Al estilo de la película Chocolat, en donde Vianne Rocher abre su chocolatería en Lansquenet, un pequeño pueblo de Francia, y cautiva a todos sus habitantes con sus exóticos chocolates, Marcela hizo lo mismo en la Macarena, uno de los barrios más tradicionales de Bogotá.
Mientras escucha a su cantante favorito de bossa nova, Vinícius de Moraes, que ambienta el lugar, ella, consiente el chocolate que se esparce sobre el mármol, luego de llevarlo a varios grados de temperatura, para poder moldearlo a su antojo. Así trabajó desde sus inicios como chocolatera en un pequeño taller en la 93, luego de llegar de Buenos Aires, donde estudió el arte del chocolate en una escuela de gastronomía del barrio San Telmo.
Durante seis meses, Marcela Portela Annichiarico se dedicó a sacar sus propias recetas. Mezclas que inventó desde su propio gusto, como es el caso del bombón de chocolate con mango y pimienta, porque le recuerda la mezcla del mango biche con limón, sal y pimienta, o el de limón con coco, por ser una bebida tradicional de la Costa. Los bombones de mora, guanábana, lulo y maracuyá también son parte de su recetario, porque representan la amplia variedad de frutas que tiene nuestro país, y “por esa misma razón los extranjeros se sorprenden de la oferta, y más que esto, por brindarles chocolates con sabores a frutas”, cuenta Marcela.
Su pasión por el chocolate nació desde que era muy pequeña, cuando su mamá, que vivía en Europa, le traía chocolates cada vez que venía de visita. “Tal vez por eso —explica ella— me encantan los buenos bombones y quise que fueran parte de mi vida. Adoro el sonido del molinillo, y un buen chocolate caliente en las mañanas o en las tardes, como los que preparo aquí con sabor a jengibre, a clavos y canela, a menta o a coriandro (semillas de cilantro) y acompañados con pan y queso”.
El menú incluye también fondant (torta de chocolate caliente), té, café, torta de amapola, alfajores, tortas de maracuyá y arequipe. Menú que, si bien ella aclara es 100% invento suyo aunque existan en otras chocolaterías, la convierte en la Tita de Como agua para chocolate, quien inventaba las recetas desde sus experiencias de la vida.