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“No comparto las alzas de tasas”

El ex ministro de Hacienda dice que se gana poco aumentando los tipos de referencia. Critica medidas para controlar  flujo de capitales.

Luis Fernando Gutiérrez
15 de junio de 2008 - 11:44 p. m.

Estuvo al frente de la cartera de Hacienda por más de tres años, en un período durante el cual el país alcanzó por varios años altos niveles de crecimiento, y el consumo y la inversión impulsaron el ritmo de le economía.

Su labor, reconocida por propios y extraños, lo llevó a ser elegido el mejor Ministro de Hacienda de América Latina.

Hoy, en el reposo del retiro, Alberto Carrasquilla pone el punto sobre las íes y llama a la reflexión alrededor de varios aspectos del entorno económico del momento.

¿Qué opina del actual momento de la economía colombiana?

Tiene la tasa de inversión más alta de América Latina y eso es lo más importante porque invertir, apostarle al futuro es paso obligado en el camino que han recorrido todos los países que avanzan en la solución de sus problemas sociales. Estoy muy contento como colombiano.

¿Qué piensa de las medidas tomadas por el Gobierno para controlar los flujos de capitales?

Siempre han sido bastante inefectivas en términos de sus objetivos; las actuales no son diferentes. Comparto y apoyo los puntos de vista del Presidente de la Bolsa al respecto.

¿Para usted cuáles son las causas de la revaluación?

En un 80% son globales, el dólar se ha devaluado respecto de las demás monedas por razones lógicas, contra las cuales nada podemos hacer en Chapinero. En otro 20% son locales, un gran deseo por comprar activos colombianos, denominados en pesos, causas contra las cuales es un enorme sinsentido “hacer algo”.

¿Qué se puede hacer para controlar la revaluación?

Como decía, nada que carezca de costos enormes. Ahora bien, lo que sí se puede hacer para aliviar los flujos de caja es reducir los impuestos y para-impuestos que abundan y le restan competitividad al empresariado colombiano y a la formalización del país. A mediano plazo tenemos que apurarle con las carreteras, ferrocarriles y puertos, reducir aranceles y quitarle trabas regulatorias al empresariado. Reinventar la parafiscalidad, formalizar el país y llenarlo de infraestructura es parte importantísima del desafío que enfrentamos todos.

A pesar de la caída del dólar y la situación política con Venezuela, las exportaciones a ese país siguen disparadas, se habla de sobre facturación, ¿usted qué cree?

La hipótesis carece de fundamento económico. El Gobierno de Venezuela le está regalando la plata de los contribuyentes venezolanos a mucha gente, vía el control de cambios, pero no tanta.

Continúan las presiones inflacionarias, ¿se debe seguir subiendo la tasa de interés, hay espacio para bajarla, como piden el Gobierno y algunos industriales?

Los colombianos sobrestimamos mucho el papel macroeconómico de la Junta Directiva del Banco de la República en general y de la “tasa de referencia” en particular. Las condiciones monetarias en Colombia están apretadas, eso lo dice muy claro la tasa de cambio, los indicadores de demanda nominal, y en ello sólo muy parcialmente tiene que ver


la Junta. Aunque yo no comparto las últimas alzas de tasa, entre otras cosas porque el choque (petróleo y alimentos) es global, de oferta y lo manejarán los bancos centrales importantes; porque sabía también que este debate innecesario en contra del Banco se avecinaba, y también porque creo que no se gana mucho al pasar de una tasa, digamos de 8,5% a una de 10%. Creo, sin embargo, que la política monetaria en estos países es un juego de señales sobre la orientación general y sobre las intenciones de los ejecutores de la política, y que sería muy mala señal bajarlas hoy; yo estaría muy en contra de esa propuesta. Metidos en el baile, equivocadamente creo yo, no nos podemos salir. Ya generamos un costo hundido.

De su gestión se decía que usted era capaz de decirle ‘no’ al Presidente, ¿cree que se mantiene esa política desde el Ministerio de Hacienda?

El presidente Uribe es un hombre extremadamente inteligente y no acepta un simple ‘no’ como respuesta. Requiere y exige argumentos y le desespera la improvisación. Creo que el Ministerio es una entidad de lujo en lo técnico, de lujo en el talento, compromiso y coraje de sus funcionarios; de lujo en su independencia e irreverencia, y siempre ha sido y es institucionalmente capaz de darle al Presidente esos argumentos. El ministro Zuluaga es un gran Ministro de Hacienda, yo lo admiro y respeto de mucho tiempo atrás. Mi experiencia es que si uno llega muy bien preparado a Palacio, el Presidente acepta argumentos y cambia de canal, no sin antes pasar por una muy álgida y muy exigente discusión conceptual, punto por punto y detalle por detalle. Le puedo poner muchos ejemplos.

¿Qué alternativas tiene el Gobierno para reducir el gasto y el déficit fiscal, de manera inmediata y no postergarlo para el presupuesto de 2009?

