Así uno lo haya hecho desde enero (Santa Fe) y el otro en junio (Millos), el esfuerzo económico de los dos equipos capitalinos en 2008 fue notable para que los resultados de una vez por todas aparecieran y al comienzo, en cierta forma, asomaron para que la esperanza de tener réditos creciera.
Pero con el paso de los días, la realidad cambió –o tal vez terminó acomodándose a la costumbre del último tiempo–, para que otra vez los anhelos se disfrazaran de sofismas y el domingo, los escasos que quedaban, terminaran por derrumbarse.
Cualquier parecido entre Millonarios y Santa Fe con las pirámides que tienen en jaque a la economía nacional pueda que sea coincidencia, pero al igual que los ahorradores que no saben qué hacer ni cuál rumbo tomar, hoy los hinchas azules y albirrojos andan en las mismas luego de que sus equipos quedaran por fuera de la semifinal.
Estafados una vez más en su ilusión, buscan obviamente responsables y sin importar el porcentaje que a cada cual le corresponde, también exigen decisiones y por eso ya piden a gritos, que “se vayan todos, que no quede ni uno solo”. Sus reclamos, como siempre, tendrán en cierta forma eco y si bien los cambios no se harán esperar para 2009, sólo aplicarían en las plantillas y nada más.
Salvo que Óscar Héctor Quintabani y Hernán Darío Gómez presentaran su carta de renuncia, los técnicos continuarán al menos un semestre más, de acuerdo con las políticas de los directivos que apuestan a la continuidad, palabra justamente que los ha perpetuado en la cúpula dirigencial, a pesar de tantos fracasos consecutivos.
Es cierto que los que menos responsabilidad tienen en este nuevo revés son ellos, luego de que hicieran el esfuerzo para armar nóminas competitivas, pero igual volvieron a fallar en su intento y en lugar de objetivos cumplidos, continúan acumulando eliminaciones y gestión como tal no existe, porque a ésta siempre la miden los resultados.
Resultados que tampoco tuvieron los entrenadores y el primero en reconocerlo es Quintabani, que de ser bicampeón en 2007, este año no dirigió en cuadrangulares: “Lamentablemente no se cumplieron los objetivos y aunque no soy muy amigo de la palabra fracaso, esta vez creo que cabe para resumir esta penosa situación que nos duele a todos”.
Molesto no tanto por la eliminación sino por algunas preguntas que le formularon en el Metropolitano, Bolillo pidió mesura ante la crítica e invitó a rodear de un mejor ambiente a los equipos bogotanos. “No podemos hablar de muerte ni de fracasos, ¿por qué siempre tenemos que resaltar lo negativo? Sí, duele quedarse por fuera de la fiesta de fin de año, pero el fútbol y la vida siguen”, fue la reflexión del entrenador antioqueño.
Posturas contrarias las asumidas por los técnicos, que igual no cambian en absoluto el destino de los dos equipos tradicionales de la capital, los cuales sólo tienen eso, tradición, pero a la eliminación pareciera, y a los que su hermanito menor, La Equidad, les recordó una lección: la chequera puede comprar ilusiones, pero jamás será garantía de títulos.
“Tenemos nómina para aspirar”
En su estreno en la máxima división, Alexis García tuvo que ver los cuadrangulares por televisión y al sentir tanta impotencia, se prometió a sí mismo que en el semestre siguiente iba a ser semifinalista. La promesa no sólo la cumplió, la volvió costumbre.
‘El Maestro’ completa su tercera clasificación consecutiva con La Equidad a la penúltima instancia del torneo y ahora que es el único representante del fútbol bogotano en ella, asegura: “Tenemos nómina para aspirar”.
Reconoce también que no será fácil el camino a la final, porque al frente tendrán “al mejor equipo de la temporada (Tolima) y a dos grandes (Nacional y Medellín), pero si nos dejan, podemos hacer mella”. Y para lograrla, acudirán a El Campín que será su casa.