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La inconveniencia de indexar el mínimo

Durante el gobierno del presidente Pastrana el aumento del SLMV fue del 51%, con una inflación del 34%. En la administración del presidente  Álvaro Uribe, este mismo salario no supera esta cifra.

Camilo Herrera y John Valles
21 de diciembre de 2008 - 10:00 p. m.

Finalizó la mesa de concertación por el salario mínimo legal vigente en el país sin negociación. Este año el tema es muy complejo por la inflación de este período, la desaceleración mundial y los componentes políticos del tema. Los industriales ofrecieron un 7% y los sindicatos piden un 12%, mientras el Gobierno esgrime un punto de encuentro según los condicionantes de la ley: inflación causada, inflación esperada y productividad.

Analicemos punto por punto los argumentos que se dan en esta mesa. En el siglo XX, la inflación y el salario mínimo tienen un matrimonio indivisible.

Es evidente que el aumento de salarios es un costo de producción que se transmite en los productos finales, al mismo tiempo que el productor sabe que el consumidor tiene un porcentaje más de capacidad de compra para poder aumentar precios.

La posición de los productores siempre será ver el salario como un costo y la posición de los empleados será verlo como una capacidad de compra, lo que ambos olvidan en ciertos casos es que para los dos lados de la ecuación el efecto final está en los precios al consumidor.

Es fundamental comprender que el objetivo de la política monetaria, por ende del Banco Central, es como mínimo mantener la capacidad de compra del colombiano, lo que significa que por lo menos pueda comprar lo mismo que compraba el año anterior.

Esta es la lógica histórica del aumento del smlv (salario mínimo legal vigente) por encima de la inflación causada, pese a una meta de inflación inferior para el año siguiente; quizá el mejor ejemplo de esto fue 2005, cuando el aumento del salario fue en dirección contraria de la tendencia de la inflación.

Ahora el escenario inflacionario cambió un poco la ecuación y nos lleva a un fenómeno muy complejo: la inflación causada fue alta, la esperada es baja y la productividad este año fue baja, lo que indica que el cambio en el salario mínimo será muy debatido.

En lo corrido del siglo XXI es estadísticamente explicable que el aumento del salario mínimo se traduce en cerca del 85% de la inflación del año que impacta, y que el restante 15% lo explican los precios de los alimentos y la política monetaria; siendo así que un aumento del 7% como lo proponen los industriales, está cercano a la meta del Banco de la República y que la propuesta de los sindicatos busca recuperar la pérdida de capacidad de compra de 2008 (que finalizará cercana al 1,5%, cifra negativa nunca antes vista).

Entonces, aumentar el salario mínimo un 7% ya daría un casi seguro incumplimiento de la meta de inflación en 2009, y causaría una inflación base de 5,95% (un punto por encima de la meta), y aceptar la propuesta de los sindicatos nos llevaría nuevamente a una inflación de dos dígitos, lo cual es fatal para el mercado y para la capacidad de compra de los colombianos.


En los últimos años es evidente que la dinámica del aumento del smlv, y por ende de la capacidad de compra, se ha visto disminuido por claras posturas macroeconómicas: el gobierno Pastrana aumentó el smlv en un 51%, con una inflación del 34% en todo el período, dejando un aumento de la capacidad de compra de 13%, mientras que el gobierno Uribe en todo su período no supera esta cifra.

Esto evidencia una postura de fomento al consumo de hogares en el Gobierno 2002-2006 para salir de la crisis y dinamizar el mercado, frente a una postura en pos de la inversión y no del consumo del gobierno siguiente.

Esto, sin duda, deja ver las diferencias conceptuales en el manejo macroeconómico de los dos gobernantes.

¿Qué hacer?

En este punto es evidente que el aumento del smlv debe ser cuando menos la inflación de 2008, que es cercana al 7,5% o más acumulando la pérdida de capacidad adquisitiva (8-8,5%), y esto causará un inmediato aumento en 2009 de un sinnúmero de rubros, llevando a la inflación cerca del 7%.

Ante esto el Gobierno tiene que tener un fuerte seguimiento de precios sobre bienes regulados, donde sin duda entrarán a jugar tres determinantes en el Gobierno central:

1. Revisión del decreto de tarifas de servicios públicos domiciliarios, que como está concebido, es una espiral inflacionaria, ya que permite el aumento de tarifas antes aumentos altos de inflación.

2. El cambio en la medición de IPC que está avisado desde hace un año y que no es un cambio en acomodar las cifras, sino de actualizar la canasta.

3. La posibilidad de “congelar” el IVA en ciertos productos de la canasta familiar que afecten a los hogares de menores ingresos, en el marco del decreto de la DIAN que permite devolver el IVA a los extranjeros.

Mientras estos debates entran a la órbita pública, el Banco Central no tendrá motivos para bajar las tasas pero sí para reducir liquidez en el mercado, bien sea por encajes más altos o cambios en los papeles del Gobierno.

La única forma en que 2009 tenga una inflación menor a la de 2008 y volvamos a una tendencia decreciente en el índice de precios, es vigilar el precio de los bienes regulados, revisar los tiempos de los desmontes de subsidios y permitir la entrada de productos agrícolas en momentos de alzas de precios, de lo contrario, el smlv nos llevará a una inflación que hará que el colombiano de ingresos medios sienta este alivio como su peor dolor de cabeza.

Por Camilo Herrera y John Valles

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