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Y ahora, también Mapiripán

El ex paramilitar Elkin Casarrubia Posada declaró ante la Fiscalía que el ex oficial participó en esa masacre. La justicia nunca ha logrado comprobar que el oficial retirado estuviera involucrado en este negro episodio.

El Espectador
08 de noviembre de 2008 - 10:00 p. m.

El confeso paramilitar Elkin Casarrubia Posada, alias El Cura, durante dos sesiones de declaración ante un fiscal de la Unidad de Derechos Humanos, el 4 y el 5 de septiembre pasados en la cárcel de Bellavista (Antioquia), entregó un detallado testimonio que refuerza la tesis que por más de una década ha rondado en varias ONG y la propia Corte Interamericana de Derechos Humanos:  que el controvertido general retirado Rito Alejo del Río sí participó en la planeación de una de las peores masacres perpetradas por las autodefensas que haya documentado la justicia colombiana.

Natural de Montería y considerado como uno de los que encabezaron la sangrienta incursión de un escuadrón de 100 paramilitares que entre el 15 y el 20 de julio de 1997 asesinó a 49 campesinos de Mapiripán, Meta, El Cura, no sin antes mencionar a muchos de los miembros de las Auc, con sus alias respectivos y las funciones que cumplieron para sitiar el pueblo, relató que el entonces comandante de la Brigada XVII del Ejército, con sede en Carepa (Antioquia), general (r) Rito Alejo del Río, coordinó con alias Yunda y alias 04 el desplazamiento de los ‘paras’ entre Necoclí (Urabá) y San José del Guaviare.

“Las tropas de él coordinaban con nosotros. El general coordinaba con nuestro comandante, al que le decía Yunda. Esa coordinación era para que nos pudiéramos mover. Cuando estábamos haciendo lo del desplazamiento para irnos al Meta a lo de Mapiripán, Yunda coordinó con Rito Alejo y con 04. Lo sé porque nos lo dijeron los comandantes y porque ya se habían coordinado otras operaciones en el Urabá con él”, señaló el testigo, y añadió que antes de salir del aeropuerto de Necoclí a San José del Guaviare recibió instrucciones del comandante del Bloque Élmer Cárdenas, Freddy Rendón Herrera, alias El Alemán.

Según lo documentó la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Cidh), la masacre empezó a planearse a principios de 1997, cuando los habitantes de dicho municipio fueron declarados objetivo militar por Carlos Castaño Gil. Según él, “allí operaba un frente consolidado de la subversión, con el dominio absoluto de un territorio apropiado para el ciclo completo en materia de narcotráfico, cultivo, procesamiento y comercialización”. El 12 de julio de ese año, un centenar de integrantes de las Auc aterrizó en San José del Guaviare —cuya jurisdicción estaba al mando del Batallón Joaquín París—, en vuelos procedentes de Necoclí y Apartadó.


La Fiscalía concluyó que el Ejército permitió el aterrizaje de las aeronaves que transportaban a los asesinos, sin practicar ningún tipo de registro o anotación en los libros, y que abordaran libremente dos camiones que los condujeron al sitio conocido como Trocha Ganadera, en donde se les unieron paramilitares del Casanare y del Meta. El 15 de julio llegaron a Mapiripán y dio inicio a la barbarie. Durante cinco días con sus noches  “torturaron, desmembraron, desvisceraron y degollaron a 49 personas y arrojaron sus restos al río Guaviare”.

Por estos hechos fueron procesados varios militares, incluido el general (r) Jaime Humberto Uscátegui, entonces comandante de la VII Brigada, pero el Tribunal Superior de Bogotá lo declaró inocente en segunda instancia y sólo lo condenó por el delito de falsedad en documento público. Desde ese momento se cuestionó la responsabilidad del general (r) Rito Alejo del Río, desde cuya jurisdicción despegaron las aeronaves que transportaron a los ‘paras’ al Guaviare. La justicia nunca se ocupó de ese aspecto y sólo el 15 de septiembre de 2005, cuando la Cidh condenó al Estado colombiano por la masacre, su nombre volvió a aparecer.

