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“No permitiremos sabotajes de EE.UU.”

Juan Ramón Quintana, hombre fuerte del gobierno de Evo Morales, habla de la relación con Washington.

Maite Rico y Javier Lafuente / Especial de El País, Madrid
12 de marzo de 2009 - 11:00 p. m.

Bolivia lanzó una ofensiva sin precedentes para captar inversiones extranjeras. En menos de un mes, el presidente Evo Morales ha viajado a Rusia, Francia y Austria, país en donde encabezó una cruzada para despenalizar la coca. El hombre detrás de esta nueva estrategia de Morales es el ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, conocido como el “Montesinos” de Bolivia.

¿Cómo pretenden recuperar la inversión extranjera que se ha perdido estos años?

Con la nueva Constitución hay un escenario de mayor certidumbre en el país.

Pero expertos señalan que Bolivia es uno de los países con peor clima para los negocios...

Esta nueva Constitución construye un nuevo régimen de seguridad jurídica de doble vía: para el Estado boliviano, para que las inversiones sean sólidas, pero también para las propias empresas, para que puedan trabajar con el mayor respaldo gubernamental.

Hasta ahora, Bolivia ha dependido en buena parte de Venezuela. Con el precio del petróleo tan bajo, ¿cómo va a afectar a la economía de su país?

Va a tener un efecto muy relativo, yo diría que mínimo. La cooperación directa de Venezuela no supera los US$100 millones por año.

Con EE.UU. se perciben ciertas contradicciones. Aumentan los cultivos de coca, expulsan al embajador, prohíben las actividades de la DEA y, al mismo tiempo, piden que les restituya los beneficios arancelarios.

Hemos experimentado el sabotaje y la conspiración desde la Embajada de Estados Unidos. Expulsamos a los agentes de la DEA porque penetraron las instituciones y agencias de seguridad. Y a los funcionarios de Usaid porque actuaban contra el gobierno nacional. El gobierno de Bolivia no va a permitir el sabotaje.

El lunes fue expulsado otro diplomático. Parece que todo estadounidense conspira...

No, para nada. Hay pruebas de que el diplomático expulsado estaba haciendo operaciones políticas encubiertas.

Por Maite Rico y Javier Lafuente / Especial de El País, Madrid

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