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Las segundas partes nunca fueron buenas

El pedalista estadounidense aspira a ganar su octavo título en el Tour de Francia y, de paso, muchos dólares. La mayoría de las grandes estrellas que han regresado al deporte han fracasado en su intento por recuperar la gloria. Michael Shumacher podría ser el próximo ídolo que se deje seducir por jugosas ofertas económicas para volver.

Luis Guillermo Ordóñez O.
26 de septiembre de 2008 - 11:54 p. m.

La fama y el dinero son dos cosas a las que difícilmente renuncian las personas. Y a eso, en el caso de las grandes figuras del deporte, hay que sumarle el hecho de dejar de recibir constantes muestras de cariño y admiración por parte de sus millones de seguidores.

La nostalgia que les produce no volver a ser noticia, o algunas veces las crisis económicas posteriores al anuncio de su adiós, hacen que muchos de ellos decidan volver a competir, a pesar de no tener las mismas condiciones físicas que cuando conquistaron la gloria.

Esta semana el ciclista Lance Armstrong, quien ganó siete veces consecutivas la carrera por etapas más dura del mundo, el Tour de Francia, oficializó que regresará a las carreteras para la temporada 2009, luego de tres años de ausencia.

La noticia confirmó los rumores que había desde hace varios meses y abrió el debate sobre la conveniencia o no, para la imagen todopoderosa del corredor, de competir nuevamente al más alto nivel.

Pero de lo que no cabe duda es de que la decisión le representará jugosas ganancias económicas y la posibilidad de incrementar su popularidad con miras a su ya anunciada incursión en la política en un futuro.

Sin embargo, su caso no es más que la repetición del de muchas otras figuras que han tratado de recuperar su  lugar en la élite del deporte. Y aunque es aventurado pronosticar el fracaso del pedalista estadounidense, la mayoría de quienes han vuelto, no han tenido éxito.

Jordan, la excepción

El basquetbolista Michael Jordan, el legendario jugador de los Bulls de Chicago, es tal vez la excepción que confirma la regla que  en el deporte, las segundas partes no son buenas.

Después de haber ganado tres títulos seguidos de la NBA, el número 23 se despidió de las canchas como consecuencia de una depresión, tras el asesinato de su padre. Tenía entonces 30 años y durante un par de meses se distrajo entrenando con los Birmingham Barons, un equipo de béisbol filial de los Medias Blancas de Chicago.

Y aunque él lo hacía por recrearse, los medios, acostumbrados a verlo competir al más alto nivel, criticaron fuertemente sus actuaciones.

Año y medio después se puso nuevamente el uniforme de los Bulls y con todo su talento intacto, consiguió tres títulos más. Incluso, en dos de esas temporadas fue elegido como el Jugador Más Valioso.

En 1999 volvió a decir adiós y asumió la presidencia de los Wizards de Washington. Pero en 2001 decidió jugar con ese mismo club porque las oficinas le aburrían. Jugó dos temporadas con un nivel aceptable para un basquetbolista profesional, pero nada comparado con el de sus mejores años.

Larga lista de fracasos

En cambio sí han sido muchos los deportistas que después de meses o años alejados de la actividad, regresan y decepcionan, aunque unos más que otros.

El boxeador Mike Tyson, el más joven campeón mundial de la historia en los pesos pesados, se vio obligado a dejar el deporte por una condena de 72 meses  de prisión por violación. Tenía 25 años y pasó tres tras las rejas, hasta 1996, cuando recobró la libertad, pues le redujeron la pena por buena conducta.

Peleó varias veces, pero no recuperó la corona. En cambió fue sancionado por morder en pleno combate a Evander Holyfield. Después de dos años volvió a combatir, pero su declive deportivo y personal era inminente, al punto de que terminó solo y arruinado.

Casos menos dramáticos, pero sin final feliz, han sido los de Muhammad Ali, George Foreman, Sugar Ray Leonard, Héctor El Macho Camacho, Roberto Mano de Piedra Durán, Carlos Monzón, Óscar de la Hoya y Félix Tito Trinidad, legendarios campeones que volvieron a los cuadriláteros pero no pudieron triunfar.


