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Udinese, paraíso tricolor

¿Qué ha llevado al club blanquinegro de Italia a explorar el mercado nacional? Directivos, empresarios y jugadores le cuentan a El Espectador las razones.

Fabián Mauricio Rozo Castiblanco
04 de septiembre de 2010 - 09:59 p. m.

Si Morelia es un lugar prohibido para los futbolistas colombianos —porque desde Iván René Valenciano, el primero en vestir la camiseta michoacana, hasta Aldo Ramírez, quien milita actualmente con los ‘Monarcas’ de México, el amplio listado de jugadores nacionales es directamente proporcional al de fracasos—, todo aquel que quiera triunfar en el exterior debe elegir a Udine como destino.

A esa pequeña ciudad italiana, que no supera los 100 mil habitantes y está a pocos kilómetros de la frontera con Eslovenia, han llegado en las últimas temporadas jóvenes prospectos de distintas nacionalidades, especialmente suramericanos, que al encontrar un ambiente propicio para su desarrollo, hoy son realidades bastante cotizadas.

El Udinese Calcio, llamado a ser un equipo a luchar por la permanencia en la Serie A, pasó a convertirse en un club de media tabla e incluso con algún rol protagónico, gracias a la política de fichajes a bajo costo en mercados asequibles que a futuro multiplican la inversión, implementada por la familia Pozzo, propietaria de la institución desde 1986, justo a una década de su centenario.

“Gian Paolo, el padre, y su hijo Gino son de una calidad humana impresionante y por eso en el vestuario se respira ese ambiente familiar”, recuerda Gonzalo Martínez, el primer colombiano en ponerse la camiseta blanquinegra, en 2001, y a quien le bastaron dos años allí para dejarles la puerta abierta de par en par a muchos compatriotas más.

Si bien cumplió el sueño europeo a los 25 años, el zaguero que partió de Ibagué —militaba en el Tolima— a Italia notó de inmediato que “el equipo les daba la oportunidad a muchos extranjeros, latinos en particular, para que hiciéramos el curso, el proceso, y después ser transferidos a equipos grandes, era como una escuela”.

‘Chalo’ se graduó y pasó al Nápoles, pero dejó la suficiente huella para que desde Udine se empezaran a fijar con más atención en Colombia, tal y como lo confirma Andrea Carnevale, responsable de la cantera blanquinegra y en su momento jefe de los cazatalentos del club italiano, más conocidos en el medio como ‘scouts’, quien además reconoce que “en Suramérica se les hace seguimiento a jugadores Sub 15, porque en países como Brasil o Argentina, los Sub 17 adquieren precios muy altos, como por ejemplo nos pasó con Alexandre Pato, a quien evaluamos durante varias temporadas y finalmente fue al AC Milan”.

Por eso el mercado nuestro le ofrecía condiciones de sobra y la primera apuesta fue doble: Cristian Zapata y Abel Aguilar, tras el Mundial Juvenil de Holanda 2005, se instalaron en Italia y aunque el primero despegó más rápido y es el de mayor permanencia y cotización, el volante aprovechó su cesión al Xerez y Hércules para mostrarse en España, ser fichado por el Zaragoza y hoy ya cumple su segunda temporada en la liga de las estrellas de nuevo con el club alicantino.

El central, que llega a su sexta temporada en el Calcio y superó en la anterior las 100 presencias, es el mejor ejemplo de progreso, porque su pase no costó ni el millón de dólares y hoy se cotiza por los 10 millones de euros, cifra que están dispuestos a pagar varios grandes de Europa.

“Sé que han preguntado, pero sigo tranquilo en Udinese, porque es una institución en la que he crecido mucho en lo personal y profesional. La ciudad es pequeña pero acogedora, y aunque no va mucha gente a vernos al Friuli, la afición es muy fiel y te trata muy bien”, destaca Zapata, quien fue fundamental en la adaptación de Juan Guillermo Cuadrado, compañero suyo desde julio de 2009.

También Gerónimo Barbadillo ha sido un apoyo para ellos. El ex futbolista peruano que terminara su carrera en el club ‘bianconero’ a mediados de los 80 y hoy es director de sus divisiones menores, confiesa que “el objetivo es buscar en todo el mundo jugadores de 18 ó 19 años para formarlos”.

Uno de ellos fue Luis Fernando Muriel, promesa goleadora del Cali que fue adquirido recientemente, pero jugará cedido en el Granada de la segunda división española, aunque no por casualidad, ya que los Pozzo convirtieron el equipo ibérico en un satélite de su proyecto futbolístico en el país del nuevo campeón del mundo.

Helmuth Wening, responsable de la transferencia, reconoce que “la mayoría de los negocios en Colombia se hacen a través del agente Giancarlo Uda y su experiencia con los colombianos ha sido tan buena que han querido seguir apostando por los nuestros, lo cual demuestra que cada jugador es un embajador”.

Pablo Armero lo era en Palmeiras y desde esta semana es la nueva carta del Udinese, un club que sigue demostrándole a Europa y al mundo que el saber observar puede valer más que las chequeras boyantes de otros.

Por Fabián Mauricio Rozo Castiblanco

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