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Imperio catalán

Samuel Eto’o y Lionel Messi marcaron los goles del conjunto azulgrana, que completó tres títulos en el torneo (1992, 2006 y 2009).

Mauricio Orozco Varela / Especial para El Espectador, Roma
27 de mayo de 2009 - 11:10 p. m.

Ganó el fútbol. El miércoles, en el Estadio Olímpico de la capital italiana, Barcelona demostró que es el mejor equipo del mundo y les dio la razón a quienes piensan que el fútbol lírico y ofensivo sigue vivo.

En una nueva demostración de cómo se suman talentos individuales para armar un gran conjunto, los catalanes superaron sin atenuantes al Manchester United y conquistaron por tercera vez el título de la Liga de Campeones de Europa, el torneo de clubes más importante del Viejo Continente.

Y eso que en las tribunas el duelo lo iban ganando los ingleses, que fueron mayoría y gritaron mucho más antes del partido y durante los primeros 10 minutos, en los que los actuales monarcas pusieron las condiciones.

Pero la primera llegada del Barcelona cambió la historia del juego. Tras un pase de Lionel Messi, el camerunés Samuel Eto’o dejó en el camino a Rio Ferdinand y remató para vencer al arquero Edwin van der Sar.

De ahí en adelante, los azulgranas dominaron las acciones a su antojo y sus hinchas, un 40% del total de asistentes, iniciaron la celebración, pues no veían cómo podría llegar el empate.

Una tímida reacción no les alcanzó a los ingleses para crear opciones de gol en el arco de Víctor Valdés. En cambio, sí sufrieron cada vez que Barcelona se acercó a sus predios.

Hasta que a los 70 minutos de juego, un mal rechazo de Patrice Evra, le quedó a Xavi, elegido por la Unión Europea de Fútbol (Uefa), como el mejor jugador de la final, quien envió un preciso centro al segundo palo, en donde el argentino Lionel Messi, en un espectacular gesto técnico, con su cabeza le cambió el rumbo a la pelota y liquidó el compromiso.

Al Manchester no le quedó más remedio que aceptar la superioridad de los catalanes y verlos tocar y tocar durante los últimos minutos. Cuando el árbitro suizo Massimo Busacca decretó el final del juego, la hazaña se oficializó. Después de haber ganado la liga local y la copa de su país, Barcelona sumó la Champions, una gesta que apenas habían logrado el Celtic escocés en 1967, el Ajax holandés en 1972, el PSV holandés en 1988 y el Manchester United en 1999.

Y mientras los azulgranas festejaban, medio estadio contemplaba en silencio su alegría, con la certeza de que el fútbol había premiado al equipo que mejor fútbol practica en la actualidad, a un colectivo que nunca renunció a su estilo y que sorteó dificultades, pues en la semifinal ante Chelsea estuvo a punto de quedar eliminado.

Hoy, Barcelona pone el mundo a sus pies, ganó merecidamente la Liga de Campeones de Europa y reivindicó ese fútbol espectáculo que parecía haber desaparecido.

Por Mauricio Orozco Varela / Especial para El Espectador, Roma

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