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"Óscar Naranjo es un gran patriota"

El ex embajador de Estados Unidos en Bogotá habla del escándalo de Wikileaks, que esta semana filtró 19 documentos sobre Colombia.

Vanessa de la Torre / Washington
11 de diciembre de 2010 - 09:00 p. m.

Critica la reacción de José Obdulio Gaviria y le dice que “si es inocente, no se esconda detrás del poder que tuvo con Uribe”.

A Myles Frechette, diplomático que dirigió la Embajada de Estados Unidos en Bogotá entre 1994 y 1997, las filtraciones de Wikileaks no le preocupan. Dice que son obvias y que es natural que un presidente se entere de lo que pasa en otras naciones a través de sus embajadores. “Hay cosas que son muy obvias, pero el presidente no las sabe, hay que contárselas y para eso son estas comunicaciones”, asegura. De hecho, revela que durante su estancia en la embajada en Bogotá, él alcanzó a enviar en una semana hasta mil cables. “Depende del país en que uno se encuentre. A mí me tocó con el presidente Ernesto Samper, con quien hubo muchas tensiones”.

Sobre las revelaciones que se conocieron esta semana a través de 19 cables que filtró Wikileaks y que salieron de la embajada estadounidense en Colombia, el ex embajador defendió al director de la Policía, Óscar Naranjo, y criticó la respuesta del ex consejero presidencial José Obdulio Gaviria. Además, Frechette confiesa que Uribe preocupaba a Washington porque durante su segundo mandato, “parecía que el Presidente se estaba alejando de los principios democráticos”.

¿Qué consecuencias cree que van a tener las filtraciones de Wikileaks en relación con Colombia y Estados Unidos?

Nada, ninguna, tenemos una relación firme, la cosa va cada día mejor y no va a pasar absolutamente nada.

¿No cree que se perdió la sensación de complicidad que existía entre Bogotá y Washington?

Sí. Muchos funcionarios de otros gobiernos no van a querer hablar ahora tan francamente como antes con nosotros. Van a pensar que todo lo que hablen terminará en Wikileaks. Ése es el costo. Se va a deteriorar la confianza en el diálogo entre funcionarios y diplomáticos.

¿Y esa confianza cómo se repone si todo esto pasó porque un militar de 22 años tuvo acceso a semejante nivel de información?

Con el pasar del tiempo. Todo esto ocurrió tras el 9-11. Una de las conclusiones de los estudios tras los atentados fue que las diferentes agencias no estaban compartiendo información. Por eso el gobierno estableció un sistema de diálogo más amplio, para que nadie pudiera decir “a mí no me dijeron nada”. La secretaria Clinton ya dijo que todo eso se va a cambiar.

Esta semana el turno de las filtraciones fue para Colombia. ¿Qué opina de que el general Óscar Naranjo haya vinculado ante el ex embajador William Brownfield a Bernardo Moreno y José Obdulio Gaviria con las chuzadas del DAS?

Eso demuestra que el general Óscar Naranjo es una persona honorable, un gran patriota. Estas chuzadas fueron un gran escándalo en Colombia y como Director de la Policía tiene el derecho de investigarlo.

¿Pero hablarlo con el embajador de Estados Unidos aún tratándose de hombres tan cercanos al entonces presidente de Colombia?

¡Eso qué importa! Las chuzadas eran algo sin presentación,  mire todos los estragos que han causado. Si el general Naranjo ve que por alguna razón hay conexión de las chuzadas con el Palacio Presidencial y no sigue las pistas, eso sería un signo de que la democracia no está funcionando.

¿Pero, insisto, por qué hablarlo con el embajador de otro país?

Porque en esa época, a pesar de que teníamos mucho respeto por todo lo que el presidente Álvaro Uribe hizo por Colombia, las cosas habían cambiado. Durante su segundo mandato, Uribe despertó mucha preocupación en Washington. La figura de la democracia estaba muy maltrecha. Parecía que el presidente se estaba alejando de los principios democráticos. Y eso no lo digo yo, eso se sabía en Washington. Entonces era normal que el embajador hablara de lo que pasaba en el Gobierno.

¿El presidente Uribe no tenía la imagen que públicamente se decía?

Claro que sí, la seguridad democrática fue un enorme éxito. No olvide además que Estados Unidos puso US$7.000 millones para lograrla. Uribe era y sigue siendo una persona muy respetada en Washington, pero en su segundo periodo hubo cosas que preocupaban a Washington.

Como los falsos positivos, ¿por ejemplo?

Sí, había mucha preocupación por los falsos positivos. El Ejército lo negó, pero en un momento fueron tan evidentes las pruebas que lo tuvo que aceptar. Juan Manuel Santos, como ministro de Defensa, lo aceptó rápidamente, Uribe fue más escueto.

¿Por qué, entonces, certificaron a Colombia en Derechos Humanos?

Porque se sabía que no era una política del gobierno Uribe ni de Santos. Era una cosa de algunos militares, de oficiales como Rito Alejo del Río y otros. No era una política de Estado. Uribe es más permisivo que Santos en los Derechos Humanos, pero de todas formas, esa no era su política.

¿Qué opina de las reacciones de José Obdulio Gaviria en Twitter en contra del general Naranjo?

La respuesta de José Obdulio es impertinente, hipócrita e injusta. Está tomando ventaja de que Naranjo es un servidor público y no puede defenderse. Él no se va a poner a polemizar con ese señor. Si realmente es inocente, que colabore con la investigación, pero no debe esconderse detrás del poder que tuvo con el presidente Uribe.

¿Por qué el silencio del presidente Barack Obama en todo este escándalo?

Porque no es cuestión de él. Él no tiene por qué responder a eso.

¿Entonces? Puede decir, “¿lo hicieron a mis espaldas?”.

No, en lo absoluto. Además porque él toma ventaja de esa información. Es muy importante que cualquier alto funcionario del gobierno sepa todo lo que se pueda sobre un líder extranjero para que tome el mejor provecho de la conversación.

¿Cuál es el límite de “todo lo que se pueda”?

Una de las razones para tener una embajada en otro país es para informarle al presidente cómo son las cosas. Y ahí vienen los chismes. Es importante saber que el Ministro de Defensa y el general Padilla no se llevan bien, por ejemplo. La gran mayoría son cosas muy públicas, pero el presidente de EE.UU. no lo sabe. ¿Cómo diablos lo va a saber? Hay que contárselo.

En su periodo, por ejemplo, ¿qué chismes contaba?

Muy pocos chismes. Hablábamos de cosas muy importantes: el futuro de la extradición, de asegurarnos de que la Policía estuviera en buenas manos, de la guerrilla. El país tenía muchos síntomas de estar enfermo y para mí era muy difícil trabajar porque Ernesto Samper había ordenado que le “mamaran gallo al gringo”, o sea a mí.

¿Cuántos cables enviaba a la semana?

En mi tiempo podíamos mandar hasta mil cables en una semana. Eso depende del país, si es tranquilo o no. En una semana pueden salir 80 cables o mil.  La mayoría son de asuntos administrativos, muy aburridos y salen con la firma del embajador, pero no siempre es él quien los escribe.

¿No? Y los que tienen la firma de la señora Clinton, ¿tampoco los escribió todos ella?

No. Muy rara vez es la propia Secretaria de Estado quien los firma. Hay personas de cierto nivel que lo hacen en su nombre. Es que son demasiados.

Por Vanessa de la Torre / Washington

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