Me parece que el ajuste planteado en el último Marco Fiscal de Mediano Plazo es muy razonable, de hecho, más austero que el que yo llevé al Congreso en 2006. Creo que el peso del consumo del Gobierno en el PIB sigue bajando adecuadamente y que no conviene bajar la inversión pública (aunque sí aumentar su rentabilidad), ni por ahora el gasto militar, que ha dado tan excelentes resultados bajo los extraordinarios comandantes que afortunadamente tenemos los colombianos  y en cabeza de nuestra fuerza pública. Tampoco se puede poner conejo a las pensiones, la deuda y las transferencias del SGP, que constituyen el grueso del gasto del Gobierno. Aunque tengo preocupaciones fiscales, no tengo ninguna angustia fiscal. Angustia fiscal cuando llegamos al Gobierno y vimos la situación de Telecom, de Ecopetrol, los líos de Isagén, del Metro de Medellín, del sector eléctrico, del Seguro Social, la situación pensional… en fin.

¿Cree que lo peor de la crisis en la Economía de Estados Unidos ya pasó?

Esta ‘crisis’ ha sido tan leve en lo macroeconómico que dudo mucho en el calificativo mismo. Al contrario, creo que se ha saneado en buena parte, con gradualidad y relativo orden, un lío con los precios de los activos y se está saneando, también ordenadamente el desequilibrio externo. La economía americana una y otra vez ha dejado colgados de la brocha a los pesimistas extremos por su maravillosa flexibilidad y capacidad de ajuste. El dólar está para mucho rato como ancla global y se va a recuperar, téngalo por seguro. De otra parte, la ‘crisis’, muy entre comillas, también ha servido para poner sobre la mesa la ridiculez de muchas mañas regulatorias en lo financiero, mañas que a nosotros nos conviene discutir. Quedó claro que la valoración a precios de mercado, por ejemplo, tiene grandes falencias como ancla del sistema regulatorio en un mercado globalizado. La credibilidad de las agencias calificadoras de riesgo quedó muy golpeada. Y el papel de los bancos centrales importantes se tiene que redefinir. Concretamente, la idea misma del inflation targeting, al menos en las economías importantes, es otra víctima de esta crisis, para bien. Los banqueros centrales están aprendiendo que los mercados de activos existen y requieren una conceptualización distinta a la predominante hace un par de años.

¿Cómo apoyar más a los sectores exportadores frente a la situación que ha causado la revaluación?

Hay que tener cuidado con eso que los economistas llaman “inconsistencia temporal”: la tentación de “hacer algo” a corto plazo, posiblemente razonable en la óptica inmediatista, a costa de los valores fundamentales de largo plazo: a costa del país que queremos.


Creo que hay, a corto plazo, que bajar aranceles, impuestos y cuasi-impuestos. A mediano plazo, terminar rápido los planes en materia de infraestructura y desrregulación, financiándolo con mayores ventas de activos estatales.  Convertir la propiedad estatal en cosas como generadoras de energía, en unas carreteras, puertos y ferrocarriles, que tienen enormes retornos al capital, por ejemplo, es una excelente idea que tiene el ministro Andrés Uriel en la cabeza. Convertirlas en “cuentitas de ahorro”, como le escuché a alguien proponer el otro día, sería un error imperdonable.

De continuar la revaluación, ¿estaría en peligro el aparato productivo del país, considerando que llegarían muchos productos importados a precios ante los cuales les costaría mucho competir a los locales?

Claro que sí. Por eso es importante bajar impuestos y cuasi-impuestos, acelerar el desarrollo en infraestructura y quitarle trabas al empresario. No hacerlo atenta contra el empleo, la formalidad y los indicadores sociales.

¿Cómo ve el panorama del TLC con Estados Unidos?

Le creo a Luis Alberto Moreno. Se aprueba este año. La jugarreta ridícula que hicieron en la Cámara ha sido intensamente criticada por decenas de analistas serios e influyentes.

¿Usted volvería ser Ministro de Hacienda?

Ni en las curvas. Ya llegué a la edad en la cual lo que quisiera es poder nombrarlo.

¿A usted le tocaron las vacas gordas y al ministro Zuluaga las vacas flacas?

A ambos nos tocaron los toros bravos.

¿Cree que el momento de la economía influirá negativamente sobre la popularidad del Presidente?

Me aburre muchísimo este tema. De uno y de otro lado del ‘debate’ —muy entre comillas— sobre la popularidad del Presidente abunda el adjetivo y escasea el sustantivo. Al Presidente lo juzgarán los historiadores desde la doble ventaja de la perspectiva y la cabeza fría. Yo creo que le irá espléndidamente. Considero que será juzgado, no obstante posibles defectos, errores y falencias, como uno de los grandes presidentes de la historia latinoamericana. Los opositores dirán que no tengo razón y los más fogosos harán llover los adjetivos. Mi argumento es que ambos puntos de vista, empezando por el mío, junto con todos los adjetivos, no sólo son infinitamente aburridos, sino que carecen de importancia. Así que cambiemos de tema ¿no le parece?

En cifras

80%

de las causas de la revaluación son externas, razón por la cual poco se puede hacer desde Colombia.

8,5%

y 10% es un rango de tasa de interés que no marca mucha diferencia en la intención por parte del Banco de la República de controlar los niveles en inflación.

Por Luis Fernando Gutiérrez

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