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Mi hermano y yo

A Camilo y Manuel Villegas los une la misma sangre y la pasión por el golf, que esta semana en Japón los enfrentará por primera vez a nivel profesional.

Mari Luz Avendaño Arbeláez/ Especial para El Espectador, Medellín
26 de septiembre de 2008 - 11:45 p. m.

Lejos estaba de imaginar Rogelio González que un par de chiquillos que observaban veinte años atrás cada uno de sus golpes en el Abierto del Club Campestre de Medellín, con el paso de los años se convertirían en sus alumnos aventajados y, lo mejor, motivo de orgullo ilimitado.

Con apenas tres y seis años de edad, Manuel y Camilo Villegas respectivamente, evidenciaban así su pasión por el golf, el cual los enfrentará por primera vez profesionalmente esta semana, en el torneo Coca Cola Toshiba en Japón.

González incluso recuerda que aquel día junto a los pequeños, el mayor de la saga, que ya se interesaba más por este deporte, le dijo al menor o ‘Queso’, como le llamaban de cariño: “Con este señor es que debemos tomar clases”. Y desde ese momento, Rogelio, aparte de su entrenador, se ha convertido en guía y amigo de ambos.

Para esa época no había semillero, pero la madre de los Villegas, Luz Marina, se dio a la tarea de conformarlo para que sus hijos y otros 95 niños se enamoraran del golf, y Camilo aparte de hacerlo, lo conquistó a punta de entrega y esfuerzo. “Me impresionó mucho que era muy atento y disciplinado, porque esa es su forma de ser. Se sentaba a ver jugar a quienes eran mejores que él”, recuerda González.

Sus primeros swing los dio a los seis años y medio, mientras Manuel lo hizo a los cinco. Ambos con muy buenas cualidades e igual de comprometidos con algo que comenzó por ser un hobbie y terminó siendo su destino profesional.

Eso sí, González, que los vio crecer dentro y fuera del green, puede decir sin temor a equivocarse que son de personalidades bien distintas, porque mientras el mayor “es bien serio, su hermano es más extrovertido, tiene el apunte chistoso en el momento preciso. Es más jocoso”.

De igual forma, su instructor de cabecera desde hace 18 años, confirma que en los duelos Villegas, Camilo siempre ha salido avante, pero ve a Manuel en el mismo camino que ya le permitió al primero empezar a acariciar la gloria.

Por ejemplo, el menor hace apenas tres meses llegó al profesionalismo en la Florida y prefirió hacerlo en Estados Unidos y no en Colombia, porque “allá se juega el mejor golf del mundo y ahí es donde quiero estar”.

Como dos gotas de agua...

Los dos son muy parecidos en el físico, la seriedad y el juego. Le pegan bien a la bola y tienen un swing muy similar. Obviamente también tienen marcadas diferencias que, según su profesor, radican en un aspecto fundamental: la personalidad.

“Camilo tiene un carácter más fuerte, nunca se entrega y eso lo ayuda a la hora de ganar. Manuel es más débil en ese sentido, pero eso lo estamos trabajando. Él debe entender que no es lo mismo jugar aficionado, que competir en el profesionalismo y esa transición tiene que hacerla rápido”, asegura González.


Él aparte de aceptar con humildad dichos consejos, advierte que el golf se convirtió en prioridad desde que tiene uso de razón... “Siempre lo he jugado. Mi papá también lo hacía y después fue mi hermano Camilo. Es algo que me gusta bastante, lo disfruto y quiero seguir haciéndolo por mucho tiempo más”.

Hace cinco años y medio se fue junto a su hermano a los Estados Unidos. Allí no sólo viven juntos, sino que entrenan para ser campeones. Igual que lo hacían cuando apenas eran unos niños. “Camilo siempre me está enseñando, me ayuda mucho, porque él tiene más recorrido que yo. Practicamos siempre que podemos, aunque nos la pasamos viajando debido a los compromisos de cada uno. Él, sin duda, es un ejemplo para mí y un apoyo enorme”.

Preparación en Medellín

Manuel ha estado los últimos días en Medellín al lado de su maestro y en el mismo club donde comenzó hace 16 años, en una intensa preparación para enfrentar por primera vez a su hermano como profesional el próximo fin de semana, en el torneo Coca Cola Toshiba que se realizará en Japón.

En el Lejano Oriente espera tener “muy buen juego y me estoy preparando bien para dar la pelea, pero no es fácil ganarle a Camilo, ya que desde pequeños siempre me ha ganado”. Pero otra cosa piensa su instructor: “Vamos a ganar, se acordará que es así. Por eso estamos trabajando el carácter. Este muchacho es muy buen prospecto. Tiene una formación técnica muy  parecida a la de Camilo y podemos ganar”, afirma Rogelio, mientras una sonrisa se dibuja en su rostro, producto de la satisfacción que siente al ser descubridor de talentos, ya que así como Camilo ya alzó su primer trofeo en el tour de la PGA con el título del BMW Championship, Manuel se llevó el Abierto de Colombia en agosto.

La preparación de este último incluye largas horas en el gimnasio para llegar óptimo físicamente, ya que González considera que “la técnica ya la tiene. Son torneos muy duros y debe estar muy bien físicamente para enfrentarlos. Creo que dará la pelea en Japón y va a ganar”.

Para este hombre que se inicio como caddie en 1953 y se hizo profesional a los 16 años, no hay mayor satisfacción que formar campeones. Durante 37 años fue considerado el mejor jugador de Colombia y por sus manos han pasado varios campeones nacionales. Sus alumnos más destacados sin duda son los Villegas, quienes empiezan a hacer historia y escribirán otro capítulo esta semana, ya que por primera vez, dos hermanos representarán a nuestro país en un mismo torneo. Será como ver a las hermanas, Venus y Serena Williams, en un torneo de tenis del circuito de la WTA.

Ellos recién empiezan y van camino a la consagración que ya acariciaron las estadounidenses, pero esa es una motivación más para Manuel, del que no se sabe si lee el green igual a su hermano para considerarlo El Hombre Araña II, ni menos si usa un peculiar vestuario en competencia, pero el mismo sueño que algún día tuvo Camilo, lo desvela: estar dentro de poco en el Tour de la PGA, para competir al lado de su hermano y demostrar en lo más selecto del golf mundial que el alumno sí puede superar al maestro.

Esa es la misma ilusión de González, al que nadie le podrá quitar el honor de haberse encontrado “con unos hermanos tan talentosos y de ver ya triunfar a uno de ellos en Estados Unidos. Ahora espero tener la misma alegría con Manuel”. Por eso nada lo hará más feliz que ver triunfar a la saga Villegas.

Por Mari Luz Avendaño Arbeláez/ Especial para El Espectador, Medellín

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