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“Somos dos gallitos finos”: Santiago Uribe

Desde Antioquia propone ampliar en dos años el período del Mandatario y dice que 12 en el poder serían tremendos.

Norbey Quevedo H./ Rionegro, Antioquia
12 de julio de 2008 - 04:39 a. m.

A doce kilómetros del aeropuerto José María Córdoba, en Rionegro (Antioquia), por la exclusiva zona de Llanogrande, está ubicado el refugio de Santiago Uribe Vélez, hermano menor del presidente Álvaro Uribe Vélez. Es una pequeña y silenciosa finca con un imponente paisaje que sólo se altera por los movimientos de los trabajadores y los pasos de los escoltas que vigilan con cautela a su patrón.

Santiago Uribe es acelerado. Parece más activo que su hermano. Camina de un lado a otro y no deja de dar instrucciones. Habla claro, rápido y fuerte. Es recio, viste pantalón de dril, camisa a cuadros y usa sombrero. Los caballos y las fincas son su pasión. Muestra con orgullo el picadero y las ocho pesebreras que está construyendo en su finca. Acaricia a Chamán y Clarín, sus dos caballos de paso fino, y dice que cuando termine la obra traerá a otros seis.

Es consciente que desde que su hermano fue elegido Presidente en 2002, es un blanco predilecto. Por eso le huye a los medios, aunque el Mandatario le aconseja que responda. Primero fue una fotografía con el  narcotraficante Fabio Ochoa. Después señalamientos sobre una supuesta masacre cometida en la finca La Carolina, propiedad de su familia. Y más recientemente se le acusó de estar involucrado en un montaje contra el magistrado Iván Velásquez, con José Orlando Moncada Zapata, alias Tasmania.

Como si fuera poco, desde hace una década el condenado Francisco Villalba lo quiere relacionar con la masacre del Aro, ocurrida en Ituango (Antioquia). De hecho, su última acusación ante la justicia fue el pasado mes de junio. Sin embargo, de todas las pesquisas ha salido bien librado. Por eso se mantiene tranquilo en las montañas de Antioquia, donde prefiere los potros cerreros que a los periodistas que “incomodan tanto como un herraje”. Y por fin rompe su silencio. Estos son sus pensamientos y explicaciones.

¿Quién es Santiago Uribe Vélez?

Un colombiano común y corriente y, como decimos en Antioquia, luchador, trabajador y emprendedor.

¿A qué se dedica?

A la ganadería, la alfarería, la propiedad raíz rural y a servir a la gente.

¿Le cambió la vida por ser hermano del presidente Álvaro Uribe?

Era más libre que ahora. Cuando uno está sometido a permanecer con escoltas, pierde su libertad. Claro que ellos han sido decentes y no he tenido problemas.

¿Cómo recuerda la muerte de su padre a manos de las Farc?

Muchos colombianos hemos vivido esa tragedia. Lo mataron en presencia mía. Era un hombre lleno de vida, de apenas 50 años. Un tipo iluminado a quien quería mucho la gente.

¿Qué estaba haciendo?

Ese día, junto a mi hermana, acompañé a mi padre en un helicóptero de su propiedad que manejaba Bernardo Rivera. Fue el martes 14 de junio de 1983. A mi papá lo estaba pistiando la guerrilla. No sé si para extorsionarlo, matarlo o secuestrarlo, pero había jurado que no se dejaba secuestrar y cuando los vio venir sacó una pistola y empezó a disparar. Lo mataron como a un conejo. Yo crucé el río pidiendo a gritos la presencia de la Policía y me dispararon.

¿Usted quedó herido?

Empecé a correr en zigzag para esquivar las balas y de pronto sentí un quemón y caí al suelo. Me atravesaron un pulmón. Después salí como pude a la carretera y me recogió un campero con un visitador médico que me llevó a Yolombó.

¿Y qué pasó con su hermana?

