La muerte de un colombiano en Buenos Aires, a manos de sicarios, a principios de la semana pasada, alertó a las autoridades argentinas sobre una realidad que conocían ajena, pero que cada vez sienten más propia: la guerra de los carteles de narcotraficantes se trasladó al Cono Sur. Sucesos violentos ocurridos en el último año en Argentina confirman el hecho.
Pero el fenómeno no llega solo. A la guerra de carteles se suma el aumento de la venta de drogas y la aparición de laboratorios de coca países como Argentina, Bolivia y Uruguay. La situación es tan grave que el lunes un grupo de jueces argentinos alertó sobre el aumento “sin precedentes” de la venta de drogas en el país y denunció que, en muchos casos, las bandas de narcotraficantes cuentan con protección “política, administrativa y judicial”.
El documento recogido por el diario La Nación fue elaborado por unos 80 jueces y magistrados nacionales, provinciales y federales de todos los fueros y advierte de que “el estado actual de la oferta y demanda de sustancias estupefacientes registra niveles sin precedentes”. Los jueces reclaman “cambios institucionales” y denuncian que la persecución de los consumidores “ha distraído la atención en contra de los espacios de corrupción política y policial”.
Fenómeno creciente
Las autoridades no dudan en señalar que este es el comienzo de una guerra por el dominio del negocio del narcotráfico en los países del cono sur, que enfrenta a mexicanos y colombianos.
Y si bien la mayoría de casos se han dado en Argentina, expertos coinciden en afirmar que también Uruguay, Chile, Brasil y Paraguay se han convertido en un terreno óptimo para los narcotraficantes. Una fuente que prefirió mantener su anonimato, manifestó que debido al alto grado de corrupción que se maneja en Chile, la misma policía de investigaciones está vinculada con los jefes narcos más activos del negocio. “La frontera entre Perú, Bolivia y Chile sirve cada vez más para traficar precursores químicos y cocaína”, afirma.
Un investigador brasileño señala que en todo el cono sur no existen demasiados controles y por ello se puede traficar fácilmente desde allí hacia Europa. “Los grandes traficantes acuerdan los precios en Brasil y ya no en Medellín”, afirma, tras indicar que colombianos y mexicanos han comenzado a disputarse rutas, mercados y proveedores. Se han detectado hasta ahora grupos con nexos con los carteles mexicanos de Sonora, Sinaloa y Tijuana, así como ramas del Cartel del Norte del Valle y el Cartel de la Cordillera.
Según el director de la Asociación Antidrogas de Argentina (AARA), Claudio Izaguirre, este país “dejó de ser una nación de tránsito del narcotráfico para ser también productor y exportador. En los últimos años, muchos de los laboratorios de drogas que se encontraban en Bolivia, se mudaron a Buenos Aires y sus alrededores”, advirtió.
Una fuente de la policía uruguaya manifestó que ese país es un excelente terreno para el bajo perfil que manejan los narcos actualmente. “La mafia colombiana llegó por varias vías: primero, como inversionistas, comprando discotecas, bares, prostíbulos, hoteles, entre otros, y luego a través de grupos religiosos en barrios deprimidos y zonas rurales. Con esto garantizan lavar dinero y formar ejércitos de sicarios”.
Según Izaguirre, narcotraficantes de México, Colombia, Paraguay, Perú y República Dominicana se encuentran establecidos en Argentina para desarrollar su negocio, sin que existan los controles necesarios de las autoridades para impedirlo. “No hay control del espacio aéreo. En el norte argentino existen 1.500 pistas en las que aterrizan avionetas que traen droga. Y con Paraguay y Bolivia también hay numerosos pasos terrestres clandestinos por los que ingresan cocaína y marihuana”, manifestó.