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El narcoimperio de ‘Fabián Ramírez’ en el sur del país

De cómo un grupo élite de la Policía se infiltró en la red de testaferros del jefe guerrillero de las Farc y documentó sus millonarias operaciones.

Redacción Judicial
14 de septiembre de 2009 - 11:17 p. m.

Las autoridades le respiran en la nuca al corazón financiero del bloque Sur de las Farc, al mando de José Benito Cabrera, alias Fabián Ramírez. Desde hace meses, un grupo especial de cinco agentes de inteligencia de la Policía rastrea todos los movimientos financieros que, a través de una sofisticada red de testaferros con conexiones en Caquetá, Huila, Tolima, Valle y Cundinamarca, opera lavando los millonarios recursos ilícitos captados por las mafias del narcotráfico.

Agentes especializados se infiltraron en Cartagena del Chairá (Caquetá) y constataron cómo funcionaba la estructura del jefe guerrillero. Su hermana Nubia Cabrera y una de sus ex cuñadas, Gladys Lozano, estaban encargadas de adquirir o administrar inmuebles en el sur del país que luego fueron traspasados a sus familiares para no dejar rastro del origen de los dineros. Así, en los últimos 16 meses movieron cerca de $6.000 millones que incluían embarcaciones sobre el río Caguán que servían para mantener y aprovisionar recursos tácticos a las Farc.

Desde los tiempos de la zona de distensión, Ramírez y su bloque ya habían configurado redes de testaferros para lavar dinero, al tiempo que constituían corredores de droga instalados por milicianos que se hacían pasar por campesinos de la zona. El primero de la saga de los Cabrera descubierto por las autoridades fue Erminso, extraditado a Estados Unidos en 2007. En marzo pasado fue detenido Eduardo Cabrera, alias El Cura, a quien se sindica de haber traficado una tonelada de cocaína. Y con la captura de Nubia Cabrera, hace una semana, prácticamente se cerró el círculo de su clan delictivo.

El contacto de Nubia Cabrera y Gladys Lozano era Jairo Martínez, el mismo guerrillero que estuvo presente en la liberación de Alan Jara, Sigifredo López y cuatro uniformados de la Fuerza Pública secuestrados por las Farc. Las autoridades establecieron que la red del jefe guerrillero adquiría predios en Caquetá a muy bajo precio debido a las amenazas a los dueños de las tierras. Seguidamente los vendían a ganaderos de algún prestigio, pero la venta debía ser avalada por Ramírez.

Uno de los investigadores le dijo a El Espectador que se trataba de una especie de comité en el que se estudiaban los antecedentes de cada uno de los ganaderos que querían adquirir uno de los predios controlados por las Farc y hasta se llegó a revisar la composición familiar del comprador, las actividades de sus hijos y familiares más cercanos, sus historias bancarias y la capacidad de pago. Otras tierras, en cambio, las entregaba Ramírez a milicianos de las Farc y de esta forma hacía un cordón de seguridad que tenía como fin proteger a los jefes del bloque Sur.

Gladys Lozano estaba encargada de criar al hijo menor de Ramírez. El niño tiene 8 años y le fue entregado apenas nació porque su mamá es una guerrillera y no podían mantenerlo en los campamentos. Además, los agentes de inteligencia descubrieron dos cuentas bancarias en el exterior, en Suiza y Cuba, por donde Lozano y su red movilizaron US$3 millones. No obstante, en Cartagena del Chairá jamás despertó sospechas. Pero tres viajes a Bogotá bastaron para que se empezara a murmurar, por distintas cirugías estéticas que se practicó.

La investigación estableció que Gladys Lozano, Nubia Cabrera y otros seis miembros de esta organización manejaban un circuito de carros de servicio público que hacían parte de la red de inteligencia de las Farc y que avisaban sobre la presencia de retenes, de tropa y de personas que no eran de la región. Así, la Fiscalía avanza en el rastreo de las operaciones financieras del narcoimperio del bloque Sur de las Farc y del último del clan Cabrera que falta por detener: Fabián Ramírez.

Por Redacción Judicial

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