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Con el futuro ‘asegurado’

Cuando estaba a punto de dejar el fútbol, encontró la oportunidad que llevaba muchos años esperando. Fue campeón de la B en 2006 y ahora quiere ganar su primera estrella en la A. Su próxima meta es ser convocado a la selección de Colombia.

Luis Guillermo Ordóñez O.
19 de diciembre de 2007 - 05:58 p. m.

Durante once años, Stalin Motta estuvo en las divisiones menores del Independiente Santa Fe, esperando una oportunidad que infortunadamente nunca llegó. Pero en enero de 2006, el habilidoso volante bogotano se presentó en el momento justo y al lugar indicado: la pretemporada de Seguros La Equidad, un club de segunda división con un proyecto serio y ambicioso comandado por el técnico Alexis García. Hoy, dos años después, el equipo disputará el título de campeón de Colombia ante el encopetado Atlético Nacional y podría clasificarse para la Copa Libertadores de América de 2008.

Una sensacional campaña que, entre otros aspectos, se debe al acertado manejo del estratega paisa y al liderazgo del jugador capitalino, que a pesar de que vive un momento de gloria, no olvida los obstáculos que tuvo que superar. La verdad es que Stalin Motta estuvo a punto de dejar el fútbol porque veía cómo sus compañeros del conjunto cardenal y de las selecciones menores de Bogotá llegaban al profesionalismo. Los éxitos de Jairo Suárez, Radamel Falcao García, Rafael Robayo o Abel Aguilar, entre otros, lo desmotivaban y le hicieron pensar que su futuro estaba en otra actividad.

“A veces me desesperaba porque la oportunidad no llegaba y para mí todo era duda e incertidumbre. Hice todo el proceso con Santa Fe y llegué a entrenar varias veces con el primer equipo, pero nunca me pusieron a jugar. Estuve con Pecoso Castro, Arturo Boyacá, Dragan Miranovic, Jaime de la Pava y Julio Comesaña, pero nada, subían a otros, pero a mí no”, recuerda el 10 de La Equidad, quien precisamente por eso nunca descuidó sus estudios, al punto de que luego de graduarse como bachiller en el Inem de Kennedy, hizo hasta séptimo semestre de Administración Deportiva en la Universidad Distrital.

Después de participar en el torneo de reservas, en 2004 Stalin jugó con el Chía Fair Play de la Primera B y, en 2005, llegó a prueba a La Equidad recomendado por Heberto Carrillo. El entonces técnico asegurador Fáber López lo evaluó y finalmente lo dejó en el equipo que ese año terminó en la novena posición del torneo de ascenso.

Un verdadero maestro


Aún sin contrato, Motta se presentó a los entrenamientos previos al inicio de la temporada 2006 y no necesitó esforzarse demasiado para que Alexis García se fijara en él. “De inmediato me di cuenta de sus enormes condiciones, pero también de que era un jugador cómodo, consentido, falto de espíritu de lucha. Hablé con él e hicimos un compromiso mutuo. Yo quería tener a un jugador bogotano como insignia, como conductor del equipo. Quería que fuera él, pero necesitaba que se comprometiera más para poder darle la continuidad y la confianza que él necesitaba. Le pedí que se decidiera a ser el mejor, a sacrificarse”, explica el Maestro.

Y ambos cumplieron. En 2006, Stalin fue clave para que Equidad se impusiera en los dos torneos de la Primera B y lograra el cupo directo a la A. Y Alexis García, además de darle la capitanía, le enseñó muchos de los trucos que aprendió durante su carrera de 20 años como futbolista profesional. Un cuento de hadas que apenas iba por la mitad. En 2007, el equipo, con la base de jugadores del año anterior, inició su camino en primera división con poca fortuna. De 18 partidos del primer semestre, apenas ganó dos y empató siete. Los otros nueve los perdió.

Sin embargo, los directivos del club decidieron hacer un esfuerzo económico y contrataron a varios futbolistas experimentados como Hugo Soto, Carlos Gutiérrez, Wilson Carpintero e Iván Trujillo. Así, en la Copa Mustang II, La Equidad se convirtió en la gran revelación y cumplió con tres objetivos: salvarse del descenso, clasificar a los cuadrangulares y llegar a la final. “Este equipo es como yo”, repite Stalin tal y como García se lo dice a él: “Tiene disciplina y mentalidad de profesional, pero hambre de aficionado”.

