El cartel que custodia el ingreso a la Casa Rosada, casi como si se tratara de un soldado de cartón, es una curiosa expresión del dolor nacional. Pintado con un fibrón negro, reza: “Ahora vas a militar en el cielo, Néstor”. Néstor es Kirchner, el ex presidente de la República Argentina —marido de la actual mandataria, Cristina Fernández—, fallecido el miércoles.
Y la reflexión de esa pancarta hecha a mano resulta un elogio para quien fuera un ferviente representante del Partido Justicialista. Al margen de la dura oposición que halló en los últimos tiempos y su estilo confrontativo, para millones de argentinos fue un gobernante exitoso. Por eso este viernes, una multitud se acercó al Palacio Presidencial para darle el último tributo a su admirado hombre.
Desde temprano, se acondicionó el salón de los Patriotas Latinoamericanos de la Casa Rosada para despedir a Kirchner, cuyos restos llegaron desde El Calafate, ciudad de Santa Cruz, la provincia austral en la que el ex Presidente nació el 25 de febrero de 1950.
Con banderas, flores y lágrimas, la gente acompañó el luto de la presidenta argentina, quien llegó al edificio ocho minutos después de las 11 de la mañana (las nueve en Colombia). Junto a sus hijos, Máximo y Florencia, vestida de estricto negro, ingresó por la puerta principal. En la improvisada sala de velación ya estaban su cuñada, la hermana de Néstor y ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner, y el resto de los ministros del Gabinete.
También esperaban a la presidenta sus pares de los diferentes países del continente. No es un dato menor: su marido era el secretario general de la Unasur (Unión de las Naciones Suramericanas) y tenía un rol muy participativo en la región. Gracias a su intervención, Colombia superó la crisis diplomática con Venezuela.
El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, quien llegó exactamente a las tres y media de la tarde así lo reconoció: “Con Kirchner teníamos una percepción bastante diferente. Cuando nos conocimos, durante una cena en la embajada de aquí, nos volvimos amigos. Néstor Kirchner fue muy importante en el restablecimiento de las relaciones con Venezuela. Fue la única persona invitada al encuentro que tuvimos el presidente Chávez y yo en agosto. Era tan amigable que un día, en Nueva York, yo iba a una conferencia de las Naciones Unidas y tal fue mi sorpresa cuando el presidente Kirchner y la presidenta Cristina salieron de un restaurante a saludarme. Me dio un abrazo en medio de la calle. Estaba haciendo una labor constructiva, por eso lamentamos su fallecimiento”.
El primero en llegar a la capital argentina fue Evo Morales, presidente de Bolivia. Más tarde, lo hizo Rafael Correa, de Ecuador. Luego arribaron a la Casa Rosada los presidentes de Chile y Uruguay, Sebastián Piñera y José Mujica, respectivamente. A ellos se sumaron el venezolano, Hugo Chávez, y el paraguayo, Fernando Lugo. El jefe de Estado de Perú, Alan García, envió a su canciller, José Antonio García Belaunde. El brasileño, Lula Da Silva, llega este viernes por la mañana.
Cristina apoyó su mano en el féretro envuelto con la bandera argentina y sucedió un largo silencio. Tragó saliva, intentó no romper en llanto, pero no pudo evitar la congoja que se adivinaba detrás de sus lentes oscuros. Casi tres horas estuvo de pie la mujer con mayor poder en Argentina hasta que hizo una pausa. Luego, volvió y se sentó junto al cajón cerrado.
Al mediodía, llegó Diego Maradona, ex técnico de la Selección Argentina. No estuvieron dos de sus más feroces opositores: el vicepresidente Julio Cobos y el ex presidente y dirigente peronista Eduardo Duhalde, rivales en los comicios presidenciales de octubre del año próximo, en los que Kirchner esperaba presentarse para su reelección. Este viernes en la mañana, un avión trasladará los restos hasta Río Gallegos, donde el mandatario será sepultado en el cementerio local en una bóveda de la familia.