¿Quiénes son los victimarios?
Hay de todo. Hoy se comercializa con la vida. El hampa secuestra y le vende la víctima a la guerrilla, eso es común aquí. Tenemos muchos secuestros que han ocurrido a 20 metros de una alcabala o de un puesto policial.
¿Como en qué casos?
Por ejemplo, el del señor Carlos Arturo Vesga, secuestrado y posteriormente rescatado en mayo de 2004. Es un ciudadano colombiano que tiene una institución universitaria en el municipio de Rubio, fue plagiado y lo rescataron a 80 metros de una alcabala.
¿Cuándo plagiaron a su padre?
Mi padre, que se llama Porfirio Arellano, fue secuestrado el 2 de junio de 2003 y aún permanece en cautiverio y no tenemos pruebas de supervivencia. Ese año, al igual que los 66 casos que se presentaron sólo en el estado de Táchira, recibimos presiones para pagar el rescate durante más de un mes. Evidentemente lo tenía, según la Guardia Nacional, el Eln, pero al no poder concretar la cifra que ellos pedían (US$300.000), las comunicaciones cesaron y nos hablaron de un cambio de grupo.
¿Por qué los ‘paras’ ingresaron al estado de Táchira?
Si Colombia necesita veterinarios y me dan la oportunidad para ejercer allá, yo me voy para Colombia. Si Venezuela ofrece un clima propicio para que los paramilitares y guerrilleros delincan, cómo no se van a pasar.
¿Por qué terminan en Rubio?
Es que no es Rubio. Hay grupos armados colombianos y venezolanos, desde la punta de la Serranía del Perijá hasta el final de la frontera, allá con el Atlántico, en el Golfo de Venezuela. Se tienen grupos armados de todo tipo. Este es un país de forajidos.