“Aquí no hay misterios, ni fórmulas secretas. Cada partido salimos a darlo todo, más ahora que estamos tan cerca de la estrella”, afirma el crack bogotano, que en 38 partidos en 2007 ha marcado 13 goles y es el máximo artillero del equipo. “Y nos va a dar mucho más”, señala Alexis García acerca de su pupilo. “En lo que más se parece a mí es en el amor que tiene por la pelota, siempre está con un balón en los pies y eso es fundamental para un creador de juego. Además, tiene liderazgo y temperamento. Él se ganó el ser capitán con trabajo y resultados, porque asimila bien las ideas y las sabe transmitir a sus compañeros en la cancha”.

El Maestro, quien hizo parte de ese histórico Nacional de finales de los 80 y comienzos de los 90, le augura un futuro promisorio a Motta. “Le va a ir muy bien porque siempre está dispuesto a aprender, es un muchacho obediente y dedicado que tiene claro lo que quiere, aunque en lo futbolístico diría que debe simplificar un poco más el juego, ser más práctico y arriesgar en la media distancia, decidirse a pegarle a la pelota desde afuera del área”, agrega antes de contar que el futbolista tiene contrato con el club hasta diciembre de 2008.

Con el fútbol en la sangre

Desde que nació, Stalin Motta tenía marcado su rumbo. Tenía que ser futbolista a como diera lugar. Al menos ese era el sueño de su papá, también llamado Stalin, quien fue un puntero izquierdo rápido y habilidoso que estuvo en las divisiones menores del Deportes Tolima, pero nunca jugó en primera división. “Con mi esposa, Ana Delia, siempre quisimos que jugara y lo apoyamos en la medida de lo posible. Desde niño le pusimos un balón al lado”, recuerda Stalin padre, quien durante muchos años se ha dedicado a la venta de muebles de madera.

Sus primeras gambetas Stalin Motta las hizo en el barrio La Chúcua, en la Avenida Boyacá con Autopista Sur, en donde vivió hasta los nueve años. Después se trasladó a Kennedy y desde hace un par de años habita en Ciudad Montes. “Somos cuatro hermanos, pero ahora soy el único que está en la casa, porque Andrea Jimena, Edwin (que jugaba como lateral derecho pero dejó el fútbol tras prestar el servicio militar) y Tatiana ya se fueron”, cuenta el volante bogotano, que se inició en la escuela Sporting Cristal, del profesor Rafael Lesmes, y luego pasó al Santa Fe.

En el conjunto cardenal fue dirigido por Alfonso Sepúlveda, Henry Celis, Álvaro Duarte y Jorge Serna, para quienes siempre fue un jugador especial, de gran riqueza técnica e inteligencia. Luego estuvo en Chía y cuando parecía que sus posibilidades de jugar profesionalmente se extinguían, llegó a La Equidad para hacer historia. “A este club le debo todo lo que soy como futbolista”, asegura Motta, quien ya ha sido evaluado por el técnico de la selección de Colombia, Jorge Luis Pinto, quien seguramente lo tendrá en cuenta para una próxima convocatoria.

El capitán, goleador y jugador insignia de La Equidad dice que es fanático de los programas deportivos, a los que dedica buena parte de su tiempo libre. También admite que es un poco malgeniado y temperamental. Asegura que sus grandes virtudes son la entrega y el profesionalismo. “En la cancha no me guardo nada, me gusta ganar hasta una recochita”. Con respecto al duelo ante Nacional, el domingo en El Campín y el miércoles en el Atanasio Girardot, pronostica que se jugará la vida. “Será un duelo especial. Mi primer partido en la A lo jugué contra ellos y les hice gol, ojalá ahora ocurra lo mismo y podamos salir campeones”.

Hace un año, a Stalin Motta lo único que le importaba era debutar en la primera división y cumplir el sueño de su padre. Ahora quiere salir campeón con La Equidad para dedicarles ese título a los jugadores bogotanos que tenían la ilusión de ser profesionales pero que se quedaron en el camino por falta de oportunidades. A los que, a diferencia de él, nunca llegaron al lugar indicado en el momento justo.

Por Luis Guillermo Ordóñez O.

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