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El contraataque ‘narco’ en México

La captura de Arnoldo Rueda Medina, jefe de sicarios de La Familia Michoacana, uno de los carteles más temidos, provocó que los 'narcos' lanzaran 14 atentados en serie.

Joaquim Ibarz / México
13 de julio de 2009 - 09:51 p. m.

La captura de uno de los principales cabecillas del cartel de Michoacán, conocido como La Familia, desató la mayor ofensiva del narcotráfico contra la policía y el ejército en la historia del crimen organizado en México. Los 14 ataques contra cuarteles y las emboscadas con granadas y rifles de asalto se iniciaron en Morelia, capital del estado, donde un comando con más de 30 camionetas blindadas asaltó la comandancia de la policía federal. Desde ese momento, los uniformados no tuvieron respiro. Los reportes de cruentos hostigamientos se sucedieron en cascada, y en forma coordinada, en Zitácuaro, Apatzingán, Lázaro Cárdenas, Taretan, Pátzcuaro, Huetamo, Gabriel Zamora, La Piedad, Jiquilpán, Maravatío y Lombardía, entre otras poblaciones.

Oficialmente se informó de la muerte de tres policías y dos soldados, y cerca de 24 heridos. Fuentes del gobierno de Michoacán indicaron extraoficialmente que habría más de 17 víctimas mortales a causa de los ataques.

La jornada de violencia, durante la cual se produjeron cinco ejecuciones de civiles, puso en alerta máxima a militares y policías de Michoacán en previsión de nuevos ataques. El acordonamiento por retenes militares de toda la zona donde está el hospital de Morelia, en el que están internados los uniformados heridos, refleja el temor de que los comandos de La Familia intenten más represalias. Los soldados sólo patrullan por calles y carreteras en convoy.

La captura de Arnoldo Rueda Medina, La Minsa, segundo al mando en la estructura operativa de La Familia Michoacana, desató una ofensiva sin precedente, que incluyó un fallido intento de rescate del capo con granadas y fusiles de asalto. En una demostración de logística y poder de fuego nunca antes visto, los narcotraficantes atacaron de manera sincronizada los destacamentos de la policía federal en ocho de las principales ciudades del estado, en una serie de acciones armadas que se iniciaron en la madrugada del sábado y que continuaron durante el fin de semana. A pesar de la virulencia de los enfrentamientos, ni un solo sicario fue detenido.

El ataque con granadas por un comando a la unidad blindada en que los agentes federales transportaban a La Minsa anticipó lo que vendría. La emboscada fracasó al resistir el vehículo las explosiones. Las agresiones subsecuentes fueron en represalia por la detención del capo, que fue trasladado a Ciudad de México.

“La Minsa coordinaba la logística para fabricar drogas sintéticas y el trasiego de marihuana y cocaína a EE.UU.”, dijo Ramón Eduardo, jefe de la policía federal en la zona. También era responsable de nombrar a los jefes mafiosos en los estados de Michoacán, Colima, Guanajuato, Aguascalientes, San Luis Potosí, Jalisco, Guerrero y estado de México. Escaló posiciones en el crimen organizado hasta convertirse en el coordinador operativo de La Familia y en jefe de sicarios en la lucha por el control de los mercados de la droga.

Un portavoz oficial indicó que La Familia ordenó el rescate o la muerte de La Minsa para evitar que revelara a la policía la estructura y funcionamiento del cártel. La ofensiva alcanzó a los estados vecinos de Guanajuato y Guerrero. Los últimos ataques se produjeron el domingo. Un comando de diez hombres ametralló un hotel de la ciudad de Lázaro Cárdenas, habilitado como cuartel de la policía federal. Horas después, en un enfrentamiento entre militares y narcos por varias calles de la misma población, murió un sicario y otros dos fueron detenidos.

Los periódicos de la capital titularon este lunes: “Guerra abierta”, “¡Ofensiva total!”.

Por Joaquim Ibarz / México

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