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Batalla legal por la migración

Miles de hispanos llegaron a Phoenix para pedir una reforma migratoria a Barack Obama, que pierde apoyo de la comunidad hispana.

Antonio Caño / Especial de El País
29 de julio de 2010 - 10:55 p. m.

Arrinconado por los conservadores e ignorado por los demócratas, el movimiento hispano, que ha ofrecido una nueva demostración de fuerza en la jornada de protesta contra la ley discriminatoria de Arizona, empezó a volverse en contra de Barack Obama. El presidente, incapaz de encontrar los votos que permitan regular el problema migratorio a escala nacional, se ve impotente para ofrecer una respuesta satisfactoria para una comunidad que atraviesa por un momento decisivo de su historia.

El problema generado por la ley que criminaliza la inmigración ilegal en Arizona se ha convertido, al margen del desastre ecológico en el Golfo de México, en la mayor preocupación de la agenda doméstica de la Casa Blanca y en el asunto que puede decantar la suerte de las elecciones legislativas de noviembre en muchos estados del país.

Obama se encuentra atrapado en una tensión que, hasta el momento, lo ha paralizado. Por un lado, el caso de Arizona ha despertado un fuerte resentimiento antiinmigratorio entre una mayoría de la población que exige mano dura y acción inmediata. De otra parte, la comunidad latina ha reaccionado ante el hostigamiento con una energía desconocida en busca del apoyo del presidente, su aliado natural.

Obama, que prometió durante la campaña electoral una ley de inmigración en su primer año de mandato, reaccionó desde el principio en contra de la ley de Arizona. Pero, a partir de entonces, no ha encontrado los medios para combatirla. La posibilidad de que el fiscal general la desafiara ante los tribunales no se ha concretado aún, y el borrador de reforma presentado por un grupo de senadores demócratas hace 15 días no ha vuelto a ser discutido. En cambio, esta semana Obama anunció el envío de 1.200 soldados de la Guardia Nacional a la frontera con México, una medida destinada a calmar los temores de la población local por el deterioro de las condiciones de seguridad.

La comunidad hispana considera que esa no es la solución, que sólo una ley migratoria y la legalización de más de 10 millones de indocumentados puede resolver el problema de raíz. De lo contrario, es muy probable que los latinos castiguen en las urnas, no sólo a los republicanos que se oponen, sino al presidente que no cumplió su palabra.

“Quizá la próxima vez no debería prometer una ley migratoria sin más, sino una ley migratoria a menos que ocurra A o B o C”, declaró el congresista demócrata Luis Gutiérrez, tal vez la voz más representativa del actual movimiento hispano. “Yo no estoy atacando al presidente”, añade, “le estoy recordando lo que prometió”.

El caso tiene múltiples ramificaciones. Por un lado, lo que empezaron siendo manifestaciones de rechazo a la ley de Arizona se ha acabado convirtiendo en todo un movimiento reivindicativo con visos de perdurar. El pasado 1° de mayo salieron a la calle alrededor de un millón de personas en decenas de ciudades en todo el país. Esta semana, otras varias decenas de miles han viajado desde todos los rincones hasta Phoenix, la capital de Arizona, para demostrar la vigencia de su causa. En medio queda Obama, quien no ganó las elecciones gracias a los hispanos, pero puede perderlas sin ellos.

Por Antonio Caño / Especial de El País

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