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Moby, este sábado en concierto

Su verdadero nombre es Richard Melville Hall y al comienzo de su carrera experimentó con el punk. Es la segunda vez que viene a Colombia.

Juan Carlos Piedrahíta B.
01 de mayo de 2010 - 03:09 a. m.

Herman Melville dedicó la mitad de su vida a navegar. El resto del tiempo lo ocupó en la noble tarea de escribir sus vivencias surcando los mares y a relatar los pormenores de su convivencia entre caníbales.

En 1851 publicó su célebre Moby Dick o la ballena blanca, novela con la que sigue vigente después de más de un siglo de ausencia. En esta tarea de perpetuar un legado, su nieto, Richard Melville Hall, ha tenido su cuota valiosa. Ya muy pocos se acuerdan de su verdadero nombre porque se hace llamar, simplemente, Moby y es uno de los personajes más buscados en internet gracias a sus melodías electrónicas. Sus miles de seguidores navegan, tal como lo hacía su abuelo, pero en vez de océanos utilizan el ciberespacio, en procura de las canciones con las que este norteamericano ha logrado un lugar significativo en la escena musical. Y en su escenario, en el que es grande, le rinde tributo a su antecesor. Herman y Richard, además del apellido, tienen en común la facilidad para escribir, aunque sus pasiones son bien dispares. Mientras que el primero se esmeraba por recrear la atmósfera de las aguas contando intimidades y anécdotas de las embarcaciones con las que realizó innumerables viajes, el segundo aborda realidades virtuales y fenómenos de masas contemporáneos.

Uno de los fragmentos más importantes de la novela  Moby Dick o la ballena blanca, de Herman Melville, dice: “Se intuía un rumor sordo, un zumbido subterráneo... Todos contuvieron el aliento al surgir oblicuamente de las aguas una mole enorme, que llevaba encima cabos enmarañados, arpones y lanzas. Se elevó un instante en la atmósfera irisada, como envuelta en una grasa de finísima textura, y volvió a sumergirse en el océano. Las aguas, lanzadas a treinta pies de altura, fulgieron como enjambres de surtidores, para caer luego en una vorágine que circuía el cuerpo marmóreo de la ballena”.

Y las estrofas más cantadas de la canción Extreme ways (Caminos extremos), de Richard Melville Hall, son las siguientes: “Caminos opuestos de regreso otra vez. / Lugares extremos que no conocía. / Rompí todo otra vez, / todo lo que poseería / lo lancé por las ventanas. / Caminos extremos que sé que se fueron / el color de mi mar / me colorea perfectamente. / Caminos extremos que me ayudan / me ayudan tarde en la noche. / Lugares extremos a los que he ido, / pero nunca he visto una luz. / Sótanos sucios, ruidos sucios, / lugares sucios pasando. / Mundos extremos solos / te hicieron como lo planearon. / Me pararía en la línea por esto. / Siempre hay espacio en mi vida para esto. / Oh nena, oh nena / entonces se rompió, rompió”.

 Sin embargo, ese estilo directo no lo ha acompañado siempre porque en los comienzos de su carrera a comienzos de la década del 80, el punk era su género favorito y dentro de este ámbito alcanzó una figuración local en su natal Nueva York. Durante esos años de pensamiento anárquico fundó la banda Vatican Comandos, con la que lanzó un modesto trabajo discográfico llamado Hit Squad for God. Incluso durante una larga temporada se encargó de toda la propuesta vocal de la agrupación Flipper, de amplio reconocimiento dentro del gusto hardcore, liderada por el rebelde Will Shatter.

Pero el ambiente genuino de Richard Melville no era el punk y pronto comenzó a sacarle provecho a sus habilidades para mezclar y a su heredada vena literaria para componer canciones. En 1993 su nombre se relaciona con las bandas más populares de la época (Depeche Mode, Erasure y Pet Shop Boys), pero también empieza a ser solicitado por emblemáticas figuras del pop como Michael Jackson y Brian Eno para incluir en sus formatos algunos sonidos discotequeros. Durante esa misma etapa aparece en el libro de los Guiness Records por ser el creador de I Feel It/Thousand, la canción con los golpes percutivos más rápidos hasta ese momento en la historia de la actividad sonora.

El nuevo milenio ha sido de grandes triunfos para Richard Melville, porque logró consolidar su apelativo musical de Moby, estableciendo una relación casi inconsciente con su abuelo, pudo abrirse camino en un área competida como la electrónica sin copiar fórmulas ni hacer que el éxito comercial se ubicara por delante de sus intenciones artísticas y se comprometió a difundir su música en escenarios distintos a Norte América y Europa.

En la actualidad, su vida siempre está en torno a la música y por eso en alguna oportunidad cuando le preguntaron por su vida privada respondió lo siguiente: “No tengo casi vida personal. Sí tengo amigos con los que me la paso a veces o amigas con las que salgo a divertirme, pero la mayoría del tiempo estoy haciendo música, componiendo melodías, comprando discos o hablando de música con colegas. Sé que sería más divertido tener una vida más diversa, pero me siento bien estando cerca a lo que ha sido la pasión desde que llegué a este mundo”.

Con Moby la diversión está más que asegurada porque Colombia ya es un terreno colonizado por el norteamericano, quien vino hace un par de años a mostrar sus capacidades. En ese entonces se lució en la interpretación de diversos instrumentos, dejó que sus músicos acompañantes exhibieran sus potencialidades y celebró su cumpleaños con el público, que le demostró su cariño.

Moby está de regreso, viene de viaje como lo hacía su abuelo y tiene la intención de quedarse y ser más famoso que la ballena de la novela familiar.

Por Juan Carlos Piedrahíta B.

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