Con más de 10 años de retraso respecto al resto del país, Bogotá entró en firme en la era de la radiodifusión comunitaria de manera legal. Más de 20 años después de que entusiastas jóvenes de la ciudad comenzaran a grabar programas en casetes para transmitirlos en los destartalados vehículos que aún hoy cubren rutas piratas en la periferia de la capital, el sueño de la radio comunitaria organizada y con aval del Ministerio de Comunicaciones se hizo realidad el lunes para Vientos Estereo, emisora de la localidad de Usme, dirigida por Carlos Acero, y pionera en su género.
Hace 15 días comenzaron las emisiones de prueba de La Kalle, que cubrirá la localidad de Bosa; La Norte las inició hace un mes, en Usaquén; y Suba al aire empezará a transmitir a finales de julio, debido a retrasos operativos. En total son siete las emisoras comunitarias que Bogotá tendrá desde este mes.
La mayoría de las 564 que operan en el resto del país fueron adjudicadas en 1997. En esa ocasión el gobierno de Ernesto Samper dejó por fuera a las principales capitales valiéndose de su facultad discrecional de adjudicación. Las emisoras comunitarias que funcionaban entonces en las localidades de Suba y San Cristóbal fueron perseguidas por su condición de ilegalidad y sus equipos resultaron confiscados. Eran sonados los casos en los que por falta de infraestructura terminaban invadiendo frecuencias de emisoras comerciales que no tardaban en quejarse ante el Mincomunicaciones.
En 2005, la Red Colombiana de Radios Comunitarias recogió todos los derechos de petición de las emisoras de la ciudad y armó un equipo jurídico con asesoría de Planeta Paz y DeJusticia para defenderlos. El Tribunal Contencioso de Cundinamarca les negó la tutela y el Consejo de Estado ratificó el fallo, que finalmente llegó a revisión en la Corte Constitucional y les resultó favorable. En la Sentencia T-640 la Corte no sólo le pidió al Gobierno iniciar el proceso de adjudicación de emisoras comunitarias en las grandes ciudades (Cali, Medellín y Barranquilla tenían el mismo problema), sino que destacó el carácter de derecho fundamental que acompaña a la radio comunitaria (porque a través de ella se desarrolla la libre expresión) y le dijo al Ejecutivo que no podía negarlo por trámites administrativos.
Fue así como a las dos nuevas convocatorias para emisoras en ciudades pequeñas y medianas (en 2007) se sumó por fin una para las grandes ciudades (en 2008) gracias a la cual el 4 de junio de 2009 fueron declaradas viables siete emisoras para Bogotá. Cuatro forman parte del grupo que litigó para buscar su aprobación, bajo el liderazgo de Jorge Londoño: Suba al aire, La Norte, La Kalle y Vientos Stereo. Las otras son de comunidades religiosas o ambientales. Ambiente Stereo pertenece al grupo Oraprensa y tiene un enfoque musical y noticioso con énfasis en la defensa del ecosistema. Poder Stereo pertenece a la organización Pan y Vida; y En tu presencia es del pastor Luis Salas.
Aunque regionalmente no son conocidas, las propuestas comunitarias son un éxito y, de hecho, están creando una nueva idea de territorialidad en la ciudad. Ya no se habla sólo de las 20 localidades o los cinco territorios ambientales, sino de los siete sectores de comunicación comunitaria, y la Alcaldía de Bogotá incluyó en su plan de desarrollo un objetivo que habla de integrarlas para su plan de participación ciudadana.
Este último tema podría generar divergencias con el Gobierno Nacional si se llega a entender como “encadenamiento de emisoras”, pues a las comunitarias les está prohibido. Tampoco pueden emitir publicidad política pagada. Lo que sí pueden hacer es financiarse con patrocinios, auspicios y siete minutos de anuncios por hora de programación. Con eso y con una potencia hasta de 500 vatios aspiran a darle voz a la ciudad y pelearles la audiencia a las grandes cadenas.