of Music, en Boston. ¿La visión académica de la música le ha servido para interpretar estos estilos tradicionales de su país?

La academia lo ha sido todo. Mi cercanía con el jazz me ha aportado mucho, porque tiene arreglos muy ricos en armonías y a mí me gusta incluir todas esas propuestas del jazz dentro de lo que hago a diario, que es el merengue y la bachata. El estudio académico lo que ha hecho es ampliar mi contexto armónico y melódico, porque yo creo que todas las mezclas que hago aportan al crecimiento de la música tradicional.

Hace algunos años lo nombraron ‘compositor de la patria’. ¿Esa denominación se ajusta a su actividad?

Creo que la palabra cantautor resume muy bien mi ejercicio, y todo lo que esté relacionado con mi patria me llena de orgullo.

Sting habla del silencio como un elemento esencial para los músicos, ¿usted qué opina al respecto?

Estoy de acuerdo. El silencio es vital en música. Decía Quincy Jones que hay que tener la sabiduría para decir mucho con pocas notas.

Algunas de sus composiciones tienen un alto contenido social. ¿Usted comprende el arte siempre de la mano del mensaje social?

Ese aspecto social depende de lo que tenga en mi corazón. En el disco pasado, por ejemplo, no incluí nada social, pero este quería dejar un mensaje que acompañara a las realidades que vemos los seres humanos. Muchos fanáticos me decían: “ya es hora de que regreses con las canciones sociales”, y en este disco les di gusto.

¿Qué proyecto tiene?

Promover este disco, pero también tengo proyectos de trabajar una pieza clásica y sigo insistiendo con la idea de dar a conocer la bachata y el merengue, y por eso tengo viajes planeados a Shanghái, Rusia y Australia.

¿Y no incluye Colombia en esta gira de presentaciones?

Colombia es el país que más visito. El año pasado estuve por allá más de cuatro veces, y siempre los llevo en el corazón.

Por Juan Carlos Piedrahíta B.

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