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Historia de un crimen absurdo

El abogado del senador Gustavo Petro reza por la recuperación de su esposa, herida de bala por un indigente en el centro de la capital.

Redacción Judicial
07 de agosto de 2008 - 09:55 p. m.

“Ya después del daño para qué el moño”. La frase la suelta con rabia el penalista David Teleki Ayala, abogado de confianza del senador Gustavo Petro y del magistrado de la Corte Constitucional Jaime Araújo Rentería y miembro del prestigioso bufete de abogados de Antonio José Cancino. La suerte de su esposa, Carolina López, de 28 años, es por ahora una ruleta rusa. Tiene una bala incrustada en la parte baja de la espalda, entre dos vértebras. Y aunque por ahora permanece estable y consciente, los médicos aún no resuelven cuál será el procedimiento menos riesgoso para remover el proyectil sin consecuencias.

Resultó herida el pasado miércoles, en un episodio absurdo, en plena celebración del cumpleaños de Bogotá. Cruzaba a esa hora, la una de la tarde, por la Plazoleta de Las Nieves, en el  centro de la capital. La acompañaba su vecina Rosa María Cárdenas. Iban a mercar. Entonces, cuenta, se escucharon unos disparos y unos gritos. La gente corrió despavorida y ella y su amiga se quedaron inmóviles. Lo último que vio fue la cara desfigurada de un indigente enloquecido que, después de dispararle a Rosa María en el pecho, le descargó a ella el último tiro del tambor. Después no recuerda nada.

Ambas quedaron tendidas a un costado de la Librería Nacional. El habitante de la calle, segundos antes, le había disparado tres veces al agente de la Policía John Henry Moreno Álvarez, a quien aparentemente desarmó. El revólver usado por el homicida pertenecia al   uniformado. El agente, de 27 años, según el último parte médico, quedará cuadrapléjico. Rosa María, apenas si llegó con signos vitales a la clínica. Murió.

Y los galenos del Hospital Universitario San Ignacio, donde permanece en observación Carolina López, aún no resuelven cómo operarla sin afectar su movilidad en las piernas.

El jueves, en un juzgado de Paloquemao, el indigente —capturado por la policía segundos después de los trágicos sucesos—, acompañado de un defensor de oficio, compareció ante un juez por los delitos de homicidio agravado y tentativa de homicidio. “El hombre se enloqueció e incluso le apuntó con el revólver en la cabeza a un lustrabotas del lugar. Afortunadamente el arma ya no tenía balas”, manifestó la fiscal del caso durante la audiencia pública. El sujeto, quien al parecer se encontraba bajo los efectos de algún alucinógeno en el momento de la tragedia, podría ser condenado a 40 años de prisión.

La suerte judicial del sujeto le tiene sin cuidado al penalista David Teleki. Indignado, sostiene que no puede ser posible que un policía se deje quitar el arma así como así, que lamenta que el agente pueda quedar cuadrapléjico, pero que de cualquier manera es inaudito que ocurran cosas como esta, que la Policía tendrá que responder por lo que suceda de aquí en adelante con la salud de su esposa. “¿Para qué está un policía si no para proteger la vida? ¿Qué estaba haciendo para dejarse arrebatar el arma por este individuo?”, añadió.

El subcomandante de la Policía Metropolitana de Bogotá, coronel Yesid Vásquez, lamentó el episodio, señaló que todos los miembros de la institución saben el cuidado que deben tener con las armas de dotación y manifestó que espera los resultados que arroje la investigación por estos hechos antes de dar cualquier declaración. Aunque, según él, existe otra versión según la cual un indigente más habría sujetado al policía John Henry Moreno mientras el otro le quitaba su arma. Teleki asegura que lo llamó el secretario de Salud de Bogotá, Héctor Zambrano, para expresarle su preocupación por el manejo de las armas de dotación de los policías.

El abogado dice que aunque ha leído cientos de expedientes judiciales sobre delitos y delincuentes de todas las calañas y estilos, ser protagonista de un proceso, esta vez como víctima y no como defensor, ha sido la peor experiencia de su vida. Hoy reza por la suerte de su esposa.

Por Redacción Judicial

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