En otros deportes también se han presentado casos similares, aunque no tan evidentes por la naturaleza misma de cada disciplina. Los tenistas Bjorn Borg, Boris Becker y Martina Hingis regresaron a las canchas y compitieron con dignidad, pero pronto se dieron cuenta de que no volverían a ser campeones y se fueron definitivamente.

El sueco, ganador de 11 títulos de Grand Slam, cumplió 52 años en junio pasado y participa en exhibiciones, pero esta semana puso en venta los trofeos de sus cinco títulos en Wimbledon para cubrir unas deudas hipotecarias y fiscales que tiene. Martina, quien regresó tras dos años de ausencia por lesiones, tuvo que irse el año pasado luego de haber dado positivo por cocaína.

Martina Navratilova, en cambio, entendió que su cuerpo ya no era tan fuerte como antes y prefirió especializarse en competencias de dobles y mixtos, en las que aún sigue participando y triunfando.

En el fútbol quienes más han sonado por sus retiros y reapariciones han sido el argentino Diego Armando Maradona y el brasileño Romario. El primero tuvo que colgar los guayos varias veces debido a sanciones por dopaje y problemas médicos, pero se las arregló para volver a jugar, aunque sin el brillo de los 80. Romario también se despidió muchas veces y regresó para tratar de llegar a los 1.000 goles anotados, objetivo que finalmente consiguió.

Los beisbolistas José Canseco y Roger Clemens también pusieron fin a su descanso para reincorporarse a las Grandes Ligas. Así como los basquetbolistas Erwin Magic Johnson y Dennis Rodman o el nadador Mark Spitz.

El atleta canadiense Ben Johnson, famoso por haber dado positivo en la final de los 100 metros de los Juegos Olímpicos de Seúl 1988, intentó en varias oportunidades recuperar un lugar entre los mejores del mundo, pero ni siquiera pudo ganar una carrera en su país.

En el automovilismo hasta los ex campeones mundiales se han dejado tentar por jugosas ofertas económicas. El francés Alain Prost y el canadiense Jacques Villeneuve tuvieron que ponerse nuevamente en forma para correr en la Fórmula Uno. El primero logró un título y ambos engrosaron sus cuentas bancarias.

Ahora, luego del regreso de Armstrong, los fanáticos del deporte se preguntan hasta cuándo Michael Schumacher resistirá la tentación de ver los toros, o mejor los autos, desde la barrera, pues prácticamente a diario recibe propuestas para ponerse al frente del volante.

Claro está que para que el regreso de un atleta sea noticia es porque su palmarés lo amerita. Cientos de deportistas se arrepienten de haberse alejado de la actividad y vuelven poco tiempo después con el único objetivo de seguir ocupados.

Las segundas partes nunca fueron buenas, pero no se puede negar que causa bastante curiosidad saber cómo puede ser un duelo entre viejas glorias y las actuales estrellas del deporte. ¿Será, por ejemplo, que Roger Federer le gana con facilidad a Pete Sampras, que Kobe Bryant deja en ridículo a Michael Jordan o que Lewis Hamilton es más rápido que Michael Schumacher? Eso nunca lo sabremos, aunque por lo menos en 2009 podremos darnos cuenta quién es mejor entre Lance Armstrong y Alberto Contador.

Una ‘locura’ lo hizo volver

En el deporte colombiano no ha sido habitual que sus glorias se despidan oficialmente de la actividad, pero en los últimos años, algunos futbolistas sí organizaron su partido homenaje: Willington Ortiz, Carlos Valderrama, Mauricio Serna y recientemente, Víctor Aristizábal.

Pero el caso de René Higuita (foto) es particular, ya que tras dos años de inactividad, aceptó a comienzos de 2008 la propuesta del Rionegro, con el que tapó el primer semestre en el torneo de ascenso y desde julio milita con el Pereira en la división de honor. Otro que desempolvó los guayos fue Víctor Bonilla, que desde hace dos meses integra el plantel del Depor Jamundí en la B.

Por Luis Guillermo Ordóñez O.

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