Ella se escondió en la parte de arriba de la casa. Bernardo en el granero. Los guerrilleros destruyeron el helicóptero a bala y se fueron cuando se dieron cuenta que mi papá estaba muerto.


¿Qué piensa hoy de las Farc?

Lo mismo que hace 25 años, que no tienen justificación y son terroristas, ya lo dice todo el mundo. Subsisten para el narcotráfico. Que bueno fuera que entendieran que podrían concertar un acuerdo de paz. Ya no tienen otro camino.

¿Qué le gusta de su hermano como Presidente?

Es un ser humano y seguramente comete errores, pero ninguno de mala fe. Sus aciertos son muchos y los hombres se miden por sus hechos. Hoy el país es otro, y lo que más me gusta de mi hermano es su patriotismo. Nació con eso y lo aplica 24 horas al día con convicción y carácter.

¿Y qué le disgusta?

Que a veces se emberraca mucho. Él dice que toma goticas y hace yoga, pero tenemos un temperamento fuertecito heredado de mi padre. Él reaccionaba cuando se cometían injusticias con la gente.

¿Quién tiene temperamento más fuerte, el Presidente o Santiago Uribe?

Más temperamento tiene el Presidente, por eso es el Jefe del Estado.

¿Cómo explica su foto con Fabio Ochoa?

Esa fotografía se tomó en un remate de caballos en la finca La Loma, en un acto público donde estaba la Policía. Nunca he estado ni estaré en reuniones clandestinas. Ni con paramilitares, narcotraficantes o guerrilleros. Soy caballista y Fabio Ochoa era uno de los más importantes. Fabito Ochoa fue mi amigo desde la infancia y estuve en ese remate sin prevenciones.

¿Qué pensó cuando se hizo pública la fotografía?

Yo sabía que existía, por eso no sentí nada. Todo el mundo tiene derecho a interpretar las cosas como le parezcan.

¿Y no creyó que era un ataque al Presidente?

Cuando me atacan, sé que al único que persiguen es al Presidente. Tengo la consciencia tranquila.

¿Qué quedó de la relación de su familia con los Ochoa?

Mi padre estudió en la Bolivariana y después se fue al suroeste antioqueño detrás de los caballos. Fue muy amigo de Abelardo Ochoa, de Tulio Ochoa, de Fabio Ochoa. Todo el mundo lo sabe en Antioquia.

¿Pero qué se le vino a la cabeza cuando eligieron a su hermano?

Sentí alegría y dolor. Sentí tristeza porque nuestros padres no tuvieron el privilegio de ver a su hijo cumpliendo con lo que imaginó desde chiquito: ser Presidente

¿Quién sabe más de caballos, el presidente Uribe o usted?

Él es más apasionado, pero de caballos yo vivo más empapado. Él sabe más de montarlos, cuidarlos o ponerlos bonitos.

Si ambos montan caballos de paso fino, ¿a quién se le riega primero el tinto?

A mí, a él no se le riega.

¿Está de acuerdo con otra reelección de su hermano?

Cuatro años son difíciles, ocho son muy difíciles. Doce serían tremendos. Eso depende del pueblo.

¿Pero qué opina usted cómo hermano?

Yo quisiera que, producto de un consenso nacional, se le ampliara el período en dos años para que pudiera consolidar el proceso de paz que lleva a cabo, porque él no insiste en seguridad democrática para hacer la guerra, sino para lograr la paz.

¿Y después de esos dos años qué?

Dios mediante, que ojalá el país no lo reciba ni un corrupto ni un pusilánime.

¿Ha peleado con Álvaro Uribe?

Somos gallitos finos y cuando estábamos pequeños peleábamos. Pero uno va madurando y eso no es bueno. Además yo siempre fui como su mascota. Sus amigos me invitaban a los paseos, pero me llevaban de carga maletas, servidor de aguardiente o  calentador del carro.


¿Siente que la gente lo ve más como el hermano del Presidente?

Hay señoras que me dan besos para que se los lleve al Presidente. Lo único que les digo es que sigan rezando para que se equivoque lo menos posible. Algunos de esos besitos me los dan bonitas y otros feas. Como no puedo llevarlos me los trago.

¿Cómo ve a su primo, el ex senador Mario Uribe?

Está en la cárcel producto de las circunstancias del país. Sólo anhelo que salga libre porque podrá tener defectos, pero no creo en las imputaciones que le hacen.

¿Qué tan cercano es usted al senador Mario Uribe?

Somos buenos amigos y compañeros de oficina desde los tiempos de mi padre.

¿Han hecho negocios?

No. Hemos compartido lo de caballos porque él es aficionado a los de paso.

¿En qué se equivocó?

Es que en este país uno nunca sabe con quién está y, como dicen por ahí, de cualquier cañada brinca la liebre o salta el tigre. Uno no sabe si estuvo con alguien con quien no se debió haber rodeado.

¿Cómo ve usted la parapolítica?

Quisiera que la parapolítica fuera tan famosa como la guerrilla política.

¿Qué piensa de la yidispolítica?

Que es un nudo gordo envuelto en un manto de dudas.

¿Cómo ve el enfrentamiento entre el Presidente y la Corte Suprema?

Natural y provechoso para el país porque necesitamos más verdades que mentiras.

¿Qué responde a las denuncias de una masacre en la finca La Carolina o su  supuesta participación en un grupo llamado Los Doce Apóstoles?

De eso no quedó nada porque el senador Petro nunca aportó pruebas. Tengo auto inhibitorio en esa investigación y se va a volver preclusión. Mientras existan autoridades, acudiré a ellas para defenderme de extorsiones, chantajes o amenazas porque no estoy dispuesto a dejarme subyugar de varados o bandidos.

¿Quiénes son sus enemigos?

No tengo. No soy monedita de oro para caerle bien a todo el mundo y soy frentero y explosivo, pero no reconozco enemigos.

¿Cuál es su versión del caso ‘Tasmania’?

No conozco a Tasmania. Lo puedo decir bajo la gravedad de juramento. El 10 de septiembre de 2007, Mario Uribe me llamó y me contó que el doctor Sergio González me iba a llevar una carta gravísima. Al día siguiente se presentó y me mostró la carta. Mario Uribe fue quien se encargó de hacerla llegar al Presidente. No sé si personalmente o a través de José Obdulio. Después vino la denuncia del Presidente. Ahora, para extrañeza, después de la extradición de los paramilitares vuelve el tema.

¿Y qué cree?

Nunca pedimos a Tasmania que dijera lo que dijo, él lo hizo por decisión propia. Me parece grave que un magistrado auxiliar de la Corte estuviera consiguiendo testimonios falsos contra el Presidente. Recuerde   que antes de Semana Santa, un tal Villalba declaró que el Presidente y yo habíamos organizado una matanza con Carlos Castaño, el general Ospina y el general Manosalva. El Presidente le pidió al Fiscal que averiguara y se comprobó que el general Manosalva ya había muerto en esa época. Por eso no creo en la supuesta retractación de Tasmania. El corazón me dice que alguien que quedó en la cárcel pensó: ‘El Presidente extraditó a los jefes, desbaratemos esto y jodamos al que extraditó’.

¿Por qué ese Villalba sostiene que a usted le decían ‘El Pecoso’?

A quien le decían Pecoso era a mi hermano Jaime. A mi me dicen Carepapa.

¿También sostiene que usted era el jefe de un bloque de las autodefensas en Santa Rosa de Osos?

Eso lo dice Petro, pero hasta él sabe que no es cierto.

¿Cómo recuerda usted a Jesús María Valle?

Sé que fue un prestigioso abogado.

¿Usted conoció al ‘Tuso’ Sierra?

De ese personaje sólo hablo con las autoridades cuando lo requieran.

¿Por qué siempre los dardos le caen a usted?

Porque que soy el único hermano hombre del Presidente. Tengo nombre de apóstol, pero nunca he liderado organizaciones que se llamen Los Doce Apóstoles. Ya rendí versiones en 1996 y en 1999, y no comprobaron nada en mi contra.


Tanto usted como el Presidente son muy serios, ¿qué los hace reír?

El Presidente es serio, yo no. A mí me gusta mamar gallo. Él sí tiene que estar muy relajado para contar un chiste y a veces ni los entiende.

¿Ya tiene listo el frac para el matrimonio de su sobrino Tomás?

No es de frac, es de guayabera.

Como dicen ustedes los paisas, ¿se casó bien el muchacho?

Está enamorado. Además no es un niño, es un hombre de 27 años, hecho y derecho.

¿Le gustaría que Tomás y Jerónimo incursionaran en política?

Se me hace que a Jerónimo le va a picar ese bicho.

¿Y Tomas?

Lo veo más como empresario exitoso porque le gusta el trabajo.

¿Cómo le ha parecido la compañía Salvarte de los hijos del Presidente?

Una buena idea. Ojalá no la abandonen porque, además de negocio, ayuda a las comunidades a vender sus productos.

¿Cómo está conformada su familia?

Soy casado hace cinco años y no tengo hijos, pero tengo dos de mi señora que tienen 27 y 24 años. Además tengo seis perros chihuahuas.

¿Le vendería un caballo a Gustavo Petro o a Carlos Gaviria?

A Petro. No me gusta Gaviria. Y a Petro se lo vendería cuando sea capaz de decirle al país que no tiene pruebas contra mí.

¿Qué siente cuando mucha gente habla del Presidente como paraco?

Ni me duele ni me afecta porque la historia sigue fluyendo y la gente se va dando cuenta quién gobierna.

¿Qué piensa de José Obdulio Gaviria?

Es un hombre leal. Habrá cometido errores, pero es de ese tipo de personas que debe tener un presidente a su lado.

¿Duerme tranquilo?

Duermo mal porque me desvelo pensando mucho en las cosas del día siguiente y qué hice bien y mal en el día.

¿Qué lo preocupa?

La insensatez, la forma como se engaña y que en Colombia hay mucha gente pobre y poco puedo hacer para solucionarlo.

Su seguridad está bien, ¿cómo ve la seguridad democrática?

Los resultados lo dicen.

¿Qué opina del 91% que favorece a su hermano en las encuestas?

Miro más los resultados y sigue siendo muy buen jinete. Dejemos las encuestas para el capricho de los encuestadores.

¿Y cómo ve a Íngrid Betancourt?

Ni estrella ni ícono, una colombiana que con inteligencia y trabajo deberá saldar una cuenta pendiente con la patria.

¿A qué se debe dedicar el Presidente cuando termine?

Él partió en dos la historia de Colombia y no se va a ir del país. Seguirá al tanto de lo que pase. Es un patriota de esos que no se consiguen a la vuelta de la esquina y seguirá como una conciencia del pueblo, porque sus hechos le dan autoridad para hacerlo.

Cuando ustedes eran niños, ¿imaginó que su hermano iba a ser presidente?

Cuando vivíamos en Salgar (Antioquia), donde yo nací, un día íbamos a la escuela a caballo y unos amigos le preguntaron a Álvaro: ‘¿qué vas a hacer cuando grande?’ Tenía ocho años y contestó: ‘Presidente de Colombia’. Luego le preguntaron al Pecoso y dijo: ‘Hermano del Presidente’. Lo notamos desde que empezó a repartir votos por Carlos Lleras o a aprenderse los discursos de Gaitán. Nació para ser presidente.

Usted no le da consejos al Presidente, pero si pudiera hacerlo, ¿qué le diría?

Nada. Soy su hermano y tengo que medirme porque de pronto meto la pata.

Por Norbey Quevedo H./ Rionegro, Antioquia

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