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Paciente de medianoche

La última vez que Diego Maradona estuvo en Colombia, Marlon Becerra aprendió a conocerlo durante muchas madrugadas.

Fabián M. Rozo Castiblanco
07 de febrero de 2009 - 10:00 p. m.

Pocos pueden preciarse de haberle dicho no a Diego Armando Maradona. Y Marlon Becerra es uno de ellos. Cuando el argentino se sometió al bay pass gástrico en Cartagena, quiso aprovechar su presencia en Colombia para arreglar sus dientes que reclamaban con urgencia un tratamiento, pero el odontólogo se abstuvo de hacerlo en aquel momento.

Era marzo de 2005 y el profesional le dio las razones de su negativa: “Debía desplazarme hasta allá, carecía del lugar y las herramientas apropiadas para atenderlo y en la persona que menos debía improvisar era en él”. Sólo un viaje del astro a Venezuela, año y siete meses después, permitió reanudar el contacto.

“El estado de su boca empeoraba –recuerda el especialista–, me llamó y decidió pasar a Colombia”. Un buen día de octubre de 2007, el actual seleccionador argentino lo invitó a comer en Bogotá y tras la cena “hablamos cosas muy básicas y después me dijo: quiero conocerte un poco más; y subimos a una terraza”.

La charla empezó a la medianoche y terminó a las siete y media de la mañana. Y el punto final lo puso una pregunta del astro: ¿Qué tienes tú que no tenga otro odontólogo en el mundo? “Sólo hay una cosa que me diferencia del resto –le contestó Marlon mirándole a los ojos–: cuando veo un paciente, lo primero que hago en mi proceso es pensar en lo que me gustaría hacer; luego aplico la teoría y después creo”.

Maradona reaccionó con una profunda sonrisa y antes de que el odontólogo la asociara con burla, éste le aclaró de inmediato: “Con que intuición, lógica y creatividad es lo tuyo, pues ahora entiendo que también es lo mío porque así hacía mis goles”. Sobraba una muestra más de empatía y a las 12 de la noche de ese mismo día comenzó el tratamiento que durante las cinco semanas siguientes, fue siempre de madrugada.

En medio de anocheceres y amaneceres, fue conociendo a uno de los mejores futbolistas del siglo pasado que le confesó que “no leía y por eso mi primer regalo para él fue un libro, Conversaciones con Al Pacino. Sorprendido por el obsequio, indagó el motivo y la razón fue una sola: “Quiero que conozcas de manera real, otro ser grande que no sea futbolista”, le argumentó Becerra.

A la siguiente cita, Diego le dijo que “lo había empezado, pero que no lo iba a continuar leyendo porque no le había escrito nada”. Entonces el odontólogo abrió el texto y en su primera página escribió: “Seguramente, si no hubiese sido Maradona en esta vida, hubiese sido Al Pacino. Tu nuevo amigo, Marlon”.

Los ojos del argentino se hicieron agua leyendo el mensaje y más allá de la emoción del momento, lo que conmovió al experto en estética dental  fue que “lo leyó todo”. Igual, la lectura no lo sedujo lo suficiente, como sí los relojes y ese peculiar gusto fue comprobado cuando “un día me dijo: me gusta tu reloj y pensé en dárselo”.


Ganas no le faltaron de aflojar el pulso, pero prefirió mantenerlo en su muñeca porque “él también tiene derecho a elogiar cosas”. Ya como paciente, “nunca se queja de nada, le hice algunas cosas en las encías sin anestesia y cicatriza de una manera absurda”.

Elogia además su puntualidad y confiesa que “sólo se cansaba cuando perdía Boca”. Eso sí cuando los xeneizes festejaban, llegaba al consultorio gritando y le decía a Becerra: “Haz lo que quieras hoy, estoy feliz, ganó mi Boquita”.

Así transcurrió el tratamiento y en la última sesión, antes de pasarle el espejo para que Diego viera el resultado final, el odontólogo le dijo tres cosas: “Primero, que recibí un paciente y entrego un amigo; segundo, no quiero que seas un producto publicitario mío y tres: mis conocimientos, mi cariño y mi respeto están reflejados en lo que hice en tu boca; si no te gusta, no puedo hacer más”.

Dos horas después estaban frente a una cámara en una despedida que duró cinco horas, pero que la pantalla chica apenas permitió resumir en dos. De fútbol se habló poco y aún así Becerra cree que los que presenciaron la entrevista, “vivieron la final de un Mundial”.

Después vino el hasta pronto, porque el tratamiento no ha terminado y mientras la selección argentina y su agenda le permiten volver a Bogotá, Marlon no se precia de haberle dicho no a Maradona en su momento, así tal vez sea el único que literalmente haya dejado al argentino con la boca abierta.

Del clóset a la pared

Más allá de los honorarios, Maradona quiso agradecerle al odontólogo con una camiseta que le entregó al finalizar la entrevista y en la cual estampó un mensaje de puño y letra: “Para Marlon, quien siempre tendrá mi amistad eterna, gracias muchas, Diego”.

Ese mismo día, Becerra dejó la prenda en su clóset, hasta que una vez que Leonel Álvarez visitó su apartamento y le “pidió que se la mostrara y supo que estaba entre mi ropa, me dijo que no podía ser, que valía mucho y debía enmarcarla”. 

Le hizo caso y no sólo en eso, ya que el ex jugador le indagó por las impresiones dentales y luego de buscarlas en un cajón, las guardó “en un lugar especial con sus radiografías e historia clínica”.

Por Fabián M. Rozo Castiblanco

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