“Según la perito, existen oficiales que no han enfrentado a la justicia, entre quienes se encuentra el general (r) Rito Alejo del Río”, se lee en la sentencia. La declaración de El Cura pone en contexto la presunta participación de Del Río en los escabrosos sucesos de Mapiripán. Pero además abunda en detalles de otras operaciones en Urabá que habrían efectuado tropas de la Brigada XVII y los ‘paras’. “Yo estuve en una operación conjunta en los cerros Los Ratones, que quedan en el Urabá. Esa vez murió un capitán del Ejército al que la guerrilla le mochó la cabeza e hirió a otro de los que comandaban el operativo”, dijo.

“Yo tuve que asumir la comandancia de esa tropa, porque sólo quedaron cabos, y lo hice hasta el otro día que llegó un teniente del Ejército. Al capitán que mataron y al otro que hirieron los mandamos en un helicóptero del Ejército. Todo ese operativo fue coordinado por Rito Alejo y Yunda, nosotros éramos unos 10 hombres y los del Ejército, unos 80. Al otro día destruimos una caleta de la guerrilla, encontramos unas botas y otros materiales de guerra. Ese día murió un guerrillero. Fue un caso único, donde un comandante perdió la vida y nunca le apareció la cabeza”, remató el testigo.

Y agregó tajante: “Se debe acordar, porque en ese operativo Rito Alejo habló conmigo por radio de comunicación para coordinar la llegada del apoyo aéreo”.

Su testimonio constituye un nuevo dolor de cabeza para el oficial retirado, que hace dos meses fue detenido por el delito de homicidio en persona protegida, en calidad de coautor. Según la Fiscalía, el general (r) podría estar involucrado en la muerte de Marino López, en hechos ocurridos en febrero de 1997 en Chocó, días después de que se desarrollara la cuestionada ‘Operación Génesis’ del Ejército. ¿Podrá el general (r) capotear tantos señalamientos y probar su inocencia?


Siempre investigado, nunca condenado

El 13 de abril de 1999, el general (r) Rito Alejo del Río fue llamado a calificar servicios por el presidente Andrés Pastrana. Su molestia no se hizo esperar, pues trascendió que una de las exigencias de las Farc para continuar los diálogos de paz con el gobierno Pastrana era separarlo de las filas castrenses. “La guerrilla no puede ser la que solicite, quite y ponga, sabiendo que lo único que le ha entregado al país son masacres”, dijo en su momento Del Río.

Dos años después, fue detenido por orden de un fiscal, sindicado de cohonestar con el paramilitarismo durante su paso por la Brigada XVII del Ejército. Sin embargo, pronto recobró su libertad y en 2004 fue favorecido por un auto inhibitorio. La Procuraduría también lo absolvió disciplinariamente. No obstante, un fiscal de Derechos Humanos volvió a ordenar su captura el pasado 4 de septiembre y desde entonces está recluido.

Le preguntaron por Víctor Carranza

Llama la atención que durante la declaración que le dio a la justicia El Cura, el fiscal del caso le preguntó si conocía sobre la participación del bloque Carranceros y el grupo Comando Selvas en la masacre de Mapiripán, “toda vez que se dice que estos grupos fueron patrocinados por Víctor Carranza y aportaron apoyos como medicinas”. Incluso, la Fiscalía lo interrogó sobre la versión de que los ‘paras’ utilizaron una avioneta de Víctor Carranza para sacar paramilitares enfermos o heridos de Mapiripán, los cuales habrían sido trasladados a Puerto López (Meta).

Según El Cura, sí supo que hubo una avioneta en ese lugar y que la llevaron los Buitrago (Martín Llanos y su padre) “y ellos deben saber quiénes eran los dueños de la avioneta en la que transportaban a los heridos”. La referencia cobra particular importancia porque, como se sabe, el esmeraldero Víctor Carranza ha sido vinculado y absuelto en varios procesos judiciales que lo relacionan con grupos de autodefensa. Sin embargo, no deja de ser inquietante que en las pesquisas de la Fiscalía se documente su nombre como uno de los presuntos colaboradores de las Auc en los trágicos sucesos de la masacre de Mapiripán.

Por El Espectador

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