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La fila de los pensionados

Muchas personas se quedaron esperando el certificado de pensión de Cajanal. La entidad, liquidada el viernes 12 de junio, tiene multas de desacato por más de $2.500 millones.

Carolina Gutiérrez Torres
20 de junio de 2009 - 08:00 p. m.

La señora de chaqueta café y labial muy rojo no quiere ni decir su nombre. Alega sola, manotea, “no es justo”, dice y vuelve a quejarse una y otra vez. Luego de unos minutos decide hablar. Sin nombre,  advierte. Está sentada en una sala de espera. En segundos le dirán qué pasó con su pensión, la misma que está tramitando desde hace siete años en la Caja Nacional de Previsión Social (Cajanal), liquidada diez días atrás por orden del Gobierno Nacional.

La señora dice que ya son siete años los que lleva esperando y esperando la pensión. Cuenta que finalmente la habían citado para darle el certificado la semana pasada y que “es tan injusta la vida” que cuando llegó a reclamarlo le dijeron que la empresa estaba liquidada, que tenía que ir a esta dirección, Cra. 69 N° 47-34, a que le explicaran lo que debía hacer.

“En esas estoy desde febrero de 2003, cuando llevé los papeles por primera vez a Cajanal. ¿Por qué no me ha salido la pensión? Por negligencia de ellos, porque traspapelan la información, porque les cae la Fiscalía, los trabajadores y los afectados hacemos huelga y nunca se resuelve nada”.

El viacrucis de la pensión de la señora de labios rojos comenzó en la Aeronáutica Civil. Allí ha pasado casi toda su vida, tras un escritorio, con el cargo de secretaria. No se enamoró, no se casó, no tuvo hijos, pero sí una madre enferma y unos hermanos sin fortuna que ella tuvo que mantener. Allí cumplió los 50 años, la edad de pensionarse. “Pasé mis papeles y nunca me citaron. Después pasé un derecho de petición y nunca lo respondieron. Hubo total silencio administrativo, así se llama lo que me hicieron”.

La tragedia de la señora se volvió más tragedia —cuenta ella—  cuando en la Aeronáutica comenzaron a acusarla de no querer abandonar el trabajo, de estar ocultando su estado de pensionada para continuar favoreciéndose con los beneficios de la empresa. “Ellos creen que estoy pensionada, que tengo los papeles debajo del brazo y que no me quiero ir”, dice y se altera, se entristece, intenta retener las lágrimas.

Luego continúa contando que en el trabajo la tienen sometida a una “guerra psicológica” que la está enloqueciendo. “Me dijeron que renunciara pero, mientras me sale la pensión, ¿de qué voy a vivir?”, se pregunta y repite que el trabajo se convirtió en un infierno, que la atormentan, que la tienen relegada, que “quieren aburrirla”.

Por fin llega su turno. Es el A07. Pasa a donde un asesor. Luego de unos minutos regresa a la sala de espera. Se sienta. Tiene la misma expresión de desconsuelo que tenía a la llegada. ¿Qué le dijeron? Que tenía que llevar todos los papeles otra vez y que además debía presentar un derecho de petición. “Yo venía a que me dijeran ‘ya está lista su resolución’ y me encuentro con esto. Dicen que se demora mínimo otro año para salir, ojalá me llegue primero la pensión que la lápida”. La mujer, de espalda encorvada, de  rostro cansado, agotado, camina hasta el paradero de bus sin dejar de hablar ni un minuto de lo injusta que es la vida, su vida.

Los abogados

En la sala de espera están también los abogados, que llevan casos como el de la señora de saco café, o el de otra mujer que en los papeles de Luis Alfredo Rojas (abogado litigante) aparece identificada como Marleny Rojas. Su defensor argumentará que la liquidación de la señora Rojas fue mucho menor de la que la ley manda. “Ese es el problema de la Caja Nacional, no de corrupción sino de voluntad política del Gobierno”.

Lleva unos 25 años ejerciendo el derecho, y casi el mismo tiempo alegando que las liquidaciones de Cajanal son injustas. “No es que ellos no sepan cómo se hace una liquidación. Lo que pasa es que trabajan bajo órdenes del Gobierno, que quiere pagar las pensiones con el sistema ‘gota a gota’ para ahorrarse una platica. Es decir, les dan a las personas una liquidación más baja de la que se merecen y esperan la demanda. Cuando el fallo sale a favor del pensionado ahí sí empiezan a pagarles lo que les corresponde”.


Esa es la teoría del abogado Rojas. El mismo que espera en la sala su turno para radicar las demandas de sus clientes, que se cuentan en decenas. Esta historia, casi igualita, la cuenta también don José Daniel Bolívar, otro viejo litigante que espera a que a su cliente le reliquiden la pensión que le corresponde por ser esposa de un fallecido funcionario de la Contraloría.

Ellos, los abogados, tienen en sus manos los argumentos, las pruebas para denunciar las irregularidades de Cajanal y dicen que darán la pelea. La mayoría son ya viejos litigantes que se han pasado la vida reclamando el derecho a pensionarse de otros viejos.

El último de la fila

Néstor Niño. Ex funcionario del Congreso y del Ministerio de Relaciones Exteriores. Demandante de Cajanal. El último de la fila. Su drama también ha sido la espera, la eterna espera por una pensión que no ha llegado, no llega y no llegará. Así lo concluye él, luego de contar su historia que también incluye una tutela interpuesta ante el Juzgado Segundo Civil Municipal de Bogotá y un fallo frustrado. Cajanal nunca cumplió con su pensión.

Por ese desacato el gerente de la entidad, Augusto Moreno Barriga, recibió una orden de arresto de un día y una multa millonaria. Tampoco se cumplió. Moreno es el funcionario más entutelado del país, tiene órdenes de prisión que sumadas superan los nueve años y unas multas, que acumuladas, se acercan a los $2.500 millones.

El señor Niño se lamenta de que no se haya cumplido el fallo del juez y de que ya se vayan a cumplir tres años desde que entregó los papeles a la Caja. Una señora vecina a él se lamenta porque dejó los papeles en la casa. “Virgen santísima, madre sacramentada, cómo se me fueron a olvidar”, dice, y don Néstor Niño la acompaña en la petición sagrada. “Si Dios quiere, en menos de un año sale”, se encomienda luego de ser atendido.

Las salidas para los afectados por la liquidación

De acuerdo con el Decreto 2196 del 12 de junio de 2009, los afiliados a Cajanal tendrán que ser trasladados, a más tardar dentro del mes siguiente a la entrada en vigencia del decreto, a la Administradora del Régimen de Prima Media del Instituto de Seguro Social.

Asimismo anunció que garantizará el pago de la pensión de los afiliados a través del Fondo de Pensiones Públicas de Nivel Nacional (Fopep). Para ello se constituyó un Patrimonio Autónomo con Fiduprevisora S.A.

La decisión también exige que los empleadores sigan cotizando los aportes a Cajanal durante  junio, y a partir de julio los deberán hacer al Instituto de los Seguros Sociales, por medio  de la Planilla Integrada de Liquidación de Aportes (PILA).

Por Carolina Gutiérrez